Ayer se conoció el fallo favorable a los taxistas españoles en la sentencia de la Sala III del Tribunal Supremo que ponía fin al litigio promovido por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia y que despeja en gran parte el panorama de la movilidad urbana, tras más de cuatro años de incertidumbre jurídica sobre el futuro de los más de 70.000 taxistas españoles.
Como abogado parte en el procedimiento me felicito por el éxito de la causa al impedir la entrega espuria del mercado de la movilidad a las plataformas digitales, pero me alegro aún más por algunas de las ideas que pone el Alto Tribunal sobre la mesa, porque serán muy útiles para un futuro diseño armónico y equilibrado de la movilidad urbana, que es tarea de todos, ciudadanos y administraciones. La calificación del servicio de taxi como un “servicio de interés general” y la valoración de la opción por ofrecer un servicio regulado de taxi al ciudadano como un objetivo legítimo de los poderes públicos frente a la alternativa de dejar el transporte público sometido exclusivamente a la libre competencia, abren un escenario muy interesante para todos los taxistas, que el sector debe aprovechar.
El sector del taxi tradicional debe transformarse junto con la sociedad y pasar a ser un artista invitado o coprotagonista principal en nuestras ciudades
El sector del taxi tradicional debe transformarse junto con la sociedad y abrir una nueva etapa en la que pase de ser un actor de reparto a un artista invitado o coprotagonista principal en nuestras ciudades. La tecnología en la movilidad lleva implícito un impacto social y económico que debe acercar aún más el servicio de taxi a un nuevo usuario, llamémosle tecnológico, que es más jóven y además de usar los taxis o las alternativas VTC, acceden a otras modalidades, como car-sharing, bicis, transporte público colectivo, etc.
Es decir, el usuario tecnológico ha reorganizado sus prioridades, incluso generando una nueva demanda, y esto es una buena noticia para la congestión y el medioambiente y reduce el uso del vehículo privado, aumentando de paso la ocupación de taxis hasta casi en un 8%.
Como principal tarea para armonizar y equilibrar el sector del taxi y los de las alternativas VTC, va a ser necesaria valentía y trabajo de nuestros políticos para modificar la actual regulación, acercando los niveles de exigencia para ambos operadores, enterrando la “guerra del taxi” con convivencia, competencia leal y la adopción de varias medidas en el marco de una Conferencia sectorial que, propiciada por el Decreto-Ley que dictó el gobierno saliente, posibilite al próximo un marco de actuación coordinado y cooperativo por parte de Ayuntamientos y CC.AA. que son quienes ahora tienen en su mano la mejor solución a estos problemas.
No hay soluciones simples a problemas complejos y la anti-solución es el inmovilismo. Un lujo que España no se puede permitir.
A mi juicio, las principales medidas que urge adoptar, son establecer un sistema de compensación de los nuevos operadores a los tradicionales internalizando los costes de transición a la nueva proporción entre taxis y VTC que ha pasado en lo real del conocido 30/1 a un 10/1 por responsabilidad de las administraciones públicas; dar opción a flexibilizar las tarifas del taxi en los servicios precontratados y promover el taxi compartido; y establecer una fiscalidad justa por parte de las plataformas digitales e impedir la precarización, también llamada -significativamente- “uberización” de las condiciones de trabajo de los chóferes de las VTC, que los aleje del modelo de Deliveroo o Uber para devolverlos al trabajo asalariado. Todo ello unido a un proceso de digitalización de las Administraciones Públicas, que deben culminar para controlar con eficacia los mercados digitales, predicando así con el ejemplo.
Sin olvidar que el fin de todo esto es mejorar el medioambiente y las condiciones de vida de los ciudadanos. Un objetivo gigante, pero al que los taxistas pueden hacer su pequeña contribución desde la parte que les toca en la movilidad urbana. ¿Empezamos?
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