Opinión

Todos acabamos mal, Irene, mira Rajoy

Sánchez arrincona a Podemos, se fumiga a Iglesias, defenestra a Montero y desatasca la vía Sumar de Yoly de Pama

Pedro Sánchez estaba en calzones cuando sentenció a Irene Montero. Hacía running por La Palma, en plena precampaña. La gente advierte que se acercan las urnas en cuanto los políticos se disfrazan de Usain Bolt. Aznar incurría en los abdominales, unos mil al día según la leyenda. Rajoy optaba por el trotecillo cochinero, esto es, caminar un poquito deprisa como para coger el autobús que se escapa. Zapatero apareció un día correteando por una playa desierta, sin dejar huella ni hacer sombra. Un espejismo fantasmal. Almeida arrea balonazos a desprevenidos fotógrafos. Feijóo, la discreción es su norma, apenas se prodiga tuneado de atleta, aunque exhibe una respetable forma física.

Gente legal y leal que menudea por el CIS desvela que el PSOE apenas alcanza ahora los 80 diputados, menos que en el desastre de 2016

Tras pedalear por Valladolid y jugar a la petanca en Coslada, Sánchez correteaba este domingo por La Palma, bajo el volcán, cuando dio la orden de pararle los pies a Irene Montero. O acababa con la ley del sí es sí o la ley acababa con él. Los números de Tezanos amenazan ruina. Gente legal que menudea por el CIS desvela que el PSOE apenas alcanza ahora los 80 diputados, menos que en el desastre de 2016. Podemos también se hunde y la izquierda en pleno naufraga. El vuelco del tablero, que diría Cayetana Álvarez de Toledo. "Acaba de una maldita vez con esto", le dictó, intemperante, al torpe Bolaños. Dos meses ha intentado la ministra de Justicia, la inasible Pilar Llop, convencer a la líder de Podemos de que su ley precisaba de un profundo retoque. No lo logró. La jaculatoria del sí es el Aleph de los morados, el tótem en torno al que gira su esencia y hasta su existencia. Sin la disparatada ley, están finiquitados. "Efectos indeseables", dijo Bolaños, el fontanero mayor de La Moncloa al anunciar la demolición de la norma. Cabalga hacia los 350 el número de violadores y pederastas beneficiados por la ocurrencia de la alegre pandilla de la tarta. Pueden llegar a más de dos mil, según las previsiones. Pánico en las alturas, desconcierto morado. "Saldrán a oleadas, a centenares, a miles", se carcajeaba Pam en urticante intervención, burla de víctimas. Pues están saliendo.

Vamos a embaularnos la ley y a defender el sillón, fue la reacción de Montero al conocer la arremetida de la Moncloa contra su 'sí es sí'

Así no se puede ir a unas elecciones, berrean los caciques que se juegan su porvenir en mayo. Sánchez también el suyo, en noviembre. Era preciso borrar el rastro, poner millas de por medio entre el sí de la pandilla basura y la efigie impoluta del cesarín de la Moncloa. De ahí lo de La Palma, el calzón y el jogging campestre. Se le acabó la paciencia, este lío no es de Sánchez, dice el argumentario oficial. Irene, ha sido Irene.

La excusa apenas convence. La ley se aprobó en Consejo de Ministros y, apenas hace tres meses, en el Congreso, unánime adhesión de las turbas del progreso. El presidente la jaleó, la impulsó, la alabó. Una iniciativa "de vanguardia en defensa de las mujeres que será imitada en Europa", recitaba a finales de noviembre. No se atendieron las advertencias de los especialistas, los avisos de juristas, la opinión de los expertos, los reproches de Consejo Fiscal, CGPJ, de Consejo de Estado... Una veintena de instancias remitieron informes contrarios. Irene los guardó en el cajón. Sánchez miró hacia otro lado. Fusionar delito de agresión y violación acarrea beneficios penales para le reo. Ni caso. Ahora dice Bolaños, otro borrón en su accidentada carrera, que "se consultará a expertos, magistrados y catedráticos". ¿Por qué no se hizo antes?

Sánchez, por entonces, estaba ofuscado con sus reformas del Código Penal para rediseñar los delitos de sedición y malversación al gusto de los dinamiteros de la Constitución. Cataluña es la prioridad en su agenda. Había prisas. A la vista del fallo de este martes del Tribunal de Justicia Europeo, se entiende. No se puede estar a todo. Los Migueles visitadores (Barroso y Contreras) se centran ahora en el negocio, en asaltar los sillones del Ibex, en colocar amigotes en las grandes empresas del Estado, en copar prebendas antes de la debacle. De la campaña, ¿quién se ocupa? Eme Jota Montero y Pilar Alegría, número dos (Narbona no cuenta) y portavoz del PSOE, respectivamente, apenas redondean un acierto. En el PSOE maldicen su impericia. Ministras a tiempo parcial, esgrimen insultos y abundan en malas tripas.

El daño está hecho. El PSOE anuncia que, si es preciso, sacará adelante la proposición de la reforma de la ley en solitario. Tal es su desesperación

Irene Montero, trastornada por incurables limitaciones, también se encontraba este fin de semana en Canarias. En Lanzarote. "Vamos a proteger tanto el consentimiento en el Código Penal como a este gobierno de coalición", fue su desesperada reacción al filtrarse los propósitos de la Moncloa. Lo que, traducido en prosa común, significa que vamos a embaularnos la ley y a defender el sillón. El daño está hecho. El PSOE anuncia que, si es preciso, sacará adelante la reforma de la ley en solitario. Tal es su desesperación. Cuenta con la discreta anuencia de Bildu, PNV, Compromís y demás piezas menores del monstruito Frankenstein. Todos se juegan mucho en el supermayo.

El presidente más progresista y feminista de nuestra historia, acogotado en la demoscopia, el único frente que le preocupa, pretende demostrar su enorme capacidad de resistencia. Ha arrinconado a su incómodo socio, cada día más inhóspito, ha sojuzgado a la princesita morada, un pollo sin cabeza, y ha reforzado a Yoly de Palma, elemento fundamental en el montaje de ese espacio a la izquierda que precisa para Sumar. El anuncio de la subida del salario mínimo interprofesional del 8%, este martes en el pulso contra Feijóo, es un primer paso en ese sendero. Egoista como es le frustró el protagonismo de la rueda de Prensa a la espasmódica Yoly, pero, al cabo, es un tanto que se anota la titular de Trabajo frente a la podemia.

Profecía autocumplida

No habrá crisis de Gobierno. Ni Sánchez lo necesita ni Podemos lo quiere. ¿Dónde van a ir las Pam? ¿Dónde cobrarían 120.000 euros sin estar pendientes cada madrugada del despertador?. Cuenta Maxim Huerta, mártir y casi virgen por la causa, que hace cuatro años, cuando acudió a la Moncloa "para que me tiraran al precipicio", para que lo cesaran de ministro, el presidente, frías entrañas de venenoso reptil, le comentó muy afectuosamente: "Todos acaban mal, mira Zapatero, mira Aznar, mira Rajoy... ¿y qué dirán de mí?, ¿qué dirá de mí la Historia?". Como todos los alcohólicos del poder, él mismo ya se había respondido: "Pasaré a la historia, entre otras cosas, por haber desenterrado los huesos de Franco". Más bien, será por el sí es sí, su ley, su perdición. Su gran error. "Todos acabamos mal", en efecto. Profecía autocumplida.

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