Determinadas aprensiones están presentes en el subconsciente de muchos ciudadanos europeos, especialmente del norte de Europa, aunque también habitan en determinados “patriotas de hojalata” patrios. Como señalaba el economista Paul De Gruawe, ante la actitud de políticos alemanes, holandeses, austriacos… y de sus medios de comunicación, “todos y cada uno de estos políticos mantienen prejuicios antiespañoles, antiitalianos y, en general, contrarios a los países latinos y periféricos. Están convencidos de que con su ahorro financian la fiesta española y el desmadre italiano”. Todos ellos nos impusieron una devaluación salarial y una austeridad fiscal innecesaria por no haber hecho lo que era económicamente más justo y eficiente en su momento, en plena Gran Recesión, el rescate del sistema bancario español a costa de los acreedores, es decir, de los bancos alemanes, franceses, ingleses o estadounidenses que hicieron un mal análisis de riesgos. Pero no. De la mano de nuestras élites políticas y bancarias, fueron los contribuyentes españoles quienes acabamos pagando los platos rotos con más miseria, desempleo, pobreza y exilio de los mejores.
Toda esta tropa ahora vuelve a la carga, y pide la solidaridad del sur de Europa ante un problema que ellos mismos se han autogenerado. De nuevo su análisis de riesgos deja mucho que desear, por no decir, que vuelven a ser unos completos inútiles. Nos referimos a la crisis energética que se avecina. Nos piden que otra vez nos ajustemos un “poquito”, y que las familias y empresas españolas reduzcan un 15% el consumo de gas para que así ellos, que han vivido energéticamente por encima de sus posibilidades, puedan continuar con su vida normal. Lo siento, conmigo que no cuenten. No soporto lecciones de esta tropa, con una moral calvinista profundamente cínica, si no racista. En España se consume una tercera parte de lo usado en Holanda, por ejemplo, o la mitad que en Bélgica o Alemania
Durante años, el norte de Europa bloqueó la construcción de infraestructura energética a través de los Pirineos, como una forma más de mantener la industria española menos competitiva. Pelillos a la mar, pretenden acceder a nuestra infraestructura de gas natural, ésa que construimos en las últimas décadas porque nos negaron el acceso al gas natural ruso. Ahora que su industria va a perder competitividad, y sus conciudadanos deberán bajar algún grado la temperatura de sus viviendas, braman nuestra solidaridad.
En España se consume una tercera parte del gas que el usado en Holanda, por ejemplo, o la mitad que en Bélgica o Alemania
Si analizamos el consumo gas per cápita, medidos en metros cúbicos, veremos que en España se consume una tercera parte de lo usado en Holanda, por ejemplo, o la mitad que en Bélgica o Alemania. Por el contrario, el porcentaje de las renovables en la producción eléctrica es del 47% en nuestro país, por encima del 41% de Italia o Alemania, y muy por encima del 32% de Holanda o el 22% en Francia, país con más centrales nucleares. Algún día hablaremos del mito de las nucleares de Francia, país que desde 2002 no ha enchufado a la red ningún nuevo reactor nuclear. Si se fijan en Finlandia, que tiró la toalla en la construcción de su reactor nuclear, es un tema meramente económico, no compensa. A ello añadamos otros problemas como que Francia tiene en la actualidad fuera de funcionamiento 11 reactores por corrosión. En definitiva, España sí ha hecho los deberes en materia energética, y solo un sistema marginalista absurdo mantenía un precio artificialmente elevado del precio de la luz.
Para convencernos, intentan, de nuevo, amenazarnos. Sibilinamente hablan de la creciente deuda pública española, como insinuando que el BCE pudiera dejar de refinanciar a nuestro Tesoro. Podían haber utilizado ese caudal de prejuicios y exigencias para presionar a estadounidenses e ingleses a que forzaran al gobierno ucraniano a alcanzar, en diciembre de 2022, un acuerdo de paz definitivo con Rusia, en vez de favorecer, los lobbies mandan, el actual escenario bélico que se está cebando con toda una generación de jóvenes ucranianos.
Pero ya estamos curados de espanto. Como si no nos acordáramos de la austeridad presupuestaria innecesaria que nos impusieron en plena recesión de balances, aderezada con una la devaluación salarial absurda, todo ello con la ayuda entusiasta de nuestros “patriotas de hojalata”. Era curioso ver cómo nuestros trabajadores del sector de la automoción financiaban las subidas salariales que conseguía el IG Metall para sus trabajadores. Nuestros políticos nunca entendieron la importancia de que el capital de nuestra industria fuera español.
Al final, detrás de todo, el erróneo diseño del euro. El norte de Europa, sobre todo Alemania, nunca ha querido reducir sus superávits por cuenta corriente mediante políticas que faciliten un mayor consumo de sus familias. Tampoco quisieron asumir las consecuencias del riesgo precio de las inversiones de sus bancos, que canalizaron el ahorro de sus conciudadanos hacia actividades y activos sin llevar a cabo el correspondiente análisis de riesgos, obligando a españoles e irlandeses, por ejemplo, a rescatarles mediante la socialización de las pérdidas bancarias. Y tampoco asumieron una unión fiscal que implicara un proceso de mutualización de las deudas dentro de Europa, y la imposición en los mecanismos de resolución en los rescates bancarios a costa de acreedores y no de contribuyentes.
Fue en realidad Mario Draghi, por su cuenta y riesgo, al margen de los estatutos del BCE, quien acabó rescatando al euro, financiando en mercado secundario a los Tesoros europeos.
Fue en realidad Mario Draghi, por su cuenta y riesgo, al margen de los estatutos del BCE, quien acabó rescatando al euro, financiando en mercado secundario a los Tesoros europeos.
El mal diseño del euro
El euro, frente a lo generalmente asumido, ha supuesto, al final, un subsidio del sur de Europa a Alemania y, en menor medida, a Holanda, al transformarse en una mera relación acreedor-deudor. Para entender las cifras recomiendo el estudio que ya detallamos en estas líneas, “20 years of the Euro: Winners and losers”, realizado por economistas adscritos a un think tank alemán Centre for European Policy, sobre lo que ha supuesto el euro para los distintos países europeos que forman parte de éste, tratando de cuantificar cuáles son ganadores y quienes perdedores.
¡No!, ni los alemanes, y mucho menos los holandeses, han sido y son más austeros y frugales que los habitantes del sur de Europa. En materia energética, además, no han hecho los deberes. El problema es que el euro desde su inicio está muy mal diseñado, y al final ha acabado en una mera relación asimétrica entre acreedores y deudores. Y no salimos de ello.
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