A nadie se le escapa que la decisión que adopte este jueves el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) sobre la inmunidad de los europarlamentarios electos Oriol Junqueras y el huido Carles Puigdemont va a condicionar la investidura de Pedro Sánchez, sí, pero sobre todo afectará a la consideración de España como Estado fiable o fallido a ojos de medio mundo.
Porque -un suponer- la sola posibilidad de ver a Junqueras y a Puigdemont paseándose al día siguiente por la mismísima Barcelona pone los pelos de punta a quienes hemos defendido que aquello que sucedió entre septiembre y octubre de 2017 en Cataluña fue todo menos democrático; un golpe, un putsch parlamentario para sustituir una legalidad por otra... Pongan el calificativo que quieran menos el de actuación democrática solo porque llevaba aparejadas las urnas.
Generaría la libertad de movimientos de ambos, condenado y huido, una rechifla y un descrédito tales que el Tribunal Supremo tardaría años en recuperarse del golpe. Y no digamos verles encabezando las candidaturas de JxCat y ERC a la Presidencia de la Generalitat -la inmunidad les protegería hasta que aceptasen el escaño del Parlament- mientras sus subordinados por la sedición el 1-O penan en la prisión de Lledoners.
Imagino la presión de alguna cancillería sobre los jueces europeos para que "el vuelo de las togas se manche con el polvo del camino", que diría Conde Pumpido
Semejante despropósito, aún sin ser buscado, supone demasiada humillación para la que es ya cuarta potencia de la UE tras la salida de Gran Bretaña, como para no pensar que los jueces europeos estén siendo presionados ad nauseam a fin de que "el vuelo de sus togas se manche con el polvo del camino". Por usar aquella célebre expresión del magistrado del Tribunal Constitucional Cándido Conde-Pumpido sobre una cierta laxitud judicial para favorecer el final de ETA.
Con la particularidad de que, en esta ocasión, sería en sentido contrario al que apuntaba hace una década Conde Pumpido, ya que mostrar laxitud en 2019 con unos Junqueras y Puigdemont que se ufanan cuando y donde pueden de que "lo volveremos a hacer", produciría unos efectos políticamente perversos difíciles siquiera atisbar hoy.
Macron y Merkel
Por eso es legítimo preguntarse: ¿Está dispuesta la UE a humillar a su cuarta potencia? O mejor aún: ¿Está dispuesta Ángela Merkel a asistir a la voladura indirecta de los equilibrios de poder internos en el continente sin mover un dedo? ¿Y qué opina Emmanuel Macron de la posibilidad de que el huido Puigdemont traslade su residencia de Waterloo (Bélgica) a Perpignan, para hacer más visible la reivindicación independentista sobre el territorio francés que denomina Catalunya Nord?
Algunas informaciones están apuntando en las últimas horas a que el TJUE se va a limitar a dictaminar sobre la inmunidad de los dos políticos catalanes y dejará al Tribunal Supremo español la última decisión sobre su posible libertad; lo cual supondría una vuelta al reconocimiento explícito de la soberanía judicial española sobre ambos... Veremos
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