Opinión

Un viaje, cuatro mujeres, cuatro reacciones

Queda claro que en España no estamos precisamente oprimidas cuando han sido cuatro mujeres las protagonistas de una de las polémicas de la semana

Menuda juerga nos estamos montando los columnistas estos días con el viajecito de Irene y sus amigas al nuevo mundo. El tema da para mil columnas jocosas, desde el humor más blando al más hiriente. Uno pensaría que lo positivo de este Gobierno para el escribidor de derechas es que no tiene que enfrentarse al folio en blanco teniendo en mente el “¿y de qué narices les hablo hoy sin que se me duerman a mitad columna?”. Nuestros representantes políticos nos ponen los temas en bandeja día sí, día también. Al principio tiene gracia el asunto: te pagan por poner por escrito lo que dirías entre risas en twitter o en el bar de la esquina con una cervecita de por medio. Ahora bien, por más filosofía del “canta y no llores” que asuma el plumilla, la realidad es que vamos lentamente hacia la ruina económica y democrática y, sin embargo, nosotros estamos pendientes de la última payasada del político de turno.

Respecto de Irene no hay mucho que decir, más allá de animarle a que se retire de la política; por el bien de España, pero, sobre todo, por el bien de su propia salud mental

No estoy reivindicando ahora la necesidad de análisis más profundos y amplios, no tan maniatados a la última hora, ésa no es la vocación de la sección de Opinión. Pero sí, al menos, podríamos -me incluyo la primera- ofrecer un plano más amplio de los aconteceres varios que nos asolan. Por ejemplo, ante el viajecito de las pijiprogres de Unidas Podemos a Washington y Nueva York podríamos comparar -ahora que está de moda lo femenino- las reacciones de cuatro de las mujeres que han estado involucradas de una manera u otra en la polémica. Respecto de Irene no hay mucho que decir, más allá de animarle a que se retire de la política; por el bien de España, pero, sobre todo, por el bien de su propia salud mental. Esta pobre mujer no acabará bien, la muy ingenua llegó a creerse lo que hacía y no tiene suficientes posaderas emocionales y morales para cabalgar tanta contradicción.

Tenemos, por otro lado, a Angels Barceló y a Cuca Gamarra comentando la jugada en la Ser. Cuca sacó el tema sin necesidad, lo cual estaba en su derecho a hacer porque -al fin y al cabo- las entrevistas van de esto: el presentador intentando poner al entrevistado entre la espada y la pared (o dándole un masajito en la espalda, según se tercie) y éste aprovechando para meter su cuña radiofónica. En esto último, Cuca resultó ser una aprendiz, rozando los límites de lo ridículo, desperdiciando sus únicos minutos de publicidad gratuita sin haber preparado a fondo el argumentario. A Barceló, que experiencia la tiene toda, le bastó con echar mano del tu quoque para desmontar a Gamarra, a pesar de que ésta tenía la razón de su lado: “Señora Gamarra, no me haga esa trampa, todos los políticos pasan por Nueva York, ¿por qué no puede ir la ministra de Igualdad?” Cuca trastabilló apelando a la poca seriedad de la agenda de Montero, a lo que Barceló -con toda la lógica del mundo- inquirió qué tenía de poco serio la agenda de la ministra, y por qué sí tuvo sentido el viaje que Díaz Ayuso realizó hace unos meses.

Yo no sé qué tipo de asesores hay en el Partido Popular, lo que sí sé es que la información resulta sencillísima de rescatar. Cualquier tipo con cuenta en twitter te escribe hilos sobre todo tipo de cosas, el viajecito Erasmus a costa del erario no es una excepción. Sobre esa base, más Google y la información oficial, resultaba relativamente sencillo explicar de forma objetiva lo epidérmico del garbeo de Montero por la Costa Este. Pero la señora Gamarra sólo pudo apelar a su propia opinión sobre el tema, sin ofrecer datos que mostraran la futilidad de la expedición. Por contraste, a Isabel Díaz-Ayuso le faltaba tiempo este lunes para reaccionar a la entrevista y publicar con detalle la agenda de su viaje, que incluyó una entrevista en The Wall Street Journal y distintas reuniones con fondos de inversión, la Hispanic Society, etc. Algunos tuiteros recordaron consecuencias de esas jornadas, como la columna de opinión que le dedicaron en el Washington Post.

Un viaje, cuatro mujeres, cuatro reacciones distintas. Queda claro que en España no estamos precisamente oprimidas cuando han sido cuatro mujeres las protagonistas de una de las polémicas de la semana, a cada cual más distinta (por no mencionar que cuatro eran las que salían de forma constante en las fotos publicadas). La pregunta fundamental es si el resto de las señoras – y señores- aguantaremos mucho tiempo todo este circo antes de que se nos acabe colmando la paciencia. Quizá la respuesta radique en que la mujer de a pie no está al tanto de estas chorradas, pues se encuentra haciendo malabares con el presupuesto, la cesta de la compra, la maratoniana jornada laboral y los chiquillos, si es que los tiene. Vaya, resulta que la liberación de la mujer era esto.

Apoya TU periodismo independiente y crítico

Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación
Salir de ver en versión AMP