Opinión

Soraya jugando a la oca... y tiro porque me toca

Hace muchos años, cuando trabajaba en Radio Nacional de España, me tocó ir a ver al cardenal Marcelo González Martín -don Marcelo-, porque tenía que negociar con él los espacios

Hace muchos años, cuando trabajaba en Radio Nacional de España, me tocó ir a ver al cardenal Marcelo González Martín -don Marcelo-, porque tenía que negociar con él los espacios que Radio Nacional de España iba a dedicar a la Iglesia católica. Yo llevaba el mandato de reducirlos y había memorizado un argumento para explicar la nueva situación. El cardenal, que  lo titularon de rojo cuando Franco estaba vivo y de facha ya en democracia, me invitó a un refresco y mostró poco interés por lo que yo empezaba a decirle. Estuvo amable mientras me escuchaba, y cuando terminé dijo:

-Mire, a mí me queda poco para la jubilación, de modo que tendrá que tratar estos temas con el nuevo Primado.

-Lo entiendo, Eminencia, pero me haría un favor si me ayuda y explica a quien convenga la propuesta que les traigo.

-No se preocupe, que así lo haré, me dijo el purpurado. Ya sabe que los cardenales al jubilarnos perdemos el poder, pero en modo alguno la influencia.

Interioricé aquel suceso de tal forma que desde entonces pienso que la influencia es más eficaz que el poder

Interioricé aquel suceso de tal forma que desde entonces pienso que la influencia es más eficaz que el poder. Es más, creo que esconde un poder omnímodo que la buena educación y la fineza vaticana esconden, a veces, con la ayuda del demonio. Ha sido conocer el fichaje de Soraya Sáenz de Santamaría en el despacho de Cuatrecasas y acordarme de aquella clase magistral de don Marcelo.

Es sabido que la ex vicepresidenta llega al bufete sin experiencia, pero con una oposición de abogada del Estado que le permite dejarlo, irse a un partido político, ser vicepresidente del Gobierno, encontrar cobijo en el Consejo de Estado y ahora, ya sin poder pero con el gran patrimonio de la influencia y el conocimiento adquirido dedicarlo de lleno a mayor gloria de un bufete que trabaja y asesora a una parte del Ibex y un buen puñado de grandes empresas.

Vaya por delante lo que la nota de Cuatrecasas afirma, que llega a la firma después de cumplir todos los trámites exigidos por la normativa aplicable a los altos cargos y al personal de servicios de la Administraciones Publicas. Y claro, nada que objetar con los altos cargos en general. Pero si con quien se ha sentado como vicepresidente en el Consejo de Ministros, alguien que lo ha presidido cuando Rajoy no estaba; alguien cuyo conocimiento meticuloso y sensible de la realidad empresarial española es, sin duda, su mayor patrimonio a aportar porque que se sepa cartera de clientes no ha llevado. Lleva la influencia, que no el poder, y con la influencia calla la boca de otros socios y abogados que ven como se llega a socia del despacho y a sentarse en el consejo de administración del mismo. Esa prosa jactanciosa y que traslada la nota del bufete está muy bien, pero resulta fantasiosa y justificativa: “Sáenz de Santamaría coordinará un equipo trasversal y multidisciplinar  integrado por expertos asesores a las empresas”. La leo de nuevo y supone uno maldita la gracia que habrá hecho la explicación a los “expertos asesores” que ya tiene el despacho y llevan años de trabajo.

La abogada del Estado en excedencia puede cumplir con todos los trámites, pero eso no hace para que sea un disparate. Legal, pero un disparate. También la corrupción puede ser legal. Qué la mujer más poderosa de España durante años, que la que más secretos de Estado y del mundo empresarial  ha de tener se siente ahora en un despacho de abogados para asesorar empresas es algo que se puede explicar pero que no se puede comprender. Porque cuando se siente a coordinar a ese equipo trasversal y multidisciplinar, ¿quién se sentará ahí? Quizá una Sáenz de Santamaría reseteada que ha olvidado lo que sabe por haber sido vicepresidenta. ¿Habrá olvidado toda la información que el Centro Nacional de la Inteligencia (CNI) le proporcionó? Ojo, de empresas y de empresarios.

España es un país problemático, que lo es aún más en función de quienes confunden la naturaleza de las cosas; ayer en el Estado, hoy en un bufete privado, y mañana vuelta al servicio público

España es un país problemático, que lo es aún más en función de quienes confunden la naturaleza de las cosas. Ayer en el Estado, hoy en un bufete privado, y mañana vuelta al servicio público. De oca a oca. No es la primera: Goldman Sachs contrató a Barroso, Telefónica a Javier de Paz, Zaplana y Trinidad Jiménez, Murdoch a Aznar, Gas Natural a Felipe González. Para qué seguir. Dicen desde el PP que tiene derecho. Que oportunidad para guardar silencio.  Que lo tenga no nos debe tranquilizar. Así no se hacen las cosas. Y menos cuando hace cientos de años que conocemos la advertencia que Plutarco nos hizo sobre la mujer del César.

En todo caso esperemos no ver a la ex vicepresidenta del Gobierno y abogada del Estado en excedencia pleiteando contra el propio Estado, lo que es una posibilidad. Deseémosle también suerte, y que defienda a las empresas en manos de Cuatrecasas con más acierto y contundencia que defendió al Estado y a los españoles ante la ofensiva independentista catalana.  

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