Opinión

La solidaridad es una virtud desvirtuada

Los progres son muy solidarios y multiculturales, hasta que les ponen un centro de menas en su barrio. Es muy sencillo ser solidario con el dinero de los demás

Menores no acompañados al llegar a España.
Menores no acompañados al llegar a España. EFE

No comprendo muy bien a la gente que se lleva ahora las manos a la cabeza porque Vox ha decidido romper sus pactos con el PP, dejar sus sillones en aquellas comunidades donde gobernaban juntos y pasar a la oposición.

Puedo entender que no haga ninguna gracia que los que tienen que hacer oposición al Gobierno y ser una opción para acabar con Sánchez no sean capaces de entenderse y se dediquen a tirarse los trastos a la cabeza. Pero esto es lo que llevamos viendo desde hace ya varios años.

A mí el señor Feijoó me dejó ojiplática en las últimas elecciones generales, afirmando que pactaría antes con el PSOE que con Vox y pidiendo el voto a los votantes de Podemos. Sí, sí, de Podemos. Viene bien de vez en cuando recordar estos detallitos, porque parece que se nos olvidan.

Esta ruptura era una muerte anunciada. Lo único que no se podía saber era cuándo llegaría el momento de asistir al velatorio de la oposición de este país.

Así que todo en orden, seguimos como siempre: con un señor en el Gobierno que hace lo que le viene en gana, que cuando se le piden explicaciones solo sabe hablar de las máquinas del fango, los fascistas y los bulos, y ninguna alternativa real para tomarle el relevo. El PP es incapaz de sacar una mayoría absoluta, a no ser que suceda algo totalmente desastroso, que no quiera Dios que nos caiga un meteorito, y Vox... Pues es Vox.

Creo que habría que darle algo de crédito al único partido que ha hecho un acto de coherencia, por muy poco conveniente que sea para unos o para otros

No entiendo muy bien el aliciente que le queda al votante de Vox, votando a un partido que sabe que no llegará a gobernar, pero esto debe ser como esa gente que vota a Izquierda Unida.

Tampoco entiendo muy bien por qué siempre nos quejamos de que los políticos de este país no tienen responsabilidad ni coherencia, no dimiten, están aferrados a sus cargos y sueldos como garrapatas, sin importarles nada más, pero no le damos ningún valor cuando un partido decide dejar esos gobiernos y esos cómodos sillones, porque cree que así defiende sus principios y lo que prometió a sus votantes. Independientemente de si es lo mejor o lo peor para España, que no seré yo quien se atreva a hacer tan sesudo análisis político, y sin tener en cuenta si favorece o no a Sánchez, cosa que tampoco me preocupa, porque parece ser que estamos en ese punto en el que si me tomo un paracetamol con el café favorezco a Sánchez, creo que habría que darle algo de crédito al único partido que ha hecho un acto de coherencia, por muy poco conveniente que sea para unos o para otros.

Nos quejamos cuando nos prometen una cosa y hacen la contraria, pero tampoco nos parece bien cuando nos prometen una cosa y la cumplen. Igual es que lo que nos gusta es quejarnos permanentemente y que la culpa de nuestros males sea siempre del vecino. Y aquí entono yo el “mea culpa”, porque considero que no me debo a ningún partido y que ninguno me merece y quizá ese desapego político no ayuda a la hora de reducir la crispación en la sociedad.

Puestos a valorar virtudes, yo preferiría que el Gobierno sea honrado a que sea solidario. Preferiría tener un vecino respetuoso antes que solidario y que mi médico sea prudente antes que solidario...

En todo este asunto lo que me hace mucha gracia es que se hable de la solidaridad. La solidaridad es una virtud, es decir, una cualidad que se considera moralmente buena. Al igual que la honestidad, la prudencia, el respeto... Me encantaría que alguien me explicara cómo es posible que se trate de imponer que todos los ciudadanos posean esa virtud y por qué solo nos interesa ser virtuosos de ese modo. Puestos a valorar virtudes, yo preferiría que el Gobierno sea honrado a que sea solidario. Preferiría tener un vecino respetuoso antes que solidario y que mi médico sea prudente antes que solidario... Pero supongo que eso ya va en las prioridades que tiene cada uno y lo que espera de la vida o que la vida le provea. O lo que le provea su Gobierno, su vecino y su médico.

España es un Erasmus gratuito

En mi opinión esto no va de solidaridad con Canarias ni con cuántos menas hay que repartir por toda España. Esto va de decir basta. Porque hoy son 400, mañana 1.000 y en los últimos 6 años los miles y miles son incontables. En nuestro país se invierte más en crear centros de menas que en Centros de Salud. Se nos repite constantemente que no hay dinero para las pensiones y uno no sabe si cuando, a los 80 años al paso que vamos, consiga jubilarse, va a poder cobrar algo del dinero que se le ha retenido durante toda su vida de esfuerzo y de trabajo, para poder vivir dignamente. Pero para mantener a una gente a la que supuestamente sus padres han enviado aquí, como si esto fuera un Erasmus gratuito, para eso sí que hay. No se les puede enviar de vuelta con sus padres porque rompen su pasaporte al entrar y no se sabe de dónde vienen ni quiénes son sus padres, pero nos ponen lacrimógenos reportajes donde el protagonista es Sam, el pobre senegalés de 17 años que habla con su madre y le dice que está estudiando, cuando lo cierto es que Sam está muy triste porque está detenido por dirigir un cayuco, encerrado y sin papales... Y tras unos meses en esa situación, aparece su partida de nacimiento sellada por la Haya, como por arte de magia, para certificar que es menor.

Pues señores, por lo visto la solución es fácil: cuando se les encierra, aparecen los papeles.

Ironías aparte, lo cierto es que los españoles, voten a quien voten, están cansados y hartos de menas y de inmigración ilegal. Los progres son muy solidarios y multiculturales, hasta que les ponen un centro de menas en su barrio. Es muy sencillo ser solidario con el dinero de los demás, pero cuando tienes que pagar tú el precio de esa solidaridad, y no solo a nivel económico, ya no somos tan virtuosos.

Yo lo que quisiera es dejar de vivir en un país que tiene complejo de ONG internacional y que se empiece a preocupar por las necesidades de los que estamos aquí y los que nos estamos dejando la vida por salir adelante, con más o menos dificultades.

Pero no, eso no toca. Lo que toca es Sánchez para rato, hasta hartarnos. Y tómenme de manera muy literal ese “hasta hartarnos”.

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