Opinión

Trampas mentales en la bolsa

La estadística es clara: la bolsa es la inversión que históricamente mejor bate a la pérdida de poder adquisitivo que genera la subida constante de los precios. No obstante, mucha gente que invierte en ella no sólo no obtiene un rendimie

La estadística es clara: la bolsa es la inversión que históricamente mejor bate a la pérdida de poder adquisitivo que genera la subida constante de los precios. No obstante, mucha gente que invierte en ella no sólo no obtiene un rendimiento superior al del IPC, además pierde dinero. Eso detiene a muchos inversores en su intención de entrar en el mercado, y más en un año como el actual, con un primer trimestre tan alcista, en el que las “altas” valoraciones retraen en muchos casos las ganas de aumentar el riesgo. Es curioso cómo trasladamos al mundo de las inversiones los conceptos que vivimos en nuestro día a día: si estamos acostumbrados a comprar cebollas a dos euros el kilo y de repente las vemos a 1,5, nos parece que están baratas y tendemos a comprarlas con satisfacción. Del mismo modo si solemos ver el precio de una cotizada a dos euros y baja hasta 1,5 solemos actuar igual pensando que si está más baja, es porque está barata. Gran error, las acciones no son un bien de consumo, que algo baje de precio no implica que se pueda ganar más dinero comprándolas porque el concepto caro y barato es diferente. Las acciones más rentables en 2024 (como Nvidia) ya habían subido mucho en 2023, mientras otras -como Bayer- que han bajado ya habían tenido un mal comportamiento en 2023.

Seguir la tendencia

Nos influye el acostumbrarnos a unos precios, a unos niveles, y eso provoca que cuando ese rango cambia, tendamos a creer que hay una oportunidad ahí cuando baja y que no la hay cuando sube. Estuvimos años sin ver el Ibex en 10 mil puntos, cuando los alcanzó a finales del año pasado parecía que el Ibex ya se ponía caro pero este año lo hemos visto por encima de 11 mil, y si nos acostumbramos, cuando lo veamos en 9.999 automáticamente tendremos la impresión que está “barato”. Un mismo nivel en unos meses nos parece una cosa y la contraria. Las trampas psicológicas influyen mucho en los inversores, especialmente en los que suelen especular a corto. Y precisamente la estadística dice que la inmensa mayoría (en torno al 90%) de los que hacen trading intradiario pierde dinero contra la mayoría que a largo gana en bolsa, y seguramente sea por ese motivo. Las cotizaciones no son inmutables ya que dependen de la oferta y la demanda prácticamente al minuto. Intentar darle lógica al mercado en el corto plazo no tiene mucho sentido porque la única forma de ganar dinero en tan corto periodo de tiempo es siguiendo la tendencia, sin pensar demasiado.

Nuestra mente quiere controlarlo todo, es normal, pero lo cierto es que nadie conoce el precio real de las acciones pues varía constantemente y no es controlado por la compañía (y mucho menos por los analistas o por nuestras opiniones) sino por los vaivenes de los mercados. Y dado que nadie conoce el futuro, es muy relativo todo intento de valoración, por más que se empeñen algunos.

Un mercado con una exposición considerable al sector tecnológico, como el estadounidense, cotizará con unas valoraciones más caras que el de otras regiones, como Europa

En 1856, el barco que llevaba los sellos desde la Metrópoli a la Guayana se retrasó lo que provocó que en la colonia emitieran los suyos propios de color magenta y que, para evitar su falsificación, fueran firmados por los expendedores. Una auténtica rareza en el mundillo filatélico que los hizo únicos. Uno de esos minúsculos sellos de un centavo fue vendido en 2014 por 9,5 millones de dólares. Entre medias hubo varias ventas y varias compras, cada vez por más valor. Así de arbitrarias pueden parecer las cotizaciones en la bolsa. No existe una valoración exacta de nada y tampoco de las empresas. Algo vale lo que alguien esté dispuesto a pagar por ello y muchas veces depende de circunstancias exógenas. Las diferencias en las normas contables y la idiosincrasia de los diferentes mercados bursátiles implican que algunos siempre cotizan con unas valoraciones más caras que otros.

Por ejemplo, los valores tecnológicos son más caros que algunos de otros sectores porque presentan unas perspectivas de crecimiento elevadas. Por tanto, un mercado con una exposición considerable al sector tecnológico, como el estadounidense, cotizará con unas valoraciones más caras que el de otras regiones, como Europa. Y no por eso, como hemos visto durante todo este siglo, será menos rentable.

Lo barato es simplemente lo que podemos vender más caro en un futuro, y lo caro lo que mañana cotice a un precio inferior

Otro ejemplo. El Corte Inglés no cotiza en bolsa y podemos asumir, por sus beneficios y su patrimonio con un análisis fundamental detallado, que su valor es, por ejemplo, 10 euros por acción. Sin embargo, si saliera a cotizar en bolsa al mismo tiempo que Inditex amplía capital y en un mercado global a la baja, lo mismo sólo obtendría 8 y, si por el contrario, el mercado estuviera al alza e inundado de liquidez, lo mismo podría colocar sus acciones a 12. La percepción nos influye (aunque sea errónea) y si un valor empieza a cotizar a 12 y en un mes baja a 10 (el valor teóricamente correcto), ya tendemos a creernos que está barato, simplemente por costumbre de verlo a un precio superior, aunque eso realmente no signifique nada. Lo barato es simplemente lo que podemos vender más caro en un futuro, y lo caro, lo que mañana cotice a un precio inferior, da igual que eso implique un precio de 10 o de 100, da igual que sea un precio superior o menor a la media histórica, lo que digan los analistas y, sobre todo, lo que a nosotros nos pueda parecer.

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