Opinión

La gran traición del PSOE fue laboral

Se puede modernizar un país a la vez que se abandona a la clase trabajadora, los 40 años del PSOE lo confirman

Escribo estas líneas el viernes anterior al acto de autohomenaje del PSOE en Sevilla, también conocido como “cuarenta años de paz”. Allí Pedro Sánchez intenta asociar su legado con el del PSOE triunfante de Felipe González y Alfonso Guerra, aquel partido capaz de recibir diez millones de votos y enamorar a más de la mitad de España. Si de algo sabemos que no se hablará es del Informe Petras (1995), un amplio estudio encargado al sociólogo estadounidense James Petras, que una vez finiquitado lo entregó al CSIC, organismo estatal que no vibró precisamente con los resultados y decidió ocultarlo en un cajón.

¿Qué descubrió Petras que gustase tan poco al PSOE de la jet set? Que la protección laboral había disminuido en España durante las legislaturas del PSOE, en vez de aumentar. ¿Por qué conocemos su contenido si fue silenciado? Los resultados llegaron al gran público gracias a que la revista contracultural Ajoblanco los publicó en forma de número especial. La lectura explicaba algo muy sencillo: que el PSOE perjudicó la seguridad laboral de los españoles, saboteando así la fuerza de sus propios votantes. “El informe muestra de forma desgarradora lo difícil que va a ser para la izquierda tejer una base social sin la que no se va a poder construir eso de lo que hoy carece: un proyecto político para el Estado español y para Europa”, lamentaba en el prólogo Diego López Garrido. Cuatro décadas después, seguimos en las mismas.

Hablemos claro: Felipe González apostó por un desgüace del mercado laboral, al que luego aplicaba con generosidad las anchas tiritas de las subvenciones socialdemócratas (seguro de desempleo, educación y sanidad gratuitas, patronazgo estatal de las artes...). Hace solo unas semanas, el PSOE de Pedro Sánchez confirmó gráficamente el seguidismo de la estrategia del partido en 1982: hicieron circular un cartel publicitario al estilo del dibujante ochentero José Ramón Sánchez donde aparecían abrazados Felipe González, Pedro Sánchez y José Luis Rodríguez Zapatero. Si lo comparamos con el original en que se inspiraba, comprobamos que habían desaparecido todos los elementos alusivos a la industria, la pesca y la agricultura. Y eso ha sido siempre el PSOE: un partido progresista con tremenda desconexión -incluso aversión- respecto de sus bases trabajadoras.

El PSOE antiobrero

Algunos datos para hacernos una idea. La tasa de desempleo en 1975 era de un 5,9%, mientras que en 1985 se disparó hasta el 21,9%. La gran consigna del PSOE de Felipe González fue poner a España a la altura de Europa, pero las cifras no les dejan en buen lugar: “Mientras en 1974, antes de las políticas sociales de liberalización, el índice de desempleo era más o menos el mismo que en Europa, a mediados de los ochenta se había multiplicado por siete y así doblaba la tasa europea, una tendencia que continuó hasta el final de la década y más allá”, lamenta Petras en su informe. Además de un paro desbocado, la legislación socialista disparó la precariedad.

El PSOE propició la primera generación de españoles condenada a vivir peor que sus padres, tanto en sueldos como en vínculos sociales

El título oficial del Informe Petras era Padres-Hijos. Dos generaciones de trabajadores españoles. ¿Frases destacables de entre las decenas de entrevistas que se realizaron? “Nadie se preocupa de los demás… el trabajo eventual ha hecho que perdamos el compañerismo”; “Todos los sindicatos son corruptos… la política es engaño”; “No quiero pensar en el futuro”; “Hasta 1980, los trabajadores compartían un punto de vista común, después cambiaron… pasaron a ser más individualistas”; o finalmente “los sindicatos y los partidos políticos han abandonado la educación y organización de los jóvenes”, entre otras. Estamos ante el retrato de la primera generación de españoles condenada a vivir peor que sus padres, tanto en sueldos como en vínculos sociales.

¿Por qué traicionó el PSOE a sus propias bases? Me quedo con la explicación del sociólogo Jorge Sola: “Personas como Miguel Boyer y Carlos Solchaga compartían un ideario más bien social-liberal. Tenían fuertes lazos con el sector financiero y poca sensibilidad con el mundo del trabajo. Otra razón fue la debilidad relativa de los sindicatos y de la clase trabajadora en general: CC.OO. y UGT lanzaron un pulso al Gobierno con tres huelgas generales, pero su poder organizativo y niveles de afiliación sindical, en torno al 10%, eran mucho menores que en el norte de Europa, donde rondaban el 70%. Todo ello contribuyó a normalizar unos niveles de desempleo que habrían sido inaceptables en un país con una tradición socialdemócrata más arraigada. La política del PSOE continuaba con el modelo de ‘bajos salario, baja productividad’ que había heredado del franquismo, y que fue resumida magistralmente por José Víctor Sevilla -secretario de Estado de Hacienda de 1982 a 1984-: España es un país con malas empresas pero buenos negocios”, recuerda Sola. La política del PSOE siempre fue más continuista de la dictadura que rupturista.

Como era de esperar, el famoso cartelito multicolor donde Sánchez se abrazaba a Zapatero y Felipe González fue objeto de chanza digital. De manera inmediata, salieron todo tipo de parodias, en algunas de las cuales aparecían las siglas del PSOE con la “O” caída. Todos sabemos que ese es el chiste más frecuente y la mayor tragedia del partido: el hecho de que la “O” de “Obrero” siempre les ha sobrado, excepto en los periodos electorales y en las performances mineras de Rodiezmo.

Apoya TU periodismo independiente y crítico

Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación
Salir de ver en versión AMP