Ante la magnitud del desastre que vive nuestra nación y el acto calculado del Gobierno de abandonar a las víctimas a morir entre lodo y ruina por espurios intereses políticos, me atrevo a pedir a todos los españoles de bien que ese dolor, esa rabia y esa indignación que compartimos se conviertan en las primeras palas que nos lleven a la reconstrucción nacional, con el enfoque en dos cuestiones fundamentales. La primera es continuar ayudando al pueblo que lo ha perdido todo (no donen a la Cruz Roja) en una tragedia cuya dimensión podría haberse evitado, donde ocho días después siguen sin facilitar la cifra real de fallecidos y la mantienen en 217 personas, sin cifra de desaparecidos. Y evitar que Valencia se convierta en una zona de marginalidad con crimen organizado e institucional.
La segunda petición es que tengan todos la firme convicción y se unan a la voluntad de reconstruir todo lo derribado y recuperar todo lo que nos ha sido arrebatado. Sólo hay un camino, sólo hay una forma, la liberación de la nación española del aparato político del régimen y sus veneradas autonomías, sin separación de poderes, ni representación de los ciudadanos. Un régimen cuyas instituciones están subordinadas a los intereses de los enemigos de España, internos y externos incluyendo la Agenda 2030. Sólo la corrupción mantiene una gigante estructura perfectamente inútil que pone en peligro las vidas de los ciudadanos a los que expolia. El régimen es una burocracia inmensa de extracción de recursos de la clase trabajadora para dirigirlos a una casta inútil, salvo para el crimen. Y a todo esto aún hay quien lo sigue llamando democracia.
Nos hallamos en un momento crucial para nuestro destino como nación capaz de evitar ser un vertedero prostíbulo para la corrupción y el crimen organizado a todos los niveles. Lo llaman Estado fallido, pero lo sucedido en Valencia sólo es producto del triunfo de todos los incentivos perversos de un Estado con cinco administraciones (incluyendo la UE) enfocado a expoliar a los españoles de todo cuanto heredaron y pudieron llegar a tener, empezando por la nación española, lo único que les queda, que no es poco, a quien lo ha perdido todo.
El desastre de la DANA es el Chernóbil de este régimen, donde no sólo ha habido incompetencia, sino crimen. Un desastre evitable, una gestión que muestra la profunda inmoralidad y obsolescencia del sistema político en España, que aún estando acabado es capaz de causar víctimas. Cuanto más se retrase su liquidación y la ejecución de un plan de salvación nacional, más posibilidades hay de que vuelva a suceder. La impunidad de la pandemia ha llevado a esta situación. Entonces, debido a ser una situación más globalizada muchos exculparon que España fuese un país especialmente asolado por el drama y por la ruina posterior. No reconocían entonces que ya éramos un Estado fallido y una vez más se entregaron a la Unión Europea para que nos apretase con la soga de la transición verde a nuestro cuello amoratado.
Es urgente un Gobierno nacional de carácter patriótico. Es la primera condición de todo servidor público. Tener esa conciencia de comunidad que le trasciende, un deber que va más allá de ninguna ley, un deber moral. El honor antes que la disciplina es lo que han olvidado los mandos del Ejército para anteponer su puesto a salvar todo aquello que juraron defender, la nación y el pueblo español. Ahora todas estas virtudes no se presuponen, son repudiadas de la vida pública y social entre mofas e insultos porque precisamente son los requisitos básicos para construir personas valiosas no manipulables por los poderosos enemigos de España. Es necesario un Gobierno que anteponga frente a todo el interés de los españoles y de España, como realidad perdurable que nos trasciende, que supera los gobiernos y sistemas políticos que se sucedan. Un sistema enfocado a que esto no sea una política temporal de urgencia sino sostenida en el tiempo que ponga los recursos al servicio de la unión, la prosperidad y recuperación de España.
Hay que derribar todos los obstáculos para España, que no quede ni un sólo mando ni subdirector en este régimen fallido. Hay que drenarlo y vaciarlo como los garajes inundados de Paiporta, empezando por todo lo subordinado a la Agenda 2030 climática, que impide que explotemos nuestros propios recursos, limpiemos nuestros ríos y construyamos infraestructuras hidráulicas, como hizo Franco, que tras una catástrofe construyó el Plan Sur para evitar que les sucediese a los siguientes españoles y salvar la ciudad de Valencia. La verdadera Memoria Histórica. El resto lo derribaron los ecologistas, socialistas y la brigada institucional autonomista del PP en nombre de la democracia y la constitución.
Una nación viable y próspera necesita un plan nacional energético, de infraestructuras, de educación, de vivienda, exterior, de fronteras y de seguridad. Mientras hay víctimas a las que no les llega comida, ni agua, el presidente del Gobierno pretende utilizarlos como chantaje para que le aprueben los Presupuestos del 2025 para mantenerse él y su mujer en la impunidad. No podemos permitir que hagan lo mismo que hicieron en la pandemia. Sean valientes y firmes en un plan de salvación nacional antes de que ustedes sean las siguientes víctimas.
Mis oraciones por todos los fallecidos y desaparecidos tras la DANA.
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