Opinión

Todo no es posible, señor Pere Aragonès

No es inevitable la votación de Cataluña. Haga usted la prueba y verá que sí se puede y se debe evitar

“Una corriente política tan persistente como la del independentismo catalán no puede ser simplemente ignorada o reprimida. Mientras la reflexión y la autocrítica no se generalice, el problema seguirá”. Así concluía un editorial del periódico La Vanguardia de ayer, 12 del presente mes, y un día después de la fiesta catalana del Once de septiembre. Se sigue hablando desde el eufemismo en lo referente al independentismo catalán. Se dice sin decir para que se entienda lo que se quiere que se sepa, pero sin atreverse a descubrir las cartas. ¿Qué se quiere decir con la “reflexión y la autocrítica”? Fue más explícito el presidente del gobierno de Cataluña que el día antes a esa fiesta regional afirmaba en su discurso que “Cataluña volverá a votar su futuro, y lo hará con toda la ilusión y toda la alegría de quien está votando a favor de un futuro donde todo, absolutamente todo, es posible. Cataluña volverá a votar, es inevitable”.

 ¿Es a eso a lo que se refiere La Vanguardia? Ya sabemos que el independentismo catalán intentará volver a traicionar a la democracia. Tiene sobrada experiencia. Lo que por el momento tienen sus dirigentes es más miedo que vergüenza. El actual presidente Pere Aragonès, al igual que ocurrió con su antecesor, Joaquim Torra, habla de referéndum o de independencia, pero procura y consigue que sus palabras no queden recogidas en el diario de sesiones del Parlamento catalán y no se transformen en leyes como ocurrió en la etapa de Puigdemont. Ya aprendieron que si declaran oficialmente la independencia o convocan un referéndum ilegal su destino inmediato será pasar por la cárcel o ir de ocupas a la vivienda de Puigdemont en Waterloo.

Si se hubiera aceptado el Estatuto aprobado por la Cámara catalana y por los ciudadanos catalanes, se hubiera acabado con la soberanía de los ciudadanos españoles

La Vanguardia, en su editorial de marras, hace referencia al referéndum de 2017 “duramente reprimido” y a la sentencia del Tribunal Constitucional que “corrigió jurídicamente un Estatuto refrendado popularmente”. Cuando se pide tanta reflexión lo mínimo que se espera es que se ponga por delante el respeto escrupuloso a la Constitución Española de 1978. Un Parlamento autonómico puedo aprobar lo que le venga en gana, incluido que todos los habitantes de su Comunidad Autónoma son extraterrestres. Incluso se puede refrendar por la mayoría de los ciudadanos, pero sencillamente estarán dando valor a una falacia. Los independentistas catalanes y sus voceros reconvertidos al independentismo por gracia de las regalías oficiales olvidan que junto a sus manidos referendos se encuentra otro que también fue votado y aprobado por una inmensa mayoría de los españoles. Si se hubiera aceptado el Estatuto aprobado por la Cámara catalana y por los ciudadanos catalanes, se hubiera acabado con la soberanía de los ciudadanos españoles que también aprobamos, no un Estatuto, sino una Constitución que daba legitimidad a todos los Estatutos autonómicos de España.

La libertad que algunos reclaman para votar contra la Constitución sería a costa de eliminar la libertad de quienes queremos mantener esta Constitución

Una reforma estatutaria o un nuevo estatuto de Autonomía de cualquier Comunidad Autónoma que modifique la Constitución española están condenados al fracaso, salvo que los que piden reflexión y autocrítica acepten ese principio al que los españoles no vamos a renunciar por la fuerza de los hechos. Es tan sencillo de entender que cuesta trabajo que quienes piden una solución negociada no empiecen por aceptar este principio: “Si un territorio anula, elimina o modifica cualquier artículo de la Constitución unilateralmente, está condenado al fracaso”. La libertad que algunos reclaman para votar contra la Constitución sería a costa de eliminar la libertad de quienes queremos mantener esta Constitución y, si falta hiciera, modificarla o cambiarla siguiendo los pasos y procedimientos que la propia Constitución establece. Es tan sencillo que hasta da un poco de vergüenza tener que explicarlo a mentes tan preclaras.

Así que señor Aragonès. No se haga ilusiones. No es inevitable la votación de Cataluña. Haga la prueba y verá que sí se puede y se debe evitar. Pero haga la prueba aprobando la convocatoria de un referéndum de autodeterminación con fechas en el Parlamento catalán.

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