Opinión

Traición en la oscuridad de Getsemaní

El ensayo “La noche de Getsemani” de Massimo Recalcati con traducción de Carlos Gumpert que acaba de editar Anagrama traza las condiciones necesarias para que pueda darse la traicion y señala cómo “la experiencia más radical de traicion no provien

El ensayo “La noche de Getsemani” de Massimo Recalcati con traducción de Carlos Gumpert que acaba de editar Anagrama traza las condiciones necesarias para que pueda darse la traicion y señala cómo “la experiencia más radical de traicion no proviene nunca del desconocido, sino de quien está cerca -del más cercano-, de aquel en quien depositamos nuestra plena confianza”. En su análisis la “traicion” del desconocido sólo puede tener la naturaleza del engaño. Y precisa que engañar no implica amor alguno, cercanía alguna, proximidad alguna. Se trata solo de astucia cínica. Porque el que urde el engaño no tiene vínculo emocional alguno con quien es engañado. Su conducta responde única y exclusivamente a un interés personal. Su proceder no quiebra ningún pacto simbólico, ni ofende ningún amor.
“El artífice del engaño obra con lucidez, sin pasión, sin ningún obstáculo afectivo porque la persona engañada no tiene valor alguno para él”. En suma, que “no existe la traicion si no se da una proximidad entre el traidor y el traicionado; que no existe una verdadera traicion que no sea la traicion del más cercano: del alumno contra su profesor o del maestro contra su alumno, del hijo contra el padre o del padre contra el hijo, del amado contra la amada o de la amada contra el amado, de Sánchez contra Abalos o de Abalos contra Sánchez. Es decir que “Sólo podemos traicionar a aquellos que realmente han depositado su confianza en nosotros, solo a quienes nos han reconocido como esenciales para su vida: a nuestro maestro, a nuestro amigo, a nuestra mujer, a nuestro hombre”.

No existe una verdadera traicion que no sea la traicion del más cercano


Según cuenta el relato de Mateo (Mt 21, 5) a la noche del huerto de Getsemani habia precedido la entrada jubilosa a Jerusalén, que recibe con alborozo a su Mesías sentado en un asno, al que el pueblo, el mismo que más tarde, en el momento de su pasión, exigirá con estruendo y violencia cargada de odio su muerte, le aclama jubiloso gritando “¡Hosana al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!” (Mt 21, 8-9). Massimo Recalcati, director del Instituto de Investigación en Psicoanálisis Aplicado de la Universidad de Pavia, escribe que al disociar la verdad de la palabra de su necesaria encarnacion, la doctrina quedaría confinada en la erudición, estéril, mientras que en la noche de Getsemani la palabra de Jesús mantiene una relación especial con la verdad, porque su palabra dice lo que hace: no separa el decir del hacer.
Para nuestro autor tender a hacer coincidir el “decir” con el “hacer” permite pensar la verdad solo como un testimonio singular en acto. Por eso, no deberíamos llegar con las palabras más lejos de lo que estemos comprometidos a llegar con los hechos. Con Peter Esterhazy en su libro “Armonía celestial” aprendimos que para mentir hay que conocer la verdad y con Massimo Recalcati que solo podemos traicionar o ser traicionados por los más próximos. Traicion y proximidad van siempre de la mano. Si Sánchez traicionara sería a los socialistas, en cuanto a los peperos habrian de esperar su turno porque sólo podría traicionarles Feijoo.

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