En una sorprendente y vergonzosa decisión, el Alto Representante para la PESC de la UE, Josep Borrell, envió al vicesecretario del Servicio de Acción Exterior, Enrique Mora, como representante suyo en el acto de toma de posesión del nuevo presidente de la República Islámica de Irán, Ebrahim Raisi, que tuvo lugar en Teherán el pasado cinco de agosto. Allí disfrutó del dudoso honor de participar en tan siniestra ceremonia junto a delegados de democracias tan acreditadas como Venezuela, Nicaragua, Cuba, Corea del Norte y Bielorrusia. Simplemente bochornoso. Raisi ha sido señalado como criminal contra la humanidad por organizaciones como Amnesty International o Human Rights Watch y tanto el Alto Comisario de Naciones Unidas para los Derechos Humanos como el Ponente Especial para los Derechos Humanos en Irán han planteado la conveniencia de poner en marcha una investigación independiente sobre la masacre de 30.000 prisioneros políticos en 1988 ordenada por el Ayatolá Jomeini y en la que Raisi fue participante activo como miembro de la "Comisión de la Muerte" de Teherán que tuvo a su cargo entonces los asesinatos masivos en la capital.
La carrera de Raisi ha sido meteórica por su notable crueldad y carencia de escrúpulos a la hora de manchar sus manos con sangre inocente. Comenzó como fiscal de base hasta ser nombrado fiscal jefe de Teherán en 1989, donde se ganó merecidamente el mote de "El Carnicero de Teherán", por su facilidad para mandar al patíbulo a millares de sus compatriotas, delincuentes menores, homosexuales, fieles de minorías religiosas o étnicas o disidentes políticos, sin reparar en edad, sexo o condición física, igualándose así en vesania a los peores verdugos de la Rusia estalinista, de la Alemania nazi o de la Camboya de Pol Pot. En 2019 fue promovido a máximo responsable del sistema judicial iraní, firmando 251 sentencias de muerte dicho año, 267 en 2020 y manteniendo el mismo ritmo en el presente hasta su designación como primer mandatario de su país por el líder supremo Alí Jamenei mediante unas elecciones trucadas que registraron un 10% de participación y en las que numerosos candidatos fueron vetados para facilitar el resultado deseado. Ese es el repulsivo personaje ante el cual Josep Borrell ha arrastrado la dignidad de centenares de millones de europeos sin importarle un comino los valores que se supone inspiran el gran proyecto de integración de nuestro continente.
Este agente de inteligencia disfrazado de secretario de embajada en Viena fue detenido en Alemania portando en su automóvil una bomba que sus cómplices, un matrimonio belga-iraní, debían introducir en una reunión opositora
A mayor abundamiento, la ceremonia inaugural de la presidencia de Raisi se produjo una semana después del ataque de un dron iraní al petrolero Mercer Street en el que se registraron dos víctimas mortales, un ciudadano británico y otro rumano. Asimismo, en febrero pasado un tribunal belga condenó a veinte años de reclusión al diplomático iraní Assadolah Assadi por intento de atentado terrorista. Este agente de inteligencia disfrazado de secretario de embajada y destinado en Viena fue detenido en Alemania portando en su automóvil una bomba que sus cómplices, un matrimonio belga-iraní, debían introducir en la reunión multitudinaria que la oposición democrática a la teocracia organizó en Villepinte (Francia) en junio de 2018 y que hubiera matado a la presidenta del CNRI, Maryam Rajavi, junto a decenas de diputados, exdiputados, exministros, exprimeros ministros, alcaldes y concejales europeos, así como a excongresistas, generales retirados y otros antiguos cargos públicos norteamericanos.
Todo ello se sumaba a la expulsión de Albania del embajador y del primer secretario de la embajada iraní en Tirana por sospechosos de preparar un atentado contra el campo Ashraf
Una vez dictada la sentencia, en la que la evidencia aportada por la acusación dejó claro que la inspiración de tan salvaje atentado procedía de las principales autoridades de la República Islámica, el SEAE, que dirige Josep Borrell, se negó a hacer declaraciones con el absurdo pretexto de que no comentaban decisiones judiciales, como si el asunto no tuviese un carácter eminentemente político y no constituyese un gravísimo ataque de una potencia extranjera en suelo europeo. No se puede exhibir mayor cobardía y dejación de funciones por parte de un organismo comunitario. Todo ello se sumaba a la expulsión de Albania del embajador y del primer secretario de la embajada iraní en Tirana por sospechosos de preparar un atentado contra el campo Ashraf, centro de acogida en ese estado balcánico de dos millares largos de miembros de la resistencia democrática contra la tiranía religiosa que oprime Irán desde hace cuatro infaustas décadas. Tampoco conviene olvidar la intervención iraní en los conflictos que destrozan Siria, Iraq y Yemen o su financiación y suministro de armas a organizaciones terroristas como Hezbollah o Hamas.
Salvar el acuerdo nuclear
Los patéticos esfuerzos del SEAE y del coordinador del Joint Comprehensive Plan of Action, que no es otro que Josep Borrell, por salvar el acuerdo nuclear con Irán, sometiéndose al chantaje de un régimen totalitario, son otra muestra del rotundo fracaso de una estrategia de pacificación y negociación que, lejos de ofrecer un ejemplo de poder blando inteligente, es un paradigma de pusilanimidad, ausencia de realismo y tozudez estúpida de la que se beneficia ampliamente una de las peores amenazas a la paz y estabilidad globales y de cuyas nefastas consecuencias sus impulsores deberán responder algún día ante las instancias oportunas. Cuando determinadas actuaciones carecen de explicación racional y son desmentidas inapelablemente por los hechos, es que obedecen a motivaciones ocultas de naturaleza e intención no precisamente loables. Ahora bien, como todo tarde o temprano se acaba sabiendo, a más de uno le llegará su tiempo de oprobio en el momento en que salgan a la luz los resortes inconfesables de tanta benevolencia frente a los enturbantados matarifes que combinan el terrorismo en el exterior con la opresión despiadada de sus conciudadanos.
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