Atrapa’m si pots, Atrápame si puedes, es un programa para pasar el rato, basado en la simple mecánica de preguntas y respuestas. Lo produce Hostoil, marca que Globomedia creó para operar en el mercado vasco y se ha emitido en las vascongadas, Cataluña, Comunidad Valenciana, Aragón, Madrid, Andalucía, Canarias y Baleares. En TV3, este sábado, su presentador, Lluçià Ferrer, hizo méritos para que le concedan la Creu de Sant Jordi. En mi tierra no hay nada inocente, ni siquiera un concurso.
Pregunta a una niña: “¿De qué cereal está hecha la pasta?”. Él lo dijo en catalán. La chiquilla responde con carica ingenua “¿Lo puedo decir en castellano?”. Era evidente que sabía la respuesta, solo que no se acordaba de la palabra en catalán. Y el andoba, cual Júpiter capitolino, le espetó con rotundidad brutal “No. Esto sí que no, es un concurso de TV3 en catalán y tenemos que responder en catalán”. La criatura balbuceó un “Cereals?”, y el presentador, siguiendo en su papel de ángel vengador de la lengua de Pompeu Fabra dijo que no, que la respuesta era Blat. “Ya, trigo”, repuso la cría, pero Lluçià no se había quedado a gusto, así que añadió una risa malévola mientras masticaba “Trigo, ja, ja ,ja, sí, es el trigo. Me sabe mal, pero no te la puedo dar por buena”.
No debió sentirse satisfecho. El abusón censor que llevaba dentro le exigía más. La ocasión le vino de molde cuando a la pregunta “¿Qué pieza de ropa, generalmente masculina, se lleva alrededor del cuello con un nudo en la parte de delante?” la cría dijo “Una pajarita”. Ah, amigos, Lluçià se infló cual globo amarillo, despachándose con un “Lo siento, no te la puedo dar por buena porque pajarita no es catalán. Corbata, corbata de llaç o corbatí, sí. Ya sabéis que hemos de contestar en catalán para hablar bien nuestra lengua, así que no ganas los cuarenta puntos”. Por si no quedaba claro, antes del duelo entre los dos niños finalistas -, recordemos, ¡son niños! - espetó “Antes nos hemos encontrado con una cosa y es que se tiene que responder en catalán. Recordadlo, si os viene la palabra en castellano, buscadla en catalán”.
Esta brutalidad perpetrada en inocentes ha recibido, lógicamente, el aplauso del separatismo más fanático, si ello es posible. No es nuevo, ya sabemos lo que sucede en las aulas catalanas y tenemos el caso de Canet todavía fresco en nuestra memoria. Pero como sea que estamos en plena campaña propagandística que asegura que España persigue al catalán por tierra, mar y aire, lo del presentador les ha venido como agua de mayo a los embusteros, a los intoxicadores, a los que viven de la mentira separatista, de sembrar odio entre catalanes y de arruinar a la que antaño había sido la región más próspera y moderna de España, reduciéndola a una miserable aldehuela de catetos chulos y cobardones que se piran a la que ven asomar, no ya un tricornio, sino el código penal. Están enfermos y cada día se vuelven más y más inhumanos, prefiriendo el pronom feble a la espontaneidad del niño, la gramática a la inteligencia, la lengua a la vida.
Era trigo, querida chiquilla, y también es Blat, y son las dos cosas y muchas más porque las palabras son meros instrumentos y solo adquieren valor cuando las escriben Cervantes, Balzac, Pushkin o Leopardi. Me viene a la memoria Miguel Hernández cuando, intuyendo su muerte, escribió “Despedidme del sol y de los trigos”. No espero que lo entiendan los infectados por el supremacismo. Pero tú seguro que sí, querida niña. Que Dios te bendiga, flor de trigal.
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