Tras tres meses de guerra, todo lo que Israel advirtió se ha ido demostrando cierto: Hamás excavó durante dieciséis años, con dinero catarí, una masiva red de túneles bajo hospitales, escuelas, mezquitas y viviendas, sin que lo denunciara ninguna agencia humanitaria, ningún corresponsal; los terroristas usaron la infraestructura civil y humanitaria para ocultar secuestrados, almacenar armas, lanzar ataques; los yihadistas aplicaron en su ataque del “sábado negro”. Una violencia indescriptible, una inhumanidad salvaje y los secuestrados cautivos en Gaza son maltratados sin que nadie lo impida.
También han ido quedando expuestos los apoyos de los islamistas y el papel de cada cual: Catar, que financió a los terroristas y alberga, sin detenerlos ni entregarlos, a los líderes de Hamás. Irán, el marionetista del terrorismo internacional, que mueve los hilos de Hamás, Hizbullah, los hutíes de Yemen. Turquía, el régimen que aporta la cobertura internacional necesaria. Las Naciones Unidas y sus agencias (Unrwa, Unicef, OMS), y muchas ONGs (Cruz Roja, Oxfam, Médicos Sin Fronteras, Amnistía Internacional…), la pantalla que protege a los terroristas y su narrativa. La UE y la propia España, los colaboradores necesarios para demonizar a la víctima, Israel, y seguir enviando fondos sin control que acaban en manos de los verdugos, Hamás.
Hamás atacó Israel en una auténtica orgía de sangre y violencia sin límites. Y dice que lo volverá a hacer. Por eso es responsable y por eso debe ser derrotado
Todos ellos buscan impedir que Israel cumpla el muy razonable objetivo de acabar con una amenaza inaceptable para sus ciudadanos. Porque, si se impide a Israel la destrucción de Hamás y la desnazificación posterior de la población de Gaza, si Israel no puede luchar esta guerra sin causar víctimas civiles palestinas, simplemente se le está forzando a la derrota. Todo ello, mientras se hace responsable a Israel y no a Hamás, de esas víctimas y de la responsabilidad de cuidar por las necesidades humanitarias de los gazatíes.
Sin embargo, una de las cuestiones que pesan fundamentalmente en la opción pública española es el asunto de las “víctimas civiles” palestinas. ¿Por qué están muriendo tantos civiles en Gaza?
Primero, y sobre todo, porque Hamás atacó Israel en una auténtica orgía de sangre y violencia sin límites. Y dice que lo volverá a hacer. Por eso es responsable y por eso debe ser derrotado.
Segundo, afrontémoslo, porque Hamás controla Gaza contando con un gran apoyo popular. No todos los “civiles” palestinos son perfectamente inocentes. Muchos colaboran activamente con los terroristas.
Tercero, porque los números no son fiables. Los dan los propios terroristas. Y son repetidos obedientemente por los medios occidentales. A posteriori, en todas las operaciones anteriores, las cifras que fueron dando los palestinos durante los combates se demostraron groseramente exageradas. Además, los terroristas actúan vestidos de civiles y son contados como tales cuando caen abatidos.
Cuarto, porque los terroristas atacan entre la población civil, usándola como escudos humanos.
Quinto, porque el dinero de la cooperación internacional fue controlado por Hamás, que lo utilizó para extender sus capacidades terroristas, con túneles y misiles. No se construyó un solo refugio para civiles.
Para Hamás, como para cualquier grupo integrista musulmán, la vida de los civiles es irrelevante. Como la creación, en su caso, de un “estado palestino”. Sólo les interesa la destrucción de los infieles (los judíos, Israel) y la creación de un califato universal.
Pero, perversamente, provocar que haya víctimas civiles sirve a su propaganda, ante la credulidad y la ingenua frivolidad de los medios occidentales, que se prestan como altavoz para difundir el relato de los criminales y sus patrañas. La voluntad y la capacidad de Hamás de causar miles de víctimas civiles israelíes en un solo día si el Estado Judío baja la guardia se comprobó el 7 de octubre. Y se sigue demostrando todos los días con los veinte mil misiles que ha lanzado sobre poblaciones israelíes desde aquel día. Un crimen de guerra diario que sigue sin reportarse.
Israel busca desesperadamente minimizar las víctimas civiles palestinas: anuncia las zonas de bombardeo y las zonas seguras a las que se deben desplazar los civiles
La única razón por la que no se cuentan las víctimas israelíes por decenas de miles a día de hoy es que Israel invierte ingentes recursos en la protección de su población. El sistema de Cúpula de Hierro, costosísimo, equivale a parar una bala con otra bala. Las alarmas, los refugios… Justo lo contrario que Hamás.
Pero es que, además, a diferencia de Hamás, Israel busca desesperadamente minimizar las víctimas civiles palestinas: anuncia las zonas de bombardeo y las zonas seguras a las que se deben desplazar los civiles. Llama por teléfono, lanza pasquines para advertir a la población que abandone determinados edificios. Crea corredores humanitarios para que la población civil pueda evacuarse (mientras Hamás lo intenta impedir, incluso tiroteándola, para evitar perder sus “escudos”). Cancela ataques ante el peligro de víctimas colaterales. Y, en último término, ante las cobardes tácticas de Hamás, en vez de efectuar “bombardeos masivos”, Israel envía a sus soldados a tratar de limpiar esa madriguera de emboscadas y túneles en una operación terrestre. Por eso han muerto más de 150 soldados israelíes hasta la fecha.
Las incursiones aéreas de Israel son tan quirúrgicas que se pueden contar más operaciones de la aviación israelí que número de víctimas totales dice la propaganda de Hamás que se han producido. ¿Cómo podrían ser esas operaciones “indiscriminadas”?
Sin vendas en los ojos es sencillo de entender: si Israel hubiese aplicado su capacidad militar sin restricciones en Gaza las víctimas palestinas se contarían por cientos de miles. En una región con alta densidad de población, con más de dos millones de habitantes, con los terroristas escondidos tras las familias y después de tres meses de guerra, las fuentes de Hamás difunden que han muerto veinte mil gazatíes. Digamos que es la mitad. Y de ellos, el 80%, hombres en edad militar, terroristas de Hamás y otras facciones. Las guerras son trágicas pero, ¿quién con una mínima objetividad podría acusar a Israel de desproporcionalidad, mucho menos de ensañamiento?
Eran los malos y fueron derrotados
Todo ello mientras ciento treinta israelíes siguen secuestrados en Gaza sin visita alguna de la Cruz Roja, treinta de los secuestrados han sido asesinados por sus captores y decenas de las víctimas liberadas en intercambios por terroristas palestinos han sufrido innombrables abusos sexuales y de todo tipo.
En último término, contar con más muertos en el conteo de víctimas no es en absoluto signo de virtud para una de las partes en un conflicto. En la Segunda Guerra Mundial, los nazis atacaron y cometieron todo tipo de atrocidades. Murieron al final más alemanes que norteamericanos o británicos. Muchísimos de ellos civiles. Pero eran los malos y fueron derrotados. La guerra se ganó. Se tenía que ganar. A pesar de colaboracionistas, propagandistas y negacionistas. Para que el mundo fuera un lugar mejor. Y así pasará también en la guerra contra Hamás y el terrorismo yihadista.
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