Opinión

Un amargo reflujo

Paso unos días de merecido descanso en el sur de Francia, región occitana. Visitamos pueblitos pequeños y uno no tan pequeño, Foix. Las paredes de Foix están cubiertas de pintadas antisemitas y considero seriamente com

  • Denuncian ante la Fiscalía pintadas antisemitas en el cementerio judío de Madrid

Paso unos días de merecido descanso en el sur de Francia, región occitana. Visitamos pueblitos pequeños y uno no tan pequeño, Foix. Las paredes de Foix están cubiertas de pintadas antisemitas y considero seriamente comprar un espray para dibujar estrellas de David sobre las pintadas nazis (antisemita es nazi, dejemos las tonterías), pero hubiera sido agotador toda la ciudad es un purulento furúnculo antisemita, se palpa en el ambiente. Desisto. Vamos a una librería y compro una bella edición francesa de El maestro y Margarita. No leo francés, pero suelo comprar ediciones en idiomas que ignoro. De autores que venero. Cuando estuve en Viena, una ciudad completamente nazi, compré un libro de mi adorado Thomas Bernhard, en alemán, idioma que también desconozco.

Tengo un sexto sentido para identificar a comunistas y nazis, que son lo mismo. Aunque justo es reconocer que los comunistas matan más

En la librería regían dos bellezas. La que se encargaba de la caja me recordó a los franceses que colaboraron con los nazis en la caza de judíos (en ocasiones con más tesón que los propios nazis), entre ellos la gran Irène Némirovsky, asesinada en Auschwitz. Tengo un sexto sentido para identificar a comunistas y nazis, que son lo mismo. Aunque justo es reconocer que los comunistas matan más. Amén de que las dictaduras comunistas permanecen más tiempo en el poder. El mal puede ser bello, me dije frente a la librera que, parapetada tras la caja registradora, no se rebajó a mirarme: la expresión de su hermoso rostro denotaba el malestar que le provocaba mi presencia. Me verá cara de judío, rumié. La otra belleza, más joven, por el contrario, me dedicó una grata sonrisa que me hizo pensar: no todo está perdido. Pero fue sólo un momento, de sobra sé que cuando parece que no todo está perdido es cuando todo está completamente perdido. Las visitas a Francia me producen siempre un amargo reflujo. De Francia y de Europa pienso lo mismo que Steiner: que se suicidó cuando mató a sus judíos.

Para saber el grado de desprecio que esa Europa siente por España y los españoles, sólo hay que recordar las décadas de complicidad de los gobiernos franceses con ETA. Y constatar el abyecto colegueo actual de Europa y sus jueces, con los delincuentes separatistas catalanes. Aún hoy, mientras escribo, un prófugo de la Justicia española ejerce como eurodiputado bajo tutela, sueldo, y compadreo europeo. ¿En serio? ¿Un prófugo de la Justicia parlamentario? ¿Qué clase de porquería antiespañola es el Parlamento europeo? Una porquería descomunal, respondo. Presumo que en el imaginario de los europeos lo más parecido a un judío, es un español.

Los paisajes y los pueblitos, como reverberaciones, entre pinares y olmos, muy bonitos, eso sí. Hermosos. Pero. Lo hermoso siempre es, al unísono, horripilante. La realidad es una costra y si metes el dedo, y yo tengo esa mala costumbre, lo que suele encontrarse es algo espantoso.

Aún hoy, mientras escribo, un prófugo de la Justicia española ejerce como eurodiputado bajo tutela, sueldo, y compadreo europeo. ¿En serio? ¿Un prófugo de la Justicia parlamentario?

¿Y qué me encuentro al regresar a España trepando montañas y atravesando densos bosques pirenaicos? Que Sánchez, fiel a su agenda fidelista, ya ha invadido la agencia de noticias Efe, colocando a un testaferro al frente. Tiene lógica, cualquier proceso autocrático requiere del control de lo que se dice y de cómo se dice. Ah, y encuentro además al Chimpancé Puente desatado. Que ese hombre sea ministro lo dice todo sobre el carácter simiesco, vulgarizador y castrista del sanchismo.

Comimos mal en general, como es de rigor en Francia, demasiadas salsas y demasiado pato. Qué obsesión la de esa gente con los putos patos. Pero. Unos huevos con chorizo y unas alubias blancas con butifarra y carne de ternera, gloriosos, compensaron un tanto la situación. Esto en un restaurante popular y de pueblo donde nos sirvió una mujer de grandes tetas rozagantes, que hablaba español bastante bien. Comencé a leer allá el último libro de mi admirado Sam Shepard y vi una película horrenda de Julia Roberts (financiada por los Obama, me dicen), horrenda no sólo por estúpida sino por antinorteamericana un panfleto nauseabundo, nadie odia más al capitalismo y a las maravillas que ha traído el capitalismo norteamericano a la especie, que los directores, actores y actrices millonarios norteamericanos. Por otro lado, de aquella fastuosa Julia Roberts juvenil no queda ni la raspa. Tomen nota.

Da un poco de risa ver cómo ha reaccionado la izquierda, maestra incontestable de la violencia y el crimen político, a las torpes palabras de Abascal.

Pero el mayor revuelo que hallo al volver es el provocado porque el señor Abascal del partido Vox, posiblemente el político y el partido más demonizado de la historia reciente de España, dijo, en una entrevista concedida a un diario argentino, que “llegará el momento en que el pueblo querrá colgarlo de los pies”. A Sánchez. Desafortunado, sin duda. Pero da un poco de risa ver cómo ha reaccionado la izquierda, maestra incontestable de la violencia y el crimen político, a las torpes palabras de Abascal.

Ahora bien, aunque son circunstancias completamente diferentes, sería deshonesto de mi parte terminar este artículo sin decir que toda mi vida deseé que alguien colgara, no de los pies sino del cuello, a los hermanos Castro. Si esa era la manera (y lo era) de ahorrar a los cubanos medio siglo de miseria, envilecimiento y depravación castrista.

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