Opinión

SOS por Luis Medina

Resulta difícil imaginar cuántos contratos se firmaron de urgencia aquellos tiempos de horror y que posiblemente han podido ser fraudulentos

SOS, SOS, SOS. Esta es una llamada de socorro para el empresario Luis Medina que sólo tiene 247 euros en su cuenta bancaria para llegar a fin de mes. Se pide que los ciudadanos de bien que tengan a bien hacer alguna aportación para que el joven empresario pueda llegar a fin de mes e incluso pueda permitirse algún pequeño capricho. Un brunch en un yate, un paseo en un Lamborgini por viñedos dorados, una cenita a la luz de las velas –no tiene para pagar la luz- en alguna de sus mansiones o bien, poderse costear unas humildes vacaciones de las que disfrutó en 2020 su socio, que costaron en torno a 60.000 euros por una semanita en Marbella.

Nos debe dar igual si es Luis Medina o Pepito el de los palotes quien se lo gasta en yates o en trajes de marca. Eso es asunto suyo. El tema estriba en si los ciudadanos de Madrid han sido estafados al tiempo que las listas de fallecidos en nuestro país resultaban estremecedoras, cuando la situación de nuestros mayores en las residencias era más que penosa, cuando se habilitaron morgues porque no se sabía qué hacer con los muertos, cuando los sanitarios ayudaban a salvar vidas sin poderse proteger porque no había más material que bolsas de basura.

Cuando todo eso pasaba en nuestro país, cuando el miedo se apoderaba de nuestras vidas y nos aislaba de los nuestros, cuando sólo algunos valientes no dudaban en permanecer en primer línea, bien en hospitales, en camiones en los súper, cuando el rostro más atroz de la pandemia se hacía visible, conocemos ahora que hay individuos que negociaron con guantes y mascarillas, de dudosa calidad, e incurrieron presumiblemente en comportamientos delictivos.

Conocemos ahora que hay individuos que, en lo peor de la pandemia, negociaron con guantes y mascarillas, de dudosa calidad, e incurrieron presumiblemente en comportamientos delictivos

Poco me importa en qué se gaste su dinero este Luis Medina, protagonista de este oscuro affaire. Lo que no nos debe dar igual es cómo se ha gestionado el dinero público, el dinero de todos, eso es lo que se debe investigar para que no vuelva a suceder lo vergonzoso de este caso. Siempre habrá personas que desde su mansión o su jardín hayan vivido de manera diferente al resto de los mortales durante la pandemia. Lo que deben garantizar los poderes públicos es que no haya estafadores y si los hay, han de ser los primeros en actuar.

No culpemos a quienes quisieron disponer de material lo antes posible para salvar vidas, no nos centremos en los mangoneos que pudieron perpetrar este o aquel, vayamos a lo importante: con el dinero público no se juega

No es un asunto estrictamente de los listillos de la clase. Esto versa de que unos empresarios pueden haber actuado en forma legal, pero inmoral. Ya veremos. No hay mayor frivolidad que la que da la riqueza mal entendida. Este es un gran ejemplo. El problema no es solo del Ayuntamiento de Madrid, es un problema a nivel global de las administraciones, sea el ayuntamiento de Madrid, Sevilla o Barcelona, da igual. Resulta difícil imaginar cuántos contratos se firmaron de urgencia aquellos tiempos de horror y que posiblemente han podido ser fraudulentos. No culpemos a quienes quisieron tener material lo antes posible para salvar vidas, no nos centremos en los caprichos de cada uno o cada cual, vayamos a lo importante, esto es, que con el dinero público no se juega como en el patio de un colegio.

Tanto Luis Medina como Alberto Luceño, los empresarios de este caso, podrían dedicarse a impartir clases sobre cómo se transfiere dinero a Maldivas sin ningún tipo de control o cómo el mismo montante se invierte en artículos de lujo sin que ni Hacienda ni alguna administración o entidad bancaria den la voz de alerta. Les ha tocado a ellos, pero seguro que son más, de menor renombre que estos. Cuídense.

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