Opinión

Txapote ya está más cerca

El proceso en el que estamos culminará el día en que Txapote salga a la calle y sea recibido con aplausos, música y mensajes de alegría

Ese tuit tan gracioso sobre un Ayuntamiento de Bildu que había declarado hijo predilecto al asesino de Miguel Ángel Blanco es desde el miércoles pasado un poco menos gracioso, porque aquello con lo que bromeaba ya está un poco más cerca.  

Txapote es el nombre con el que se conoce a Xabier -Francisco Javier- García Gaztelu, y a García Gaztelu aún se le conoce por haber dedicado su vida a la ciencia política del asesinato. El vecino de Galdácano tomó muchas vidas en nombre del pueblo vasco, y hoy miles de vascos -250.000- exigen su excarcelación y la de los otros once presos de ETA que también pasarán a depender de las prisiones autonómicas. 

Lo primero que hay que recordar en un momento como éste es que en España existen cárceles españolas y cárceles vascas. Txapote no va sencillamente a una cárcel más cercana a su lugar de nacimiento, sino que deja de pertenecer al sistema penitenciario español. No se le acerca, sino que se le transfiere. Nuestros apasionados constitucionalistas harían bien en recordar que lo que permite que exista un Estado particular creciendo dentro del Estado no es un PSOE traidor ni un nacionalismo vasco echado al monte, sino nuestra bella y exquisita Constitución; la misma que también permite que un niño español no pueda estudiar en la lengua común en cualquier escuela de España.

En segundo lugar, hay que recordar que cuando decimos que buscan la excarcelación de todos los presos de ETA no estamos bromeando ni exagerando. La noticia del acercamiento era saludada por Ikoitz Arrese con las siguientes palabras en euskera: “¡Paso a paso hasta que todos estén en la calle!”. Arrese podría ser un personaje de alguna serie de ficción de ETB, pero es cargo electo de EH Bildu en el Parlamento autonómico. Concretamente -irónicamente-, es el responsable de Educación de la formación abertzale.

El problema real no es la ignorancia, sino la inmoralidad consciente y constante. Muchos jóvenes saben perfectamente quién es Txapote, y lo han colocado en un pedestal

Solemos decir que tenemos un problema en nuestro sistema educativo, pero no sabemos ni por dónde vienen los tiros. El problema no es que nuestros jóvenes desconozcan quién fue Miguel Ángel Blanco; ni siquiera se trata de que no sepan quién es Xabier García Gaztelu. El problema real no es la ignorancia, sino la inmoralidad consciente y constante. Muchos jóvenes saben perfectamente quién es Txapote, y lo han colocado en un pedestal. Esos mismos jóvenes saben quién es Ikoitz Arrese, y lo han colocado en Educación. El primero trabajó para que gente como Arrese pudiera dirigir el país, y el segundo trabaja para que gente como Txapote pueda caminar libre y entre aplausos por las calles del pueblo.

El problema, queridísimos Sócrates, no es la ignorancia sino la indecencia. La indecencia absoluta de asesinos como García Gaztelu, que debería haberlos convertido en apestados sociales. La de los parlamentarios de Bildu que desean su excarcelación inmediata. Y la de todos los dirigentes del PNV -y del PSOE- que tratan con absoluta normalidad al partido cuyo principal objetivo es la excarcelación de sus -así los denomina Arnaldo Otegi- presos. La normalidad es tan evidente y produce tan poco escándalo que están pactando con ellos la próxima ley del sistema educativo autonómico.

Los periodistas bilbaínos capaces de lamentar dos veces en dos días la presencia de los toros en las fiestas de Bilbao e incapaces de decir nada sobre la presencia de asesinos homenajeados en el recinto festivo

Esto es lo que hay, esto es lo que hemos decidido ser, y nada de lo que hagamos cambiará el rumbo. El deber que tenemos no es el de intentar arreglar las cosas, sino el de levantar acta. Registrar los hechos. Y el hecho principal es que quien nos ha traído hasta aquí no ha sido la izquierda abertzale. Lo que nos ha traído hasta aquí ha sido la confluencia de los López. Los Iñaki, los Patxi. Los que nunca miran y los que ya han olvidado algo que nunca quisieron saber. Los periodistas bilbaínos capaces de lamentar dos veces en dos días la presencia de los toros en las fiestas de Bilbao y al mismo tiempo incapaces de decir nada, ni un mísero lamento hipócrita, sobre la presencia de asesinos homenajeados en el recinto festivo. Los políticos capaces de encontrar franquismo en cualquiera que no declare amor incondicional al PSOE y a su historia, y al mismo tiempo incapaces de negar el saludo, el abrazo y el brindis a cualquier dirigente de Sortu

Decía Javier Redondo hace unos días en El Mundo que el traslado de Txapote es una culminación, porque no es uno más, es una marca. Tiene razón, pero el traslado es el penúltimo paso. El proceso en el que estamos culminará el día en que Txapote salga a la calle y sea recibido con aplausos, música y mensajes de alegría. Tal vez con un mensaje de apoyo institucional del alcalde o del ya lehendakari Otegi. Ese día los López estarán de vacaciones; o peor aún, se preguntarán hipócritamente cómo hemos llegado hasta aquí. Ese día habrá que darles las gracias, porque ésta también es su obra. 

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