Si alguien cree que en Cataluña mandan los que mandan porque son mayoría, se equivoca y mucho. Lo que sucede es que aquellos que deberían hacerles frente en la arena política van como el ejército de Pancho Villa, cada uno a sus batallitas. Ciudadanos es un inmejorable ejemplo de esto que digo. No entraré para no cansar al lector en el tremendo daño que hizo en su momento Arrimadas y en como muchísimos de sus regidores en diferentes municipios están reorganizándose alrededor de la marca Valents, de Eva Parera. Véase, verbigracia, en Lérida con Ángeles Ribes, persona de gran solvencia en la defensa del constitucionalismo, maltratada por la dirección, y que ahora se presenta como alcaldable por la formación de la V.
En Barcelona éramos poco y parió la abuela. Con unas encuestas que aseguran que el electorado contrario al social podemismo y el separatismo no sabe a qué santo encomendarse y la división entre PP – de momento no tiene alcaldable –, un VOX que difícilmente puede sacar más que tres concejales, lo que sería un éxito, y un C’s que si ya lo tenía mal cuando decidió apoyar a Valls peor lo tiene ahora, no existe forma humana de desalojar a ese eje del mal que ha podrido la Ciudad Condal hasta el tuétano. Y no es que la capital catalana sea una anomalía, porque ya ven lo que sale en las encuestas de las autonómicas. Parece que toda la fuerza se les va a los partidos – también a nosotros los votantes, digámoslo todo – por la boca y no hay nadie capaz de aglutinar esa inmensa mayoría que personas que abominamos de lo que el régimen social comunista en alianza con los lazis supone.
No me cabe en la cabeza que los barceloneses tengamos que resignarnos a vivir con ratas por las calles, delincuentes con machete en las esquinas, pisos ocupados por narcotraficantes, impuestos desmedidos, un ayuntamiento que solo sirva para colocar a queridos, queridas y querides, subvenciones colosales a los fanáticos de género y un desgobierno general en lo económico monstruoso. Una ciudad en la que un puñado de niñatos pone perdidos de pintura a los participantes del congreso inmobiliario The District con la aquiescencia del partido de la alcaldesa, Barcelona En Comú, que en un comunicado llegó a decir que “los especuladores no son bien recibidos en Barcelona”. En serio, ahora que Madrid es la cuarta capital financiera de Europa, solo por detrás de Londres, Paris y Frankfurt, aquellos señores del lobby denominado “Puente aéreo” ¿dónde carajo están? ¿Dónde la burguesía catalana? ¿Dónde la capacidad de reacción de la gente, de los comerciantes, de los autónomos, de los barrios, dónde está la gente normal, me pregunto? ¿Ya no quedan ciudadanos en Barcelona, los que detentan el derecho a remover a quienes otorgaron su confianza y la defraudaron?
Y solo puedo contestar diciendo que lo de Luz Guilarte es solo un síntoma. Conspiraciones torrezneras que la han hartado y se va. O no. O vaya usted a saber, porque lo único que está claro es que si no existe un solo frente de oposición común a esta pesadilla que nos ha tocado vivir, tendremos pesadilla para rato. Para mucho rato. Para más rato del que podemos permitirnos, porque si a estas alturas las únicas alternativas a Colau son Esquerra o el PSC apaga y vámonos. A Madrid, preferentemente.
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