Tiempo, mucho tiempo hace que la política catalana se mueve entre la épica y la simbología, entre el victimismo en lugar de moverse en la gestión. Por ello, para la estrategia política del 'procés' y de la extinguida Convergencia, vale más dejar al president Torra como mártir del independentismo catalán que lo dio todo por 'su país', que muere políticamente por 'su país', que hacer gala de una obra de gobierno inexistente, una obra de gobierno que se ha movido entre lo superfluo y lo estético.
A esta estrategia le va como anillo al dedo que este jueves Torra se siente ante un tribunal que, con aplastante seguridad, le inhabilitará por algo que parece ridículo pero que está fuera de la ley y es mantener una pancarta en el balcón de una institución pública en defensa de los que dicen presos políticos. Tan disparatado es que Torra, sabiendo como sabía a lo que se enfrentaba, decidiera incumplir la legalidad porque le va bien para su estrategia política, como que aún no haya convocado elecciones. Todos se lo están pidiendo a gritos, desde ERC a Ciudadanos. Pero si algo ha demostrado Torra es que no tiene nada que perder manteniéndose al frente del gobierno catalán, que no llegó a la política para más que para dejar la presidencia como un mártir, y esa trayectoria que está siguiendo sí que es intachable. Torra saldrá por la puerta grande para ese independentismo que culpa de todos sus males al ajeno.
Afición a la desobediencia
A Torra, con la permanente crisis dentro de su partido, le interesa más hacer creer que el “Estado está instalado en la venganza” que hacer caso a sus socios de Gobierno, a ERC, que le han instado a convocar elecciones antes de ser inhabilitado, porque lejos de estar unidos por el mismo lazo independentista, se han convertido en auténticos rivales. Ni la cárcel ni el mal entendido exilio, léase la fuga de Puigdemont, les ha unido porque mientras unos -los ex convergentes- hacen caso omiso de las leyes que no les gustan, los de ERC hace tiempo que dejaron claro que transitarían por la vía de la legalidad. A Torra le gusta desobedecer, nos lo ha dejado muy claro y desobedecerá todo lo que tenga que desobedecer por la causa.
Cconvergencia pasa por una crisis ideológica abrumadora, frente a la fortaleza de los de Oriol Junqueras y le vale más poner el foco político en lo que consideran un 'Estado represor' y que no respeta la 'libertad de expresión' que salir a explicar su proyecto para Cataluña. Ya carecen de él, o se ha difuminado o está demasiado difuso entre Junts y el PDeCat. Torra deja un legado que no se le puede cuestionar y es su defensa a capa y espada de lo que quiere una parte de la sociedad catalana. El hecho de que le sienten ante un tribunal por esa defensa de cualquier gesto que sirva al independentismo es lo mejor que en estos momentos le puede pasar a un partido que durante veinte años tuvo todo el poder imaginable pero que ahora se enfrenta a perder de un plumazo todo aquello que impulsó durante décadas Jordi Pujol.
Torra ha intentado defender durante dos horas en el Parlamento catalán su legado, su obra de gobierno. Ha subido probablemente por última vez como presidente a la tribuna en un debate de política general. Nos ha querido ofrecer una imagen de unidad que no existe. Si por algo pasará a la Historia, además de como uno de los mejores mártires del independentismo, es por ser el presidente catalán durante la gestión de la pandemia del coronavirus, quizás lo único realmente importante que habrá tenido que gestionar. Cuídense, con mascarilla siempre.
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