Tal parece que los medios de comunicación manejan prioritariamente un asunto informativo, el llamado caso del Tito Berni que, por cierto, tiene pasmados a mis colegas en el Parlamento Europeo. No es para menos. Como me indicaba un colega sueco, “qué casualidad que sean miembros del PSOE los involucrados”, igual que ha sucedido en el Parlamento Europeo.
“Un asunto muy turbio asunto” que, tal y como le explico a mi colega, cada vez se expande más y resulta difícil adivinar hasta donde llegará la marea de la corrupción. Cierto que, dado el ruido que ha armado este affaire, apenas hay un resquicio por el que se puedan colar otras cuestiones de actualidad. Los árboles no dejan ver el bosque, pero yo precisamente pretende hablar de los bosques, del campo, del ámbito rural.
Nuestros agricultores de los que apenas alguien habla y que con la nueva PAC -la política agraria común- se las ven y se las desean para poder cumplir la farragosa normativa relativa a los famosos eco-regímenes o eco-esquemas, una de las “joyas de la corona” del mencionado invento. Estos eco esquemas son prácticas medioambientales sostenibles y voluntarias que consisten en la rotación del 50% de la superficie con un cultivo diferente al del año anterior y por las cuales los agricultores pueden llegar a percibir ayudas desde 40,96 euros a 165 por hectárea, pero con limitaciones referidas a la extensión de la zona.
Puede ocurrir que no haya suficiente dinero a repartir entre todos los peticionarios, por lo que pagarán el pato aquellos que en un principio siguieron la normativa
Cómo será la gravedad del asunto -del que ya venían advirtiendo con insistencia las asociaciones agrarias- que el ministro de Agricultura ha planteado que durante este año 2023 no se aplicarán las multas en el caso de no cumplir los requisitos exigidos para estos cultivos y que, en el 2024, las sanciones se reducirán a la mitad. O sea, que la normativa en cuestión era mala de solemnidad y fuera de la realidad. ¡Que novedad!!!!
Pero aquí no queda la cosa. Se puede dar la paradoja de que los agricultores que tuvieron que decidir qué tipo de siembra hacer este pasado otoño para acogerse a las ayudas de esta modalidad y para ello compraron las semillas correspondientes y por tanto incrementaron sus costes de producción, vean que otros agricultores que no han incurrido en ese gasto, al no haber multas, también pidan las ayudas. La cuestión estriba en que si estas peticiones se multiplican no sería de extrañar que no haya suficiente dinero a repartir entre todos los peticionarios, por lo que pagarán el pato aquellos que en un principio siguieron la normativa. Gran paradoja. Enorme disparate
Total, que, entre el incremento de la burocracia para solicitar esas ayudas, la reducción del importe de las mismas y con las obligaciones a cumplir que disparan los costes, no es de extrañar que a muchos agricultores no les compense solicitarlas. Con la antigua PAC, los agricultores y ganaderos españoles percibían anualmente del orden de 4.200 millones de euros. pero ahora esas ayudas se recortan. El nuevo presupuesto es un 10% menor y las pérdidas para el campo pueden oscilar entre los 420 millones hasta los 1.725 millones de euros. Y este escenario va a durar 5 años, ¡qué bonito!!¿Verdad? ¿Le extraña a alguien que las asociaciones de agricultores preparen nuevas tractoradas para las semanas próximas?.
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