Es un día cualquiera entre semana en Tulsa, en un horario poco habitual en el que las calles ya han perdido su latido. Esta no es una de las grandes ciudades de la Costa Este donde bullen, tras la jornada laboral, los trabajadores saliendo de sus oficinas. En esta ciudad de Oklahoma donde el coche es obligado para todo, ser capaz de encontrar un lugar abierto para mantener una conversación a partir de las ocho de la tarde, fuera del fin de semana, puede convertirse en una odisea.
Su rostro refleja, en muchos momentos de la conversación, el cansancio que políticamente se acumula en este inicio de la Era Trump
Me encuentro con Michael Whela, uno de los pesos pesados del Partido Demócrata en el estado, en una cervecería, tras varias cancelaciones previas ante la imposibilidad de ajustar su agenda. Whela es abogado y uno de los representantes nacionales en la Comisión Financiera Demócrata y el expresidente del partido en la segunda ciudad del estado. Su día a día transcurre a caballo entre Washington y Tulsa, y su rostro refleja, en muchos momentos de la conversación, el cansancio que políticamente se acumula en este inicio de la era Trump, donde nadie, ni siquiera los republicanos, conoce de forma precia la hoja de ruta que seguirá el nuevo presidente de los Estados Unidos.
Un Jack Daniels "on the rocks" y una cerveza rompen la frialdad del saludo inicial, y nos ayuda a encarrilar una conversación que, en principio, me permitirá aflorar muchas de las dudas que aún me asedian tras el triunfo de Trump.
–Cuando llegué desde España hace algo más de un año sabía que venía al estado más republicano de EEUU, al único del país donde los demócratas no gobernaban en ningún condado. Tiene que ser duro representar a una oposición en un lugar donde parece que hay muy poco que hacer.
–Cuesta mucho ser demócrata en Oklahoma, sobre todo porque no hay grandes ciudades y hay mucha población rural, pequeños lugares muy conservadores. En las ciudades es un poco distinto. En Tulsa, por ejemplo, el 40% de la población nos apoya, pero necesitamos ser más de la mitad. Puede parecer que los políticos demócratas nos sentimos solos, pero no es así. Sentimos muy cerca de nosotros a toda la gente que nos apoya.
–Pero Trump, en noviembre, venció porque lo hizo en esta América, para mí, como europeo, un poco profunda, con mucha gente que vive en el campo, con granjeros y los llamados rednecks. La mayor parte de las grandes ciudades fueron vuestras, pero os faltó llegar a esta parte de la población.
Muchos ciudadanos han votado con miedo a que el mundo cambie
–Lo intentamos. Tuvimos más votos en las ciudades pero en el interior no sucedió lo mismo. La campaña fue buena, fue la misma para todo el país, pero a determinados lugares no llegaron nuestras ideas. Nos basábamos en la gran labor realizada por Obama, pero no hemos podido ante un voto de temor por parte de mucha gente conservadora. Muchos ciudadanos han votado con miedo a que el mundo cambie, sin puntos de vista de intercambio de culturas donde todos podamos esforzarnos para hacer un lugar mejor. Ese miedo ha llevado a creer que los inmigrantes nos iban a quitar algo. ¿Nuestro trabajo? ¿Nuestra forma de vida? Creo que todos nos necesitamos para que esto siga funcionando.
–Pero Trump sigue adelante con su idea de construir su muro para evitar la llegada no solo de mexicanos, sino de mucha población centroamericana cuya forma de entrada es la frontera con México. Recuerdo cuando hace casi dos años se cayó el sistema informático de visados. Los viticultores de California perdían diariamente casi un millón de dólares al no tener recolectores de vid. En el sur del país el paro es mínimo y no se encuentra mano de obra dedicada a la agricultura, por ejemplo.
Si se ponen obstáculos a la llegada de trabajadores esos sectores van a perder dinero, no podrán crecer
–Hay un tipo de trabajo donde el país precisa mano de obra. Uno es ese, el de la agricultura en el sur. No hay suficiente gente en esta zona del país que se dedique a este trabajo. Si se ponen obstáculos a la llegada de trabajadores esos sectores van a perder dinero, no podrán crecer.
–Sospecho que eso es una forma de presionar, de meterse en el bolsillo a la población. Pero es una realidad sesgada. Es en las zonas del sur donde se necesita esta mano de obra y donde hay más trabajo, pero luego está el norte del país, las zonas industrializadas del Rust Belt donde el desempleo y la situación económica han hecho que Trump gane la mayoría de los votos.
–Son muchos factores los que han confluido. Hemos venido de una crisis económica de años atrás y Trump ha buscado el voto de los descontentos anunciando medidas muy restrictivas hacia lo de fuera y muy populistas.
–Pero el nuevo presidente no solo ha ganado por esas personas descontentas. Han sido muchos millones de votos los que le han aupado a la presidencia. Se notaba a la gente un poco hastiada en estas elecciones, con dos candidatos que ni sus propios partidos querían. A casi el 60% de la población del país no le gustaba ninguno de los dos.
–He hablado con gente que estaba muy descontenta con el establishment. Que estaba cansada, harta. Han votado lo que han creído conveniente, pero es que había que votar y antes se toman decisiones que no a todo el mundo le gustan. Insisto en que ha sido el voto del miedo el que le ha dado el triunfo a Trump.
–Y el descontento. Se ha repetido aquí la situación de mi país (España); el votante conservador, pese a estar descontento, sigue votando a su partido. El más progresista, quizás como castigo, no vota ni a los suyos.
–Es verdad. Ha habido votantes nuestros que esta vez no han votado a Hillary. Y votantes republicanos que, pese a no gustarles para nada Donald Trump, le han votado.
–Recuerdo una visita que hice a un museo de veteranos gestionado por ellos mismos. Se acusaba a Hillary de su papel como Secretaria de Estado durante la revuelta de Bengasi. Desde fuera parecía una candidata muy desprestigiada por los mismos demócratas.
Nunca puedes gustar a todos, pero es verdad que muchos demócratas no han votado a su partido porque era ella nuestra candidata
–Nunca puedes gustar a todos, pero es verdad que muchos demócratas no han votado a su partido porque era ella nuestra candidata. Y se han abstenido. No ha habido muchos casos donde los demócratas hayan votado a Trump. Sin embargo, ha pasado lo contrario con los republicanos. Les ha dado igual, en su mayoría, que Trump fuera el candidato. Sus votantes tienen unas ideas más fijas que las nuestras y eso les ha hecho vencer. Su victoria ha sido muy ajustada. De no haber tenido ese castigo, posiblemente Hillary hoy fuera la presidenta.
–Pero entre los seguidores demócratas incluso sorprendió que Bernie Sanders, acusado de socialista en sus propias filas, no derrotara a Hillary en las primarias. Un candidato fuera de ese establishment del partido, luchando contra él.
[Ligeramente molesto] –Hillary ganó porque obtuvo más votos. Por eso fue nuestra candidata.
–Trump hizo lo mismo. Obtuvo más votos y ganó. Nadie lo pensaba y le tomaban en broma. Diría que ahora tiene de rehén a su propio partido, a los que no confiaban en él. Incluso acierto a pensar que muchos de los que le rodean no las tienen todas consigo. Basta ver a Pence o Ryan.
–Creo que los políticos republicanos, como la mayor parte de la población, están cada día más sorprendidos. Es un presidente peculiar que parece que toma las decisiones al azar; nunca sabes lo que va a decir, parece que hay veces que se comporta como un niño. Mira el ejemplo de la primera rueda de prensa mandando callar a un periodista, enfrentándose a los medios. No lo veo como una persona con opiniones meditadas, con recursos políticos. La realidad es que ni él mismo es consciente de lo que sabe y lo que no.
–Pero sus decisiones pueden marcar una época. Se le comparaba con Reagan, pero este venía con un bagaje político previo como gobernador de California. Hay momentos en los que parece que Trump no sabe hacia donde lleva el país. Y acaba de comenzar su mandato.
¡Estaría sorprendido si Donald Trump fuera capaz de pasar el examen para ser ciudadano estadounidense! Nos espera un futuro más que inquietante
–Hay una cosa muy clara. Obama era un presidente que se ganó el respeto aquí y fuera de nuestras fronteras. Estoy triste porque Trump no va a ganarse ese respeto y nuestra reputación actual se va a perder, es más, ya se está perdiendo. ¡Estaría sorprendido si Donald Trump fuera capaz de pasar el examen para ser ciudadano estadounidense! Nos espera un futuro más que inquietante. Evita condenas, no da importancia al cambio climático, nombra un Secretario de Estado, Rex Tillerson, que viene de la industria del petróleo…
–Y que no cree en los problemas del medio ambiente, promueve nuevas explotaciones…
–No sé qué decir. Trump evita cualquier tipo de condena ante hechos graves, le da igual. Mira el caso de los oleoductos en el norte del país (South Dakota). Es muy triste que después de ver la unión de los nativos americanos, de la paralización del proyecto… ahora se vuelva a ejecutar. ¡Ellos son los dueños de este país! Han mostrado una solidaridad entre ellos que nadie más ha mostrado… Está claro que Trump quiere a su alrededor gente que le diga lo bueno que es, lo bien que hace las cosas… Debería preocuparse por tener ese poderío a nivel internacional que vamos a perder con decisiones tan raras como las de Oriente Medio o Rusia.
–Precisamente muchos demócratas siguen culpando a Rusia de la derrota electoral. Su papel, en la sombra, nunca ha estado claro, pero no sé en qué medida ha podido influir tanto.
–Para mí, perdimos las elecciones por culpa de su papel. Malmetiendo sibilinamente, haciendo campaña en contra de Hillary. No sabe Trump lo que va a tratar de influenciar Rusia en nuestra política.
–Se les acusa del tema de los emails, de filtraciones. Pero es que ahí el papel de las agencias como la CIA o el FBI no está muy claro. Había emails enviados desde servidores personales, no seguros, pero no se dice qué información contenían esos emails… y a pocos días de las elecciones sale James Comey, director del FBI, para desequilibrar la balanza…
Creo que Comey sabía que estaba influenciando, pero ¿por qué?
–Se supone que estas agencias son apolíticas, que están por encima de los partidos, de cualquier opción, casi como los militares… pero no ha sido así durante la campaña. Creo que Comey sabía que estaba influenciando, pero ¿por qué? Es frustrante y algo muy irresponsable. No sé si el nuevo director seguirá en la misma línea, pero ahora hay muchos focos puestos en él. Lo que yo veo es que fue un tema que nos perjudicó mucho y del que no se han sacado conclusiones.
–Se habló durante la campaña incluso de la posibilidad del Impeachment en el caso de que Donald Trump venciera.
–Eso es imposible ahora mismo. El congreso tiene mayoría republicana y hasta 2018 no cambiará. Aunque los congresistas no tienen obligación de seguir el voto del partido, no creo que se vaya a hacer nada.
***
Acercándose la hora de la despedida –en este país pocas citas son abiertas– le pregunto por lo que nos esperará mañana. “No lo sé, como te he dicho Trump es un hombre que no anticipa ni avisa cuál va a ser su siguiente paso”, concluye Whelan.
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