Opinión

Trump, Latinoamérica, tipos de cambio y empresas españolas

Los lideres izquierdistas actuales, como los de Brasil, México o Colombia, por no hablar de Venezuela, lo empezarían a tener muy complicado

El real brasileño estaba a 4,87 por dólar a 31/12/2023 y ahora algo por encima de las 6 unidades. El peso mexicano estaba en aquella fecha a 16,86 y ahora a más de 20 unidades por dólar. Estamos hablando de las dos principales economías del subcontinente, en las que numerosas empresas españolas tienen importantes negocios. Por tanto, sus cuentas anuales van a notar bastante esta desvalorización. Tanto en 2024 como, previsiblemente, en 2025, porque la tendencia depreciadora puede continuar (aparte de que el tipo de cambio medio anual ya lo sufriría, en cualquier caso, aunque no bajase más).

La verdad es que, ya de partida, el entorno parece ciertamente exigente para Latinoamérica. Pero es que la llegada de Trump aporta además dos desafíos claramente amenazantes.

Las consecuencias inflacionistas de las políticas de Trump y la eventual apreciación del dólar actuarían también contra los países de la región, afectando sin duda a las políticas cambiarias y monetarias de esos países

Por un lado, la propuesta de aplicación de aranceles podría dañar seriamente sus economías, sobre todo en el caso de México y también Centroamérica. Y el impacto negativo sería extensible a toda América Latina al disfrutar de un importante superávit comercial con USA, lo que supone claramente un riesgo dadas las intenciones de Trump…

Por otro, la expulsión de inmigrantes y, en cualquier caso, las trabas a la recepción de nuevos llegados supondrán un factor adicional de daño y podrían afectar también a las remesas, importantes en muchos países, que podrían sufrir con las políticas del nuevo inquilino de la Casa Blanca.

Se puede añadir a todo esto que las consecuencias inflacionistas de las políticas de Trump y la eventual apreciación del dólar actuarían también contra los países de la región, afectando sin duda a las políticas cambiarias y monetarias de esos países. Llevándolos a tipos de interés más elevados de los que habría en otro caso, peores tipos de cambio y quizás a una menor afluencia de capitales. La principal amenaza se cierne quizás sobre el tipo de cambio del peso mexicano.

En este contexto, empresas como el Santander, el BBVA, Iberdrola, Telefónica etc.., con negocios en Latam que pesan mucho en sus estados financieros consolidados, se verán sin duda afectadas. Según Goldman, entre los valores europeos con más exposición a Latinoamérica, 9 de los 20 principales son españoles. Les afectará tanto la evolución económica de esos países como el comportamiento de los tipos de cambio, que reducirá los importes expresados en euros. Según Bank of América una tarifa del 25% a las importaciones mexicanas en EEUU recortaría en un 25% el valor del peso.

Depreciación de divisas y coberturas cambiarias

Hay que recordar que, en general, las divisas latinoamericanas muestran una tendencia secular a la depreciación respecto a las principales divisas mundiales, el dólar -que les es más cercana- y el euro. Por eso, nuestras empresas se han visto obligadas a contabilizar elevados importes acumulados como diferencias de conversión negativas (muchos miles de millones en el Santander y BBVA), y lo han hecho cargándolos directamente al Patrimonio Neto y reduciéndolo de manera significativa. Lógicamente, si a pesar de ello invierten allí, es porque se supone que el crecimiento y rentabilidad del negocio lo compensa. Aunque, obviamente, esto no ocurre siempre (y, en algún caso, casi nunca).

Resulta obvio pensar que podrían hacerse coberturas cambiarias y proteger así, de las devaluaciones, la inversión realizada. El problema es que suelen ser muy caras y casi imposibles o prohibitivas a largo plazo. En mi opinión, está claro que una inversión permanente se debe financiar en la moneda base del comprador (o, al menos, en dólares, que es la más correlacionada con las divisas de Latam). Y las eventuales coberturas solo pueden ser bastante parciales y relativamente a corto plazo.

Efectivamente, esto es lo que se hace. Pero hay una asimetría contable porque la pérdida de valor de la inversión va directamente contra el Patrimonio neto, como decía antes -no en P y G-, y pasa desapercibida para el mercado. Desde luego, de esto último nunca nos informan las entidades cuando presentan los resultados, ni lo publican en ese momento. Y hay que esperar a las cuentas oficiales, algún tiempo después, para que -sólo los analistas financieros más estudiosos- tengan alguna escasa información. Debería haber mayor transparencia.

Argentina quizás sea el único país de la región que no solo podría resultar el menos perjudicado con la llegada de Trump, sino que el liberalismo de Milei y su cercanía al norteamericano, pudiera depararle algún tipo de beneficio

Para terminar, quiero referirme a Argentina. Que quizás sea el único país latinoamericano que no solo podría resultar el menos perjudicado con la llegada de Trump, sino que el liberalismo de Milei y su cercanía al norteamericano, pudiera depararle algún tipo de beneficio. Por ejemplo, en materia de acuerdos comerciales, o ayudándole en la relación con el FMI, los préstamos de este organismo y la deuda externa argentina.

Más allá de todo esto, si el experimento Milei evoluciona bien -y hasta ahora los mercados lo están refrendando si se observan los índices bursátiles o el riesgo país- América Latina podría cambiar de manera bastante drástica. Porque los lideres izquierdistas actuales, como los de Brasil, México o Colombia, por no hablar de Venezuela, lo empezarían a tener muy complicado cuando la población fuera consciente de su fracaso y lo comparase con la evolución del país austral. Quizás no tardemos en verlo.

Por cierto, ello también supondría un toque de atención para las autoridades gubernamentales españolas y para sus grupos políticos asociados. No pueden despreciar a Milei, porque solo consiguen que otros saquen tajada (por ejemplo, Meloni hace unos días). Y tienen que poner nuestros intereses nacionales, dentro de los cuales se encuentran los de nuestras empresas, por delante de sus prejuicios ideológicos que les acercan a dichos líderes populistas de izquierda. Menos sectarismo y más pragmatismo y racionalidad.

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