Nuestra querida España presenta una serie de graves problemas estructurales, estrechamente interrelacionados. El diseño del modelo productivo patrio -aquel que más forra a ciertas élites rentistas-, unido a un creciente control foráneo de todo aquello que vale la pena, ha convertido nuestro país en una economía de bajos salarios, donde, además, la mayor parte del valor añadido se va fuera de nuestras fronteras. El coctel de salarios bajos, escasa productividad -que no de pérdida de competitividad-, ausencia de política de vivienda, apagón del ascensor social y un deterioro paulatino dirigido de los servicios públicos, dio forma a una crisis demográfica sin parangón en nuestra historia reciente. La contrapartida ha sido una deuda creciente, primero mayoritariamente privada (en 2008 de los 4 billones de euros de deuda de España, 3,5 eran privada), y ahora mixta (2,5 billones de deuda privada y 1,5 de deuda soberana). Pero, sorpresas de la vida, en una economía global en desaceleración, una Unión Europea casi en recesión, el PIB español presenta una enorme resistencia a la baja. Las claves, la relajación presupuestaria y el papel del Banco Central Europeo en lo que supone la aplicación de algunos de los principios de la Teoría Monetaria Moderna. Pero no nos engañemos, el día que el BCE vuelva a las andadas y se re-germanice, entraremos en una recesión profunda y sistémica. Por el contrario, si los gobiernos europeos y el BCE aplicaran definitivamente la Teoría Monetaria Moderna, sortearíamos la crisis sistémica que se avecina.
No nos engañemos, el día que el BCE vuelva a las andadas y se re-germanice, entraremos en una recesión profunda y sistémica
El modelo productivo patrio se sustenta en actividades intensivas en mano de obra –turismo, burbujas, pelotazos, servicios de bajo valor añadido…-. Pero, además, sorprendentemente, convive con un sector manufacturero exportador extraordinario –nuestras exportaciones no dejan de crecer desde 1994- que, ante la inacción de nuestros gobiernos, empieza a ser asaltado por capital foráneo. Como consecuencia, las decisiones de inversión, de plantilla y de salarios se empiezan a fijar allende nuestras fronteras. Este modelo productivo generó un endeudamiento masivo, inicialmente privado, en plena burbuja inmobiliaria. Tras estallar la burbuja inmobiliaria, al no reestructurarse el sector bancario a costa de acreedores foráneos y no implementar las correspondientes quitas de deuda privada, España entró en una crisis sistémica de deuda privada. La contrapartida, obvia, fue un mayor endeudamiento soberano –algunos economistas y tertulianos siguen sin entender las balanzas sectoriales-.
Dinero endógeno, tipos de interés exógenos
Entre diciembre de 2007 y agosto de 2012 la prima de riesgo de la deuda soberana española, definida como el diferencial entre los tipos de interés a 10 años de la deuda soberana de España y Alemania, se incrementó en 540 puntos básicos, es decir, un 5,40%, pasando de un diferencial del 0,12% en diciembre de 2007 a 5,52% en agosto de 2012. Tras el discurso del presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, en la Conferencia de Inversión Global en Londres, el 26 de julio de 2012 (“Within our mandate, the ECB is ready to do whatever it takes to preserve the euro. And believe me, it will be enough,”), la prima de riesgo de la deuda de España empezó a disminuir. Algunos economistas aprendieron entonces que el dinero es endógeno y que los tipos de interés los puede establecer donde quiera el Banco Central.
Nuestro modelo productivo ha convertido nuestro país en una economía de bajos salarios, donde, además, la mayor parte del valor añadido se va fuera de nuestras fronteras
Pero, además, desde finales de 2013, con el consentimiento de Bruselas, la austeridad se relajó. El déficit estructural ha crecido desde entonces. La nueva política monetaria y la expansión fiscal permitieron la recuperación de la economía española que se vio además favorecida por la depreciación del euro y la evolución del precio de las materias primas. Y ello está detrás de la sorpresa positiva de España. Pero no nos engañemos, el día que el BCE abandone la expansión cuantitativa, emergerá con fuerza nuestra debilidad, el enorme montante de deuda, y nuestra dependencia exterior.
El BCE y la teoría monetaria moderna
España es uno de los países desarrollados con mayor dependencia de la financiación internacional. Nuestra deuda externa supera el billón de euros, correspondiendo la mitad al Estado. Pero a pesar del volumen de nuestra deuda, la actuación del Banco Central, especialmente tras la expansión cuantitativa, tanto en la compra de deuda soberana como privada, ha hecho que nuestro país no tenga problemas a la hora de refinanciarla, y que los sectores público y privado tengan acceso fácil a la financiación. La mayoría de los economistas aprendieron algo que ya era trivial para los economistas defensores de la Teoría Monetaria Moderna. El Banco Central puede financiar sin problemas a un Estado y favorecer el canal de transmisión de la política monetaria al sector privado. Ello no es imprimir dinero, como ha demostrado el BCE o la Reserva Federal, o el Banco de Inglaterra. Además, la inflación sigue sin aparecer. ¡Cuántas estupideces uno tiene a veces que escuchar!
Pero demos un paso más. España tiene una tasa de paro insoportable que el sector privado es incapaz de reducir. Utilicemos las lecciones aprendidas desde 2012. Las políticas fiscal y monetaria pueden concentrarse en garantizar que el gasto doméstico sea el suficiente para mantener altos niveles de empleo. Los gobiernos que emiten sus propias monedas no tienen que financiar su gasto, ya que los gobiernos emisores de moneda nunca pueden quedarse sin dinero. Es cierto que España no tiene soberanía monetaria, pero si un gobierno federal europeo tuviera esa soberanía y empleará el balance del BCE, España evitaría la recesión. La alternativa, el caos, la pobreza y el desorden.
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