El socialismo español lleva tiempo -desde que lo dirige Sánchez- haciendo méritos más que suficientes para ser considerado como bananero en la más peyorativa acepción política del término. La podredumbre que rodea la actuación de su líder y su camarilla de colaboradores, el desprecio a las formas y reglas de la democracia, la concentración de poder en el jefe al que todos temen, el acoso a las instituciones, la convivencia con la ilegalidad, el abrazo a la corrupción más descarnada… todas estas características configuran la acción política del socialismo bananero que está asolando a la democracia española.
Pero hay una última característica adicional presente en el sanchismo y es el rol que en su bananero entramado se asigna a la mujer del líder. En eso puede observarse que el actual socialismo español quisiera asemejarse al peronismo de primera generación, el liderado por el general Perón y Eva Duarte. Lo hemos venido observando durante estos años con la mujer de Sánchez recurrentemente presente en la primera línea de diversas manifestaciones feministas, codo con codo entre ministras socialistas cuando ella no tiene acreditado otro mérito para estar allí que ser la mujer de su marido ¡Olé por la coherencia del feminismo de sus compañeras de fila!
Los límites de la ética
Sucede que, con el tiempo, hemos ido conociendo que la utilización por Begoña Gómez de su condición de mujer del presidente ha ido más lejos, mucho más lejos, que la mera presencia en actos de reivindicación feminista. Siguiendo la estela de la peor y más corrupta tradición peronista se fue aprovechando de la disposición de algunos empresarios y cargos públicos para cortejar el poder obteniendo logros profesionales que jamás pudo alcanzar de no ser la mujer del presidente. Y así, ebria de lo que iba consiguiendo, su ambición se desbordó sobrepasando los límites de la ética, de la estética y presumiblemente de la legalidad. Y, como quiera que el poder de su marido no ha doblegado aún a los jueces ocurrió lo que era inevitable que ocurriera, que Begoña Gómez ha sido llamada para arreglar sus cuentas con la Justicia. Sucedido, el suceso dio origen a que Sánchez se desmelenara definitivamente mostrando ya sin pudor alguno el pelo de la dehesa bananera que le acompaña.
Simuló una crisis personal y se tomó cinco días de vacaciones, tiempo que empleó en amenazar a sus cipayos con los males del infierno si no se empleaban a fondo en mostrar públicamente su begoñismo o defensa urbi et orbi de su mujer. Y a fuer que la amenaza ha surtido efecto. La “presidenta del Gobierno” -según título conferido por el fino estilista Patxi López- y su vergonzosa y presuntamente ilegal conducta han sido ardorosamente defendidos hasta por el último tato de las filas sanchistas, incluidos los fiscales actuantes en el procedimiento judicial. ¡Ejemplar modo de cumplir éstos con su legal obligación de vigilar la aplicación de la Ley!
Que un ministro de Justicia se posicione en un procedimiento judicial abierto y lo haga en la dirección en la que lo ha hecho Bolaños es la última y más diáfana demostración de lo emputecido que está el socialismo español
Más con todo, mención especial merece Félix Bolaños, el ministro que “tiene que subir”. Pese a dirigir actualmente el Ministerio de Justicia no ha dudado en criticar descarnadamente al juez actuante, todo -lo que sea- por defender a cualquier precio a la mujer del César bananero y evitar así su reprimenda y su castigo. Que un ministro de Justicia se posicione en un procedimiento judicial abierto y lo haga en la dirección en la que lo ha hecho Bolaños es la última y más diáfana demostración de lo emputecido que está el socialismo español comandado por Sánchez. Ya no es solo bananero, ahora es también begoñero.
Se ha convertido así la defensa de Begoña Gómez en el examen que han de superar todos los que formando parte de la camarilla sanchista quieren seguir dentro así como aquellos que no habiendo aún entrado aspiran a formar parte del club. De modo que, por imposición de su marido, el culto a Begoña Gómez se ha convertido en la nueva seña de identidad del sanchismo. Algo que guarda cierta semejanza con el culto a Evita que caracterizó al primer peronismo pero con el que existe una significativa diferencia. La emoción que en muchos argentinos despertaba Evita venía originada por el innegable carisma personal que atesoraba por sí misma la mujer del general Perón, atributo claramente ausente en la mujer del caudillo Sánchez. De ahí que el culto a Begoña Gómez de los socialistas españoles tenga que ser impuesto por el miedo a las represalias que pueda adoptar su marido. Eso define al socialismo begoñero que sufrimos los españoles.
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