Opinión

Sobredosis italiana

No estaría de menos que desde la izquierda, en vez de meter miedo con la llegado del facherío, alguien de fuste (¿?) en el PSOE se pregunte por qué pasa lo que pasa en Italia

Le pregunto a alguien generalmente bien informado por lo que más le ha interesado después de leer los periódicos, y me responde por este orden: primero el sofocón de Tamara tras la infidelidad de su novio que ha dado al traste con la boda y después una entrevista al crítico de cine Carlo Boyero, que está feliz con el documental sobre su carrera y que lo entroniza como “el crítico” de España. No hay un tipo más fatuo que ese que gaste con tanta inteligencia su aparente humildad. Es un soberbio, me apunta, pero como dirían los Stones, me gusta mucho, incluso cuando creo que miente: Estoy vivo porque siempre pedí ayuda.  Y también, mastica su respuesta, me ha interesado esa nave de la Nasa que en unas horas chocará con un asteroide que se llama Dimorphos, a ver si consigue desviar su velocidad y trayectoria. Dicen los científicos que una roca como esta podría destruir España caso de chocar por aquí. A mí, dice, estas tres historias me animan a arrancar la semana. Pero, ¿y lo de Italia? Ah, vale, si, lo de Italia. Ahora pondré la radio del coche que seguro que no hay otra cosa.

Y así fue durante todo el día de ayer.  Manuel Martín Ferrand recordaba que su abuela Rafaela no aconseja las sobredosis ni siquiera de agua bendita. Qué razón tenía la abuela del gran periodista. Comentarios y tertulias sobre los comicios italianos con el mismo interés y espacio que si fueran unas españolas. Gran victoria la de Giorgia Meloni, pero imperfecta por inconveniente para todos, escucho decir. "Otro Brexit", remata, estupendo y desde Madrid, un analista al que se le nota demasiado que acaba de leer de urgencia un editorial en el periódico. Es curioso, le digo en un intento por centrar ahí la conversación, no sé si te has fijado que, según qué periódico informe, Meloni es derecha, centro derecha y ultraderecha. Sandeces, extrema derecha pura y dura, exclama. Y además, ¿no te parece raro que nadie o casi nadie felicite a Meloni por su triunfo?

Es raro encontrar una felicitación de los mandatarios europeos. Ni un triste tuit. En fin, que todas son mujeres pero algunas son más mujeres que otras

En condiciones normales, la llegada de una mujer -sí, de derechas, incluso muy de derechas, a la jefatura del gobierno de la tercera economía de la Unión Europea habría sido un acontecimiento. Es raro encontrar una felicitación de los mandatarios europeos. Ni un triste tuit. En fin, que todas son mujeres pero algunas son más mujeres que otras. Aunque todo tiene su porqué. Alguien que se muestra cercana a las posiciones de gobiernos que rozan la calidad de iliberales como Hungría y Polonia, concita poca simpatía en el resto de los países de Europa, en especial los frugales del Norte, tan ordenados ellos e insolidarios con el resto en políticas de inmigración. Y ahí, Meloni tiene razón. Ya saben eso de que la verdad es la verdad la diga Agamenón o la diga su porquero.

No es fácil entender lo que pasa. Menos aún por qué pasa, y aunque los pronósticos se han cumplido, resulta inquietante comprobar que tras, un gobierno de Mario Draghi, tan equilibrado y tecnócrata, lo que ha llegado sea esto. Es de esperar que cuando Pedro Sánchez se reponga de la pandemia, vuelvan los mensajes que nos alertan sobre los peligros de los fascistas en Italia, y sus correspondientes en España, los de Vox. Pero no estaría de menos que desde la izquierda, en vez de meter miedo con la llegado del facherío, alguien de fuste (¿?) en el PSOE se pregunte por qué pasa lo que pasa en Italia. Porque lo que ha pasado es que muchos de centro izquierda se han quedado en casa. Y pasa que, como anuncian las encuestas en España, muchos votantes del Movimiento 5 Estrellas -esos que se siguen pareciendo a Podemos- han votado a Meloni.  Al menos Enrico Letta ha tenido la decencia de dimitir, lo que no hará sino descolocar aún más el centro izquierda italiano, desde ayer sumido en una crisis y no sólo de identidad. Letta se va, como se van tantos, reconociendo el fracaso pero sin explicarlo, lo que en sí mismo tendría más valor que su propia dimisión.

Pero no nos rasguemos las vestiduras. Lamento no recordar al autor de una frase que apunté días atrás: "No dejes que nada te desanime, hasta una patada (donde usted está pensando) te empuja siempre hacia adelante". Este lunes pensaba que nuestros problemas habían desaparecido, o que no eran nada frente al Dimorphos que les va a caer a los italianos. Pero era sólo un espejismo informativo, en el que despiste y provincianismo caminan revueltos en el zaquizamí ibérico. La justicia, la política fiscal, la tómbola en la que se anuncian bajadas de impuestos para unos y subidas para otros que están a la espera de saber si son o no ricos, todo eso puede esperar ante el huracán Meloni, verdadera némesis de la socialdemocracia italiana. Decía Tayllerand que todo lo exagerado es insignificante. Busco lo de Tamara, lo de Boyero, lo de Dimorphos y me pongo andar. Lo que sucede conviene, aseguran en Cuba. Y en España, en días como hoy, también.    

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