Opinión

¿Tequila en Sri Lanka?

La situación internacional está moviéndose hacia un escenario donde no sería extraño ver estos episodios multiplicarse

La crisis en Sri Lanka ha puesto el foco en los países que, a veces y de forma forzada, llamamos como emergentes. En estos últimos meses se ha informado sobre cómo la subida descomunal de los precios de los alimentos más el de no pocas commodities puede amenazar la estabilidad económica y social de los países con menos recursos como lo hace la guadaña al trigo. A la espera de que esto pudiera ocurrir, muchos han visto en este país del Índico el primer petardazo de una crisis global que estaría por venir.

Sin embargo, sin ánimo de desmerecer la excepcionalidad del caso y las posibles consecuencias de una crisis alimentaria global -el país ha sido nefastamente guiado en estos últimos años-, la crisis de Sri Lanka es más común de lo que pensamos, siguiendo un patrón muy habitual en muchos casos que ya antes se dieron, y que golpean a países con características muy definidas. Aunque este tipo de crisis combinan factores idiosincrásicos con otros comunes, es fácil encontrar en el reciente episodio aquellos elementos que en no pocas ocasiones se encuentran en otras de este tipo que la antecedieron.

Para lograr atraer esos recursos combinan, por un lado, una fijación de su moneda a otra internacional de renombre, casi siempre el dólar, y unos tipos de interés muy atractivos

Las crisis en países emergentes que inciden en su tipo de cambio, y terminan por llevarlo a una recesión e inflación intensas, son denominadas crisis de tipo "tequila". Reciben este nombre porque fue México, en 1994, el caso más paradigmático y el que fijó los cánones de la misma en la nueva era de la globalización. Sin embargo, las razones y los procesos que las identifican son conocidos desde tiempos pretéritos, pues el mecanismo de estabilidad cambiaria diseñado en el mismísimo acuerdo de Bretton Woods en 1944 fue precisamente una herramienta para luchar contra este tipo de crisis.

Las características que las definen son muy concretas. Para empezar, tenemos países con sectores exteriores muy volátiles, en buena parte debido a su escasa diversificación. Esto, que no necesariamente es siempre así, suele ser bastante común. A continuación tenemos políticas de crecimiento que buscan en el ahorro internacional esa fuente de recursos que no encuentran dentro de su propio país. Para lograr atraer esos recursos combinan, por un lado, una fijación de su moneda a otra internacional de renombre, casi siempre el dólar, y unos tipos de interés muy atractivos. Con estos mimbres suelen cubrir posibles déficits en la balanza por cuenta corriente con superávits en la de capital. Mientras esto permanece en equilibrio, todo ok.

Pero a veces pasan cosas. Enrique Feás escribía hace una semana que las cosas pasan despacio hasta que empiezan a ir rápido.

En el caso de México, errores de política económica, la inestabilidad política de 1994 y el anuncio de una devaluación (error de guardería), llevaron a una tormenta perfecta sobre el peso. Otras razones, pero con similares procesos, se llevaron por delante en la Crisis Asiática de 1998 a varios países para luego, como en un dominó de piezas cayendo una tras otra, terminó contagiando y afectando a Brasil, Ecuador, Rusia y a la Argentina con su recordada cacerolada y corralito.

Muchos emergentes han recibido inversiones en búsqueda de rentabilidades que no encontraban en sus países. Así, el endeudamiento en no pocos de estos países ha sido elevado, en especial durante la pandemia

El detonante surge el día en que los inversores dejan de confiar en el país, retirando sus inversiones y creando un fuerte déficit en la balanza de pagos que merma las reservas disponibles. Esas reservas son la única herramienta que tienen estos países para defender su moneda, pero también son los recursos que les permiten comprar bienes y servicios en el exterior. A más reducción, con mayor probabilidad sucederá el cataclismo y con mayor celeridad saldrán los inversores. A continuación, con la devaluación final de la moneda, la inflación se dispara, el FMI concede recursos y los hombres de negro desembarcan.

La situación internacional está moviéndose hacia un escenario donde no sería extraño ver estos episodios multiplicarse. Muchos emergentes han recibido inversiones en búsqueda de rentabilidades que no encontraban en sus países. Así, el endeudamiento en no pocos de estos países emergentes ha sido elevado en estos años, en especial durante la pandemia. La subida de los precios de materias primas y alimentos en 2021 habría podido favorecer, por vía de exportaciones, temporalmente sus balanzas. Sin embargo, la perspectiva de subida de tipos en los países desarrollados, en particular el dólar, puede generar una reversión en los flujos de los inversores. Junto a ello, la caída de precios de materias primas observada en las últimas semanas debilita buena parte de las balanzas de estos países mientras la apreciación del dólar no ayuda si tienes tu moneda con un tipo de cambio ajustado a la divisa norteamericana. No sería extraño, pues, que se iniciara ese proceso "rápido" de debilitamiento de algunas economías y monedas de emergentes.

Los mercados son cobardes y reaccionan rápidamente cuando la desconfianza crece. Y esta desconfianza lleva un tiempo en máximos

En el caso de Sri Lanka, como me recordaba mi estimado Enrique Feás, fueron las caídas de las exportaciones por turismo tras los atentados de 2019 así como sucesivos errores de política económica. Para el resto de emergentes, y aunque los detonantes pueden ser diversos, variados y diferentes, estos podrían llegar sólo porque algo debilite la posición económica de cada uno de ellos (la comentada apreciación del dólar o la subida de tipos). Es cierto que en la actualidad, y a diferencia de episodios globales como los del 98, la situación tiene su particularidad, como más información de los países, la intervención China en la deuda de estos o la diversificación mayor de algunas economías. Pero los mercados son cobardes y rápidamente reaccionan cuando la desconfianza crece. Y esta desconfianza lleva un tiempo en máximos.

Como siempre, la economía no es una ciencia exacta. No se puede predecir si pasará o no para ciertos países, pero Sri Lanka puede ser el primer damnificado por esta situación. Veremos si a este países del subcontinente indio le siguen otros.

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