Opinión

La tomadura de pelo de la ministra de Justicia

Ministra Llop, no nos engañe. No utilice sus armas más refinadas para hacernos entender lo que luego no va a suceder.

Mañana hará una semana de la habilidosa performance de la ministra de Justicia Pilar Llop. Tuvo lugar en el Congreso de los Diputados, y se produjo después de una medida e irrefutable intervención de la diputada mallorquina Marga Prohens. Lejos de la demagogia y la ordinariez a las que nos tienen acostumbrados en estas sesiones de control al Gobierno -a la oposición, más bien habría que decir- la parlamentario del PP supo enjaretar unos cuantos datos con sus consecuencias acerca de los tipos que en su tierra han abandonado, o se disponen a abandonar la cárcel antes de tiempo beneficiados de la ley del 'solo es sí es sí'.

Mañana hará una semana de esta pregunta y la posterior intervención de una de las ministras más desubicadas y asustada del Gobierno de Sánchez. Es, quizá, la más refractaria a una entrevista que no se desarrolle en terreno favorable, y aun así se prodiga lo justo. Llop no es una indocumentada, ni una mujer insensible que, a la manera de otras, les da la risa floja con estos violadores y abusadores que se benefician de la ley de Irene Montero. Es fácil adivinar que con ella en el Ministerio de Igualdad no sucedería lo que ha pasado, pasa y pasará por algún tiempo, por mucho que el Gobierno, horrorizado  por las encuestas, quiera darle a la reforma de la ley carácter de urgencia. Tiene la ministra Llop la cualificación y la sensibilidad que le falta a Irene Montero. Tampoco es que haga falta mucho puesto que, siguiendo las enseñanzas de ZP, cualquiera puede ser ministro en este país.   

Esto de los violadores a la calle antes de tiempo sí que se entiende bien sin necesidad de dar muchas explicaciones. Da igual que haya votado a Vox o a Podemos, al PP que al PSOE

Hay quien señala la importancia de que la reforma se concrete antes del 8 de marzo, día internacional de la Mujer, para evitar así el escarnio de que sean las que sostienen las pancartas las mismas que han facilitado, con su ignorancia y soberbia, que más de medio millar de abusadores, acusadores y violadores se hayan beneficiado dela rebaja de penas. No, hombre no. La anestesia que sufre una buena parte de la sociedad ha tenido provechosos efectos para el Gobierno, desde luego. Y sabemos por Gracián que toda exageración es una rama de la mentira.

Dio resultados con la sedición: uff, qué lío eso de la sedición. Y con la malversación. Sí, claro, el Gobierno sabe que no está el personal para leerse el Código Penal. No le interesa ni lo entienden mucho y, lo que es peor, en estos tiempos, ni lo intenta. Pero, oiga, esto de los violadores a la calle antes de tiempo sí que se entiende bien sin necesidad de dar muchas explicaciones. Da igual que haya votado a Vox o a Podemos, al PP que al PSOE, que sea del Madrid o el Barça. Desde el doctor al pastor, todo el mundo sabe que lo que está ocurriendo no tiene nombre. Y lo es porque no hace falta explicar el desatino con palabras. Es suficiente con las emociones y los sentimientos, que no son precisamente ideas que se puedan cambiar con propaganda. Contra un sentimiento la lucha es siempre estéril.

Eso es lo que Pilar Llop quiso hacernos ver en su performance. Yo, que seguía por la televisión su intervención, llegué a sentir por ella la solidaridad que cualquiera advierte por quien es maltratado y abandonado. Ahí estaba, en su escaño, sola, aguantando la durísima pero noble intervención de la diputada Marga Prohens. Por un momento me pareció que se le rompía la voz a, y yo mismo sentí por ella la solidaridad que despierta la desgracia. Va a llorar, me comentó alguien que estaba a mi lado. Fue cuando dijo eso de "me siento absolutamente responsable de esta reforma y asumo en primera persona todo lo que pueda pasar".  

Cuando uno afirma que asume la responsabilidad de sus actos, y si estos son tan nefastos e irresponsables como lo que estamos viviendo, lo que viene a continuación es una dimisión

Una semana después de escuchar estas palabras, el número de abusadores y violadores beneficiados por este comistrajo legal ha aumentado ostensiblemente, pero seguimos sin saber qué quería decir la apenada ministra cuando nos aseveró que asume en primera persona lo que pudiera pasar. Ni ha pasado nada, ni se ha visto en la necesidad de responsabilizarse de nada. Ministra Llop, no nos engañe. No utilice sus armas más refinadas para hacernos entender lo que luego no va a suceder. Cuando uno afirma que asume la responsabilidad de sus actos, y si estos son tan nefastos e irresponsables como lo que estamos viviendo, lo que viene a continuación es una dimisión. Y no una dimisión a secas, una dimisión irrevocable. Si no es así lo suyo de hace una semana fue una actuación, una buena actuación para la galería de una ministra abandonada por los suyos que ni siquiera estaba en el Gobierno el día que se dio el visto bueno al bodrio que presentaba Irene Montero. No estaba en el Gabinete, pero ahora sí. Y ahí seguirá después de habernos engañado.

Si, vale, de acuerdo, asumir responsabilidades es eso. Palabras. Sólo palabras. Sánchez le ha confirmado en su puesto, tanto a usted como a la ministra de Igualdad. No diré que ambas ministras sean la misma cosa en este desaguisado porque Llop aún tiene la decencia de balbucear algo que le pueda comprometer. La otra señora va por ahí hablando de los jueces machistas y la derecha mediática mientras le hace una higa a Sánchez porque no la puede cesar. Y todavía se asustan cuando les llegan las últimas encuestas. ¿Qué querrán, aplausos?

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