A ratos miedo, a ratos grima, a ratos desesperación. Es tan poco el respeto que los cuatro partidos políticos nacionales muestran por sus potenciales votantes que dan ganas de apagar la radio y dejar de comprar periódicos, que de la televisión como tal, hace tiempo que la di por imposible como vehículo capaz de transmitir una sola idea de vida inteligente. Y menos dónde no hay inteligencia, o sea entre los que han empezado a pedirnos el voto, con descaro, sin ninguna vergüenza. Piden y piden sin ningún respeto, que dice Marlon Brando cuando hizo de Corleone.
Estoy dispuesto, y como yo miles de españoles, a votar a aquel partido que no me tenga por distraído, desinformado o gilipollas. Sólo desde ahí puedo entender la campaña electoral que empezó el fin de semana pasado y que ayer lunes envió todos los mensajes que son y serán hasta llegar al 28-A. Qué manera de dar ruedas de prensa que no son tal, sólo propaganda política que las cadenas de radio y cabeceras de periódicos deberían hacer pasar por caja, porque no son otra cosa que publicidad gratuita. Eso que se ahorran los partidos.
Aparecen en los medios de forma coordinada, no se pisan a la hora de comparecer, no sea que los medios, escasos de personal, no puedan cubrir al mismo tiempo dos actos. Se escuchan primero, y luego va el iredondo.com de cada partido y le pasa la chuleta de lo que el adversario ha dicho para contestar al momento. Todo es pobre, estrecho: ridículo discurso de mentecatos solapados. Y de mentirosos.
No tengo dudas de que Pedro Sánchez es el peor presidente de la democracia, pero tampoco de que cada vez que Rivera y Casado lo insultan lo hacen mejor
Pablo Casado es un joven político que de cerca crece y mejora, pero se empequeñece y menosprecia él mismo cuando la tuna pepera con bandurria y pandereta le jalea al escuchar verdaderas barbaridades. Todo eso de llamar felón y traidor, vendepatrias y mal español a Sánchez lo delata como un hombre urgido para ganar sin reparar en los medios que tiene para tan grande empresa. Los que tiene, y los que le faltan y se han ido y se seguirán yendo a Vox. Eso de que son ellos los que han impedido que Sánchez vendiera España a los independentistas denota un estreñimiento mental superior y una falta de fe en la nación española insuperable. Ni España ha estado en venta ni lo estará jamás, simplemente porque es imposible. Que nos venga ahora con la letanía de que él se diferencia de Vox en que estos se quieren ir de Europa y los del PP no, da idea de circo al que nos enfrentamos.
Y circo es lo de Ciudadanos, Cs o partido naranja, que dicen los locutores en la radio cuando se lían con las siglas. ¿Pero qué es esto de que con Sánchez al frente no pactarán con el PSOE? O sea, que con el apoyo de Vox gobernamos en Andalucía; con su presencia nos retratamos en Colón, pero pactos con el sanchismo no. ¿Y entonces? ¿Quiere decir el inquieto Rivera que habiendo una opción de que España la gobiernen PSOE y Ciudadanos la dejará pasar para que vuelva un “gobierno Frankenstein”? ¿Es eso, señor Rivera? Porque si fuera eso tenga el valor de decirlo, que yo me sé de un buen puñados de liberales -antes socialdemócratas-, que harán con el voto lo que hacen en los concurso de televisión, pasar palabra.
Qué pena de ruedas de prensa que son sólo propaganda política, y que las cadenas de radio y cabeceras de periódicos deberían hacer pasar por caja
No tengo dudas de que Pedro Sánchez es el peor presidente de la democracia. Ninguna. Pero tampoco que cada vez que Rivera y Casado lo insultan y atacan lo mejoran y hacen crecer sus expectativas electorales. Uno porque le quiere quitar votos al PP -a este paso, al PSOE ninguno-, y el otro porque no quiere que los suyos se vayan a Vox están poniendo a Sánchez en una situación que ni soñando imaginaba el viernes pasado cuando anunció el adelanto electoral. Sí, un vergel en las posaderas es lo que tiene.
Manuel Martín Ferrand, un grande del periodismo que en momentos de atasco y amontonamiento como los actuales echó de menos, decía, que el hombre fuera un ser dotado de dos facultades principales: un entendimiento limitado y una voluntad ilimitada. De lo primero dan cuenta Casado y Rivera; de lo segundo Vox, que sin tener un diputado ha conseguido parecerlo, y el PSOE, que volverá a repetir el experimento de los últimos nueve meses a poco que pueda volver a La Moncloa. La voluntad del socialismo sanchista para el error es ilimitada, aunque algo menor que la de la competencia. Y así estamos, que no hay forma de sacarnos de la cabeza el estribillo la canción de León y Quiroga cada vez que uno mira como está el patio: Ay pena, penita, pena.
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