Lees el periódico, pones una radio -y no te digo cualquier televisión-, y confirmas la sensación de que, cada día que pasa, es más difícil saber dónde está la línea divisoria entre la estulticia y la inteligencia. Con este argumento, me había propuesto no ver el video documental de Sánchez, y así será, que uno pierde el tiempo como le da la gana. Misión imposible, no hay radio, incluso las más claramente antisanchistas que no te cuenten el documental maldito, que así es como califica el producto El país, después de que ninguna televisión lo haya querido emitir y se lo hayan tenido que tragar en Prisa. Qué pereza. Sale Iceta cuando era ministro, y Albares con un peinado sicodélico que ya no lleva. Hubiera tenido su interés si por ahí salieran Aldama desayunando con la esposa de Sánchez, o el rector de la Complutense en una salita esperando a que le recibiera la señora.
El vídeo maldito
Tendría su punto si saliera por ahí el empresario Barrabés reuniéndose con Begoña ante la mirada enamorada de Pedro. O el juez Peinado, buscando el despacho presidencial para tomar declaración al marido de Begoña.
Pero nada. Ese morbo no está. La cosa huele a naftalina. ¿Qué tiene la pareja para que le hagan un documental? Nada. Y eso mismo creo yo que tienen en la cabeza los que gastan su tiempo viendo semejante producto. Maldito, dicen los que lo publican y anuncian. Pues vale. Así es si así os parece. Mientras escucho las críticas del documental recuerdo al profesor Jesús G. Maestro, cuando asegura, con razón, que la pregunta no es cuál es tu ideología, si es que este señor la tiene, sino qué sabes hacer con tus conocimientos y con tu inteligencia. Pero no van por ahí las cosas. Leo a Vila Matas, que cita con fundamento y sentido de la oportunidad a su compañero Juan Tallón: “Todo se está volviendo tan extraño que lo extraño se está convirtiendo en común”. Desde este punto de vista no debería extrañarnos que Curro Sánchez Varela, director del documental, diga la verdad sin pretenderlo: Que no le parece un 'pasote' un producto como este, y que volvería a hacerlo con un presidente en activo.
Ni rastro de Koldo, Ábalos o el Tito Berni
¿Cómo unir el documental de marras con la actualidad? No hay forma. El producto está hecho, rodado, grabado y producido en un tiempo en el que Begoña Gómez era sólo la mujer del presidente. Ni siquiera sabíamos aquello de que es 'una pichona' (Sánchez dixit). Nada de Ábalos, Koldo. Nada de los pactos con el progresista Puigdemont. Nada de la cátedra fantasma y de los presuntos negocietes en la Moncloa de la señora del presidente.
Estaba en estas cosas mientras seguía por la radio el desarrollo de la manifestación del domingo en la plaza de Castilla. ¿Qué une una manifestación como esa con el documental maldito, remedo de El ala oeste de la Casa Blanca? Nada.
Las manifestaciones, cuando terminan y se doblan las banderas camino de casa, producen en los participantes un efecto demoledor que te lleva directo a la frustración, también esto se podía contar en un documental. Es muy probable, por no decir que seguro, que cuando alguien va a una manifestación le otorgue al mero hecho de manifestarse propiedades que no tiene. Y es también lógico que, una vez en la manifestación y rodeado de multitud de personas que creen y piensan lo mismo, se tienda a confundir la voz de la calle con el poder de las urnas. Muchas manifestaciones, incluso siendo numerosas o muy numerosas, no modifican una realidad, aunque, en el mejor de los casos, ayuden a traerla.
Corrupción y votos
El pasado domingo en Madrid, en la Plaza de Castilla, se manifestaron entre 25.000 y 400.000 personas. La horquilla es bien grande, y da incluso vergüenza traerla aquí, pero eso es lo que dice la delegación del Gobierno que ocupa un amigo de Sánchez y lo que declara la organización que es radicalmente contraria a Sánchez: entre 25.000 y 400.000. Cree uno que hubiera estado mejor dejarlo en un “varios miles” de personas y punto. Tal y como están las cosas, y dada la sordera habitual del Gobierno, da lo mismo que sean muchos o pocos. Van a continuar hasta que el cuerpo lo permita y la mala salud de hierro aguante con el permiso de Ábalos, Aldama o Begoña Gómez, todos ellos con sus cuitas en la Justicia. Confundir la presión de la calle con la fuerza de las urnas es sólo un espejismo que conduce a la melancolía. Cierto, una manifestación en este país, ahora mismo, es un esfuerzo inútil, aunque resulte necesario y urgente. Cuanta más corrupción más votos. Lo último de Tezanos roza la pena más que la vergüenza.
Los esfuerzos baldíos de Vox
Por lo demás, pedir como se pidió el domingo la dimisión de Sánchez es un brindis al sol. No va a dimitir. No habrá moción de censura. Imposible un movimiento como este si van juntos Junts, Pnv y Vox. Otro brindis es el grito incesante que reclama elecciones ya. Muy seguros han de estar de que las van a ganar quienes no echan cuentas de cómo la ley D´ Hondt castiga la división de la derecha, o los votos que se pierden allí donde Vox no tiene la más mínima opción de sacar un diputado, pero insiste en presentarse. Vox tiene cada vez menos fuerza, pero su capacidad para que las cosas no cambien sigue siendo muy estimable. Sí, está bien manifestarse, pero una vez más vale lo de doña Rosa en La Colmena: "No perdamos la perspectiva. Yo ya estoy harta de decirlo. Es lo único importante". Definitivamente la hemos perdido cuando por fin ponen el Nodo de Sánchez y su esposa como si el tiempo se hubiera congelado. Cierto: los políticos hacen lo que quieren porque el pueblo hace lo que debe. ¡Qué grande doña Rosa!
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación