Opinión

Un infanticidio para controlarnos a todos

Quieren obligarnos a dar el DNI para entrar en internet mientras permiten entrar en España a africanos sin ningún tipo de documentación

Amigos de Mateo muestran una camiseta con su nombre durante el minuto de silencio por el asesinato del menor en Mocejón (Toledo)
Amigos de Mateo muestran una camiseta con su nombre durante el minuto de silencio por el asesinato del menor en Mocejón (Toledo) EP

Aun a riesgo de ser detenida por la Policía del Pensamiento, confieso que yo también pensé que el asesino del niño de Mocejón sería un inmigrante ilegal. Y no fui la única, muchos españoles pensaron exactamente lo mismo que yo; tal vez seamos bastantes más de los que el Gobierno sospecha, pues hay gente que no opina nunca en redes sociales, y muchos de los que sí lo hacemos no nos significamos entonces a la espera de tener más datos. Ante crímenes tan crueles como el que le ha arrebatado la vida al pobre Mateo, la sangre tiende a hervir, pero es importante conservarla bien fría. Especialmente, después de ver lo que está sucediendo en Inglaterra.

Siguiendo la ya inveterada costumbre de no informar sobre la realidad aparejada a la inmigración ilegal, los grandes medios apenas hablan de lo que está pasando en la Pérfida Albión a raíz de que un adolescente de origen ruandés asesinara a 3 niñas y acuchillara a otras diez personas. Ante el secretismo de las autoridades inglesas, que no daban datos del asesino más allá de llamarlo “joven”, en las redes sociales se empezó a acusar del infanticidio múltiple a la inmigración ilegal y los ingleses se echaron a la calle. Algunos participaron en disturbios, atacaron negocios de musulmanes e incluso intentaron quemar algún hotel con los inmigrantes dentro. Por su parte, los mahometanos salieron a la calle en grupos, muchos de ellos encapuchados y armados con palos, bates o armas blancas. La guerra racial estaba servida.

Aunque los medios no hablen de ello, sabemos que hay apuñalamientos, robos con violencia y violaciones a diario; por eso nadie quiere un centro de menas o un hotel de inmis cerca de su casa

Por supuesto, la culpa no era del asesino ni de esos ilegales que roban, violan y asesinan, tampoco de los musulmanes que prometen implantar la sharía en Reino Unido: según el gobierno laborista, la ultraderecha es la única culpable. El nuevo paradigma dictamina que todo aquel que no esté a favor de la Agenda 2030 y el fomento de la inmigración ilegal es ultraderechista, aunque es imposible que lo fueran todos quienes se manifestaron pacíficamente —un hombre llevaba un cartelito que decía: “I´m not far right, I´m a father”—. Lo cierto es que si Starmer realmente pretendiera castigar los bulos, habría empezado por impedir que los suyos soltaran el primero: si no hubieran mentido sobre el origen del asesino —dijeron que era inglés de pura cepa— y hubieran contado desde el primer momento que era hijo de ruandeses cristianos, quizá nadie habría señalado a los musulmanes. Contra los bulos y la desinformación la mejor arma es la información, no la censura. Pero en lugar de hacer autocrítica, el primer ministro ha implementado la Operación Amanecer Temprano para vaciar las cárceles de delincuentes y llenarlas de disidentes.

Aquí vamos por el mismo camino y sin que los españoles hayamos quemado siquiera un triste contenedor, que para eso Sánchez es el más chulo de la UE. En cuanto corrió la noticia de que en Mocejón había un hotel con inmigrantes, muchos pensamos que blanco y en cazuela, leche. ¿Porque somos racistas y fascistas? No: porque, aunque los medios no hablen de ello, sabemos que hay apuñalamientos, robos con violencia y violaciones a diario; por eso nadie quiere un centro de menas o un hotel de inmis cerca de su casa. Y en las redes sociales hay cientos de vídeos de africanos con machetes como espadas campando a sus anchas por nuestras calles. Por eso algunos españoles —probablemente disidencia controlada— decidieron convocar a otros para poner las peras al cuarto a los moros, brindando con ello al Gobierno la oportunidad de empezar la represión.

Los negros, los moros y los homosexuales son sólo la excusa para controlar las redes sociales que, una vez que han comprado todos los medios de comunicación, es la única fuente a la que podemos acudir para saber qué está pasando

El miércoles, Miguel Ángel Aguilar, fiscal de Sala de la Unidad de delitos de odio —valiente carguito orwelliano—, dijo en la Ser que exigirán una identificación para usar internet y que legislarán para que quien cometa un delito de odio en las redes sociales no pueda volver a acceder a ellas (a partir del minuto 16). Y añadió que eso se podría extender a los delitos de racismo, homofobia y el resto de redes clientelares de la izquierda. Sin embargo, no dijo nada de quienes odian a España, a la fachosfera, a los putos pijos, a la iglesia católica, a los turistas o a los madrileños; esos seguirán siendo socios preferentes del Gobierno. Ese mismo día y no por casualidad, sino como aviso a navegantes, TVE informó sobre las medidas adoptadas por Starmer.

Así las cosas, quieren obligarnos a dar el DNI para entrar en internet mientras permiten entrar en España a africanos sin ningún tipo de documentación. Y si te quejas de lo caro que nos sale mantenerlos o asocias inmigración ilegal con delincuencia, podrás ser multado e incluso detenido por delito de odio: el Gobierno perseguirá el crimental. Pero los negros, los moros y los homosexuales son sólo la excusa para controlar las redes sociales que, una vez que han comprado todos los medios de comunicación, es la única fuente a la que podemos acudir para saber qué está pasando. Y lo que está pasando es que quieren acabar con la libertad de pensamiento y, por ende, con la libertad individual. Quizá por esto sí merezca la pena salir a quemar la calle.

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