La prensa está cometiendo muchos errores. Se me ocurren algunos: dar prioridad al rendimiento económico en vez de a la información de interés público, subirse al carro de las polémicas tontas de los políticos para dar de qué hablar, ser demasiado sectarios según la cabecera y no contribuir a la opinión pública con reportajes cuidados por el simple hecho de hacer una sociedad mejor.
Ojo, la culpa no sólo es nuestra: los periódicos son empresas, y si vosotros, los lectores, no leéis determinados artículos, al final se dejan de hacer o se hacen menos. Nadie quiere escribir para nadie.
A la mediocridad general de la prensa se suma la de los políticos, que parecen más preocupados en generar debates rollo Sálvame que en hacer algo verdaderamente importante y que repercuta de algún modo en mejorar la vida de los ciudadanos.
Todo esto nos ha llevado a esconder ciertos asuntos bajo la alfombra. A la prensa no le interesa sacarlo a la luz por creencias erróneas, y a los políticos menos. Hablo de los suicidios, un tema de salud pública del que se pasa olímpicamente.
El suicidio tiene que dejar de ser tabú: se pueden salvar vidas
De vez en cuando se habla del suicidio, pero sólo en fechas marcadas. Por ejemplo, el pasado 10 de septiembre, por ser el 'Día de la prevención del suicidio', y el resto del año, nada. Apenas dos o tres noticias acerca de alguna persona que se ha salvado de un intento de suicidio y ya.
Este silencio es un error y actúa en contra de las víctimas y de las futuras víctimas. Las cifras están ahí y hay que recordarlas: según el INE, el suicidio sigue siendo la primera causa de muerte externa en nuestro país, con 7,6 suicidios por cada 100.000 habitantes. Una tasa que sitúa a España entre los países con tasas más bajas en Europa pero que confirma el suicidio como la primera causa de muerte externa en nuestro país, con 3.539 fallecimientos en 2018.
Para que se entienda mejor: cada día, En España, diez personas se suicidan, el doble de las que mueren por accidentes de tráfico. En el mundo, según la OMS, 800.000 personas se quitan la vida al año y otras miles lo intentan.
¿Cuántas veces has visto en los informativos noticias de accidentes de tráfico? ¿De cuántas campañas de seguridad vial has sido testigo? Muchas. ¿Y de los suicidios? Ninguna.
Es de locos que los medios de comunicación y las instituciones sigamos silenciando el suicidio por un 'efecto' del s.XIII que hoy no tiene ninguna validez
La prensa no informa de estas muertes por el "efecto Werther" o imitación, cuyo nombre se debe a los suicidios ocurridos supuestamente en el siglo XVIII entre jóvenes que leyeron la novela romántica de Goethe 'Las penas del joven Werther'.
Es de locos que los medios de comunicación y las instituciones nos sigamos rigiendo por un efecto del s.XIII, pues, como bien apunta el presidente honorario de la Asociación de Investigación, Prevención e Intervención del suicidio, Javier Jiménez, "de ser así todos los que leemos temas de suicidio estaríamos muertos hace mucho tiempo".
El presidente de la Comisión de Arbitraje, Quejas y Deontología de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE), Rafael de Mendizábal, también es partidario de hablar de los suicidios en prensa: "Es mejor contar y saber que lo contrario", pero "hay que saber hacerlo, con delicadeza y respeto", ya que "el tabú proviene de prejuicios religiosos y en este sociedad ya no tienen sentido".
Hay que poner de manifiesto que mueren más personas por suicidio que por accidentes de tráfico o por cáncer de pulmón debido al tabaco y que, a pesar de eso, la inversión pública al respecto es nula
"Seguimos hablando del exceso de velocidad, de consumo de alcohol mientras se conduce pero nada, absolutamente nada, aparece en los medios abordando el suicidio. Sigue considerándose de mal gusto, tabú o se argumenta equivocadamente en su contra por la creencia de un falso efecto contagio. Seguimos actuando como si no existiera o fuera con nosotros, lo hacemos muy mal", cuenta a Vozpópuli uno de los mejores psiquiatras y psicoterapeutas de España, el Dr. Sergio Oliveros Calvo.
"Hay que poner de manifiesto que mueren más personas por suicidio que por accidentes de tráfico o por cáncer de pulmón debido al tabaco y que, a pesar de eso, la inversión pública al respecto es nula. Es como si el suicidio no existiera. No hay medidas que promuevan la investigación ni, por supuesto, la prevención cuando constituye a todas luces un problema de salud pública", añade el Dr. Oliveros, quien también aboga por "tratarlo abiertamente en los medios, llevar a cabo campañas de prevención, realizar una psicoeducación de la población, ofrecer servicios públicos de ayuda, etc. junto a una mayor investigación sobre las peculiaridades locales del fenómeno. Todo ello redundaría, sin dudarlo, en una reducción de las cifras".
Al Gobierno no le interesa que se hable de los suicidios
En prensa sigue imperando el denominado (y caduco) efecto del siglo XIII, y a las instituciones no les interesa que el suicido empiece a copar los medios de comunicación. ¿Por qué? Porque no tienen previstos recursos públicos para ponerle remedio y/o no parecen dispuestas a poner en marcha un plan específico e invertir en ello.
La Sanidad Pública en España es buena, y presumimos de ello, pero lo relativo a la Salud Mental es horrible. Y lo escribe una que acudió a ésta por varios problemas hace unos años. Te dan citas por meses cuando se debería hacer una sesión semanal, te hacen el diagnóstico corriendo porque detrás de ti tienen a muchos pacientes esperando, no se saben tu historial y te atienden durante pocos minutos... etcétera. Si una persona se siente sola, perdida y afronta una situación tan difícil como para llegar a dar el paso de pedir ayuda a un profesional, es del todo contraproducente que se sienta 'un número más'.
Alguien que necesite atención de un profesional en lo que se refiere a salud mental, deberá tener mucha suerte con el centro público o profesional que le toque o, como hemos hecho muchos, acabar pagando un tratamiento en la sanidad privada, algo que no todo el mundo puede permitirse, y menos ahora. En España, el coste medio de una sesión con un psicólogo es de 51 €/hora, algo que varía en función del tipo de centro, patología o tratamiento.
Si elegimos uno barato y debemos ir una vez por semana, gastaremos 200 euros mensuales, mínimo, en intentar curarnos. Un dinero que, obviamente, no se puede permitir todo el mundo, más cuando el sueldo es de 1.695 euros y el salario mínimo de 950. Echa cuentas.
En la mente del suicida: qué hay detrás
Como ves, se puede y se debe hablar del suicido, lo que nos llevaría a eliminar los prejuicios existentes en torno a estas muertes, a visibilizar los trastornos y enfermedades mentales para ponerlos en la agenda pública y hacer entender a las personas que pasan por un mal momento que no están solas y que pueden buscar ayuda, que lo que hoy ven negro en un tiempo puede ser gris, con un tratamiento adecuado. Que es normal sentirse así como también lo es querer quitarse la vida. Que uno no es un loco, que sólo está pasando por una mala situación.
"Un suicida no es más que alguien que quiere vivir pero no sabe cómo hacerlo. Son personas que alcanzan una situación en la que la vida les resulta más temible que la muerte y se ven abocadas a terminar su sufrimiento atentando contra su vida. Cualquier referencia a una idea de suicidio o cualquier tentativa son siempre mensajes para pedir una ayuda que el suicida no puede pedir de otra manera", apunta el Dr. Oliveros Calvo, del Grupo Doctor Oliveros.
Una persona que se quiere suicidar o que acaba con su vida es simplemente una persona que está pasando por un mal momento y que, en ocasiones, sufre un trastorno no diagnosticado o no tratado
Una persona que se quiere suicidar o que acaba con su vida es simplemente una persona que está pasando por un mal momento y que, en ocasiones, sufre un trastorno no diagnosticado o no tratado, como "depresión mayor, esquizofrenia, trastornos neuróticos, trastornos de personalidad (en especial, borderline y narcisista), alcoholismo, burnout (recordemos los sucesos en France Telekom) y lesiones cerebrales", nos cuenta el Dr. Oliveros.
Estos trastornos, si no se tratan, van aislando a la persona cada vez más, quien se introduce en una deriva de soledad, desasosiego, temor y miedo que le impiden ver que puede curarse y encontrar una salida. Ojo, un suicida no tiene por qué tener un trastorno, pero sí sufre "un fuerte vacío existencial o una desesperación puntual sin patología". En resumen: son personas comunes pero perdidas, que necesitan ayuda. Nadie nace queriendo morir. Y, como Estado, hacemos muy poco (más bien nada) para evitarlo.
¿Cambiaría algo que el suicidio fuese un tema de mujeres?
Algunas personas apuntan, con cierto acierto, que se harían más campañas y se pondrían más medios públicos para prevenir los suicidios si fuesen las mujeres las que más se quitasen la vida. Recordemos que por cada diez personas que se suicidan en España, 7 son varones y 3 son mujeres.
Dado que estamos en la cuarta ola del feminismo y dado que se ha creado un ministerio expresamente para la mujer, no es de locos pensar que si ellas fuesen las que más se quitasen la vida ya se estaría haciendo algo al respecto para evitarlo.
Por cada diez personas que se suicidan en España, siete son varones y tres son mujeres. Es posible que esto explique algunas cosas
Una opinión que comparte, en cierta medida, el Dr. Oliveros: "En el terreno de la mera especulación y en consonancia con las tendencias sociológicas actuales, es muy plausible pensar que el fenómeno del suicidio habría despertado mucho antes el interés de la clase política y el desarrollo de medidas institucionales para prevenirlo si se suicidasen más mujeres que hombres".
Se debe aclarar al respecto que ambos sexos necesitan la misma ayuda, pues el sufrimiento es el mismo: "Las mujeres realizan más tentativas de suicidio (sobreviven a la conducta), y los hombres más suicidios consumados, ya que ellos, en todas las sociedades y culturas, están implicados en más conductas violentas que ellas, como agresores y como víctimas. Matan más y mueren más a manos de hombres. No se ha encontrado ninguna subcultura en la que sea más frecuente el suicidio en mujeres", añade el psiquiatra, clarificando, una vez más, que féminas y varones no somos iguales.
Qué se debería hacer para reducir la tasa de suicidios
Ante todo, hay que dar visibilidad a una realidad que está ahí, que existe. Alguien que quiere morir y que lo lleva a cabo ha de saber que no es el único que pasa por eso, ha de entender por qué se siente así, por qué piensa en acabar con su vida, encontrar información sobre casos parecidos al suyo, saber dónde puede acudir a buscar ayuda y, sobre todo, tener la fe de que es un sentimiento pasajero: la realidad que está sintiendo en ese momento no le determina, no le define y no tiene que ser perdurable en el tiempo.
El suicida es víctima de su situación, pero la situación siempre es pasajera. Hay que empezar a sacarse ya el prejuicidio de que es tan normal acudir al fisioterapeuta como acudir a un psiquiatra o a un psicólogo.
Alguien que se quita la vida porque cree que no puede seguir viviendo encierra muchos errores que no se están haciendo bien en muchas esferas de la salud pública
Cuanta más normalidad se dé a los suicidios y a las enfermedades mentales, más podremos actuar en consecuencia e impulsar a los políticos e instituciones a hacer lo propio. Una muerte por un accidente de tráfico es un drama, pero alguien que se quita la vida porque cree que no puede seguir viviendo encierra muchos errores que no se están haciendo bien en muchas esferas de la salud pública.
Ya hemos escuchado a los expertos: hay que empezar ya a introducir estos temas en la agenda pública y mediática para que, al final, se incluyan en la agenda política.
Se necesitan medidas ya, tanto mediáticas como políticas, sobre todo ahora que vienen tiempos más complicados para muchas personas. Todo tiene solución menos la muerte, y con un correcto tratamiento se puede volver a empezar de nuevo. Y esto lo escribe alguien que pensó muchas veces en querer morirse. Hay salida y hay que visibilizarla ya.
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