Ya a principios de este verano dediqué una columna a glosar las singladuras mediterráneas que nuestro protagonista, Toni Comín, la más perfecta síntesis que podamos encontrarnos de nepo-baby, por ser hijo del histórico político aragonés Alfonso Comín, y percebe, por lo bien que se agarra al carguillo público, disfrutó junto a su amigo y colega de delirios Lluís Llach a bordo de un yate que pagaron sin saberlo todos los contribuyentes a la caja del Consell de La República. La denuncia partió de la entidad Cat Global ASBL, que, tal y como publicó el diario “El Món”, desgranó una serie de incidencias relativas a la contabilidad, fiscalidad y legalidad en general en el manejo del dinero que además de sacar a relucir la inoperancia en la gestión de los recursos, mostraba siempre una clara tendencia a utilizarlos para gastos suntuarios y personales de los héroes huidos.
Y es que siete años pueden hacerse muy largos en Waterloo, ciudad de vacaciones. Una vez puestos los tuits correspondientes, hecha la limpieza general de la casa y despachadas las tietas que ese día se hayan acercado en autobús desde Vic hasta la mansión alquilada para ver de cerca y en carne mortal el heroico perfil de su líder, poco más hay que hacer con tanto tiempo libre en las grises tardes belgas. Uno llega a cansarse incluso de las fiestas y las conspiraciones, y el manto épico que te cubre el primer mes tras la marcha en el maletero empieza a deshilacharse mucho más pronto de lo que se esperaba.
Toni Comín, la más perfecta síntesis que podamos encontrarnos de nepo-baby, por ser hijo del histórico político aragonés Alfonso Comín, y percebe, por lo bien que se agarra al carguillo público
Con una educación de élite propia de la aristocracia de izquierdas barcelonesa a la que pertenece.-es licenciado en políticas y filosofía y letras habiendo conseguido también el grado superior de música en la especialidad de piano.- Su mérito principal radica en su habilidad de saltar de partido en partido sin caerse nunca de la liana. Primero fue diputado socialista en el Parlament de Catalunya para después evolucionar hacia el independentismo acabando en las listas de Junts pel sí por la cuota de Esquerra. No contento con estos giros copernicanos que descoyuntarían a cualquiera menos flexible que él, dejó también la formación de Junqueras para pasar a ser el escudero de Puigdemont en Junts, a quien hasta hoy acompaña en sus largos años de turismo por Europa.
Toni, dispuesto a salir del marasmo del ocio en el que se mece, se presentó a las europeas por Junts y consiguió el escaño, pero rehén de sus épicos discursos y su odio al país invasor, se negó a venir a Madrid a jurar la Constitución para poder hacerse con su acta de Eurodiputado. A ello siguió la correspondiente batalla judicial y ahora el TJUE ha sentenciado que si quiere hacerse con el acta tendrá que someterse a todos los requisitos que establece la legislación española para ello. Es decir, venir a Madrid y prometer o jurar la Constitución. Sus fieles se revolvieron ante la evidente injusticia contra su héroe pero no contemplaron ninguna otra posibilidad que la renuncia al acta. Los principios de un buen independentista pasan por no someterse jamás la autoridad de los colonos, pase lo que pase y caiga quien caiga.
Pero he aquí que Toni no es de la misma opinión y ahora se ha descolgado diciendo que si se le extiende una suerte de inmunidad que le permita el viaje a Madrid está dispuesto a jurar la Constitución, besar la bandera, ponerse de rodillas y cantar soldadito español con tal de hacerse con el acta y con la pasta que conlleva el acta.
La respuesta en la esfera indepe ha sido la previsible: indignación total entre la masa que se dejó engañar por los trileros y furibundos editoriales en los digitales que todos ellos leen. No se pueden creer lo que ya estaba a la vista, que un tipo que ha militado en tres partidos haciendo carrera en los tres, que usa los fondos del Consell para cruceros privados por la costa azul y que lleva siete años viviendo del cuento, no se va a dejar ahora condicionar por principio alguno, incluidos los suyos. Como Groucho, si no puede hacerse con la nómina por la vía rebelde, se hará con ella por la vía legal.
Y hasta aquí llegó la ardorosa épica de aquellos años del Procés. Porque lo importante es resolverse uno su vida y dejarse de patrias e historias. No descarto que en este viaje de vuelta el acróbata Comín evolucione nuevamente hacia otros partidos insospechados en los que pueda prosperar más y divertirse el triple, al fin y al cabo, como han demostrado Vox y el Partido Popular votando a favor de la amnistía a los etarras que el PSOE ocultó como caramelo envenenado en una ley en la confianza, acertada, de que no se la leerían íntegramente antes de votarla, no hay tanta diferencia entre unos y otros.
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