Opinión

A mí también me gusta la fruta

La semana pasada se consumó la catástrofe. En el hemiciclo del Congreso de los Diputados y con millones de espectador

La semana pasada se consumó la catástrofe. En el hemiciclo del Congreso de los Diputados y con millones de espectadores viéndolo por televisión, los independentistas delictivos obtuvieron por fin el acta definitiva de la rendición de Sánchez que avalaron otros 122 diputados socialistas. Todos y cada uno de los rendidos sabrán el perjuicio que han ocasionado al partido que los alimenta y a la ideología que dicen profesar, allá ellos en lo que toca a ambas cosas. Pero lo relevante es el daño que han infringido a España y a los españoles que, tras sufrir la denigrante humillación que suponen los pactos suscritos por el PSOE en los días previos y la intensa irritación que provocaron las intervenciones de su líder en el debate de investidura, puede que tengamos que afrontar una legislatura en la que el norte de la acción del Gobierno esté en las antípodas del interés de nuestra nación y contradiga el marco de derechos y libertades con el que y para el que se ha construido la Unión Europea. Esperemos que sus líderes sepan entender la resistencia civil que ha explosionado en España, analicen los proyectos de Sánchez y sepan cumplir con su deber impidiendo que se lleve a la práctica en el cuarto país de la Unión el liberticidio que ya llega.

Mira que durante los días previos la troupe de los mariachis sanchistas se habían esmerado con inusitado voluntarismo -todos a una, prietas las filas- intentando convencernos de que lo cedido por Sánchez ante Puigdemont era solo una parte del contenido del documento suscrito entre Junts y el PSOE. Nos transmitían que el resto del texto era una mera descripción de las pretensiones de los independentistas sin que mediara su aceptación por los socialistas. Sin embargo, el desarrollo del debate de investidura y las palabras que Sánchez se vio obligado a pronunciar exigido por Miriam Nogueras dejaron al descubierto el alcance real de lo cedido por el líder socialista: Todo, todo lo que figura en el execrable documento firmado en Bruselas. Así lo demuestra la secuencia del diálogo mantenido entre ambos en el día de autos.

Andaba indignada la diputada de Puigdemont por el tono relativista que en sus intervenciones venía imprimiendo Sánchez a sus cesiones ante Puigdemont de modo que, cuando subió a la tribuna, le conminó a que explicitara si iba o no a cumplir las 1.486 palabras que componían el acuerdo entre Junts y el PSOE, advirtiéndole a él y aclarándonos a los demás que de las firmadas no sobraba ni una. La respuesta de Sánchez, la vimos y escuchamos todos, fue la siguiente: “Cuenta usted con el compromiso del PSOE y el mío propio para cumplir el acuerdo”. Tras semejante e indubitable genuflexión, que no vengan ahora los mariachis del ya renovado presidente a negar que eso fue aceptar el contenido íntegro de lo pactado, lo que así figura explícitamente como aceptado y lo que en la redacción del texto figura como pretensión de los de Puigdemont. Son 1.486 y ¡No sobra ni una!

A partir de ahora la acción política de su Gobierno autodenominado progresista -vaya cuajo- consistirá en ir ejecutando paso a paso la agenda independentista

Quiere decirse que sí, que Sánchez ha cedido en todo lo exigido por Puigdemont y que el contenido de lo firmado en Bruselas está íntegramente acordado por mucho que el PSOE y sus comisarios mediáticos hayan querido refugiarse en la calculada ambigüedad de algunos de sus pasajes. Pero “no sobra ni una” de las palabras, Nogueras dixit, afirmación corroborada sumisamente por Sánchez. Consecuentemente, a partir de ahora la acción política de su Gobierno autodenominado progresista -vaya cuajo- consistirá en ir ejecutando paso a paso la agenda independentista. Tendremos amnistía para cientos de delincuentes, cesión a Cataluña del 100% de los tributos estatales, referéndum de autodeterminación, presión contra la independencia de los jueces, condonación de deuda a la Generalitat, cesión a ésta de los inmuebles del Estado ubicados en Cataluña … Vamos, un cóctel que combina la desaparición del Estado de Derecho con el regalo de privilegios económicos a los partidarios de la independencia. ¡Porca miseria!

Por si fuera lo anterior no fuera suficiente, entre exigencia y exigencia independentista, el cautivo Sánchez tendrá también que cumplir suplementariamente con la agenda procomunista que requiere su maridaje con el grupo comandado por la camarada Yolanda, lo que no anticipa nada bueno para la economía española: El gasto público seguirá su irresponsable y vertiginoso ascenso para regar financieramente a los cuadros políticos y a la base electoral de socialistas y comunistas; Para poder financiarlo, la clase media verá crecer el expolio fiscal que ha sufrido en la legislatura pasada. La propiedad privada verá recrudecer las agresiones que ha sufrido en el pasado inmediato; aumentará el intervencionismo estatal en los mercados; todas las empresas habrán de soportar el incremento de sus costes sociales con las nuevas alzas del SMI, la reducción de la jornada laboral no acompañada de la lógica merma salarial consecuente y con las subidas realizadas y por realizar de las cotizaciones sociales; las grandes empresas y la inversión serán empujadas a la expatriación por el acoso fiscal de un Gobierno que quiere mostrar a sus huestes la sangre de los ricos como trofeo de guerra… Con todo ello, se acrecentará el estatus de España como un país peligrosamente endeudado, lleno de parados y subsidiados, con un entramado empresarial en declive, con una renta per cápita estancada y como un territorio hostil para el capital y para el emprendimiento.

Fue especialmente indigno cuando, rompiendo todos los moldes de la cortesía parlamentaria y todos los usos parlamentarios de nuestra democracia, procedió a soltar una risotada impostada dirigida al líder de la oposición

Como preludio de todo lo que está por llegar, durante el debate de la investidura, hemos visto como Sánchez ha decidido cultivar el drama de las dos Españas estableciendo incluso un muro entre ambas que se apresta a reforzar. En fin, un canto a la convivencia entre los españoles. Y todo ello escenificado con una doble actitud: sumiso y genuflexo con los que él sitúa a un lado del muro, displicente y soberbio con los que sitúa en la otra parte. Con éstos se comportó como un auténtico chulofruta en expresión que he escuchado a Mariló Montero. Fue especialmente indigno cuando, rompiendo todos los moldes de la cortesía parlamentaria y todos los usos parlamentarios de nuestra democracia, procedió a soltar una risotada impostada dirigida al líder de la oposición. En ese momento, y según la ingeniosa imagen con la que lo describió Abascal, fue lo más parecido a un “Maduro disfrazado de Cantinflas”.

La respuesta de la presidenta

Pero, sin duda, el sumun de indignidad lo alcanzó Sánchez cuando atribuyó a Isabel Díaz Ayuso y a alguien de su familia un “caso de corrupción” refiriéndose así a un asunto sobradamente juzgado por varias instancias de la Justicia española y también de la europea sin que ninguno de los múltiples juzgadores haya apreciado el mínimo atisbo de la pretendida corrupción. Este comportamiento de Sánchez solo es propio de un auténtico canalla.  De ahí el lógico y justificado enfado de la presidenta de la Comunidad de Madrid y el proporcionado epíteto que le dedicó. Por este motivo y por todo lo anteriormente expuesto, quiero aprovechar estas líneas para declarar urbi et orbe que a mí también me gusta la fruta.

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