Opinión

Una mancha en el ojo

No puedo ni imaginar lo que habrán sentido esos padres que llevan demasiado tiempo lidiando con la ausencia de su hija

Despierto temprano una mañana y, como todos los días, mientras caliento la leche, enciendo el televisor. Todavía con el peso a cuestas de un fin de semana ajetreado, de pronto, mis ojos cansados se agigantan al leer en el margen derecho de la pantalla esta pregunta: ¿La joven polaca es Madeleine McCann? Sobre el texto, una fotografía de la pequeña desaparecida en 2007 en Portugal junto a otra instantánea de la chica que pide hacerse una prueba de ADN porque asegura tener marcas similares en el cuerpo a las de la niña británica. La más llamativa, una mancha oscura en el ojo derecho, un defecto ocular hereditario y poco común que atraviesa el iris.

La noticia me pone los pelos de punta y rápidamente, a la espera de que aborden el tema en el programa matinal de turno, comienzo a bucear en la red. La joven se llama Julia y a pesar de que su edad -21 años- no concuerda con la que debería tener Madeleine a día de hoy, está realmente convencida de que puede ser ella. Hasta el punto de que se ha creado un perfil en Instagram bajo el nombre @iammadeleinemcan cuyo número de seguidores crece por minutos y está ya por encima del millón cuando escribo estas líneas. Una cuenta en la que, a través de diferentes imágenes, compara su aspecto, una y otra vez, con el de la pequeña cuyo rastro se perdió hace 16 años. Y no sólo eso.

La propia Julia señala con círculos fosforitos en varias fotografías lo que ella llama “pruebas” que acreditan que podría ser Madeleine. Por ejemplo, un hoyuelo en el moflete, varios lunares y pecas en el cuerpo, sus dientes de infancia, expresiones faciales, gestos. Pero, al margen de lo físico, suma a su relato varios datos para el análisis. Su familia de adopción -asegura- nunca le ha hablado sobre su pasado ni le facilita su certificado de nacimiento. No tiene constancia apenas de su niñez y su primer recuerdo es traumático: ocurre -dice- durante unas vacaciones en un lugar con playas. A todo esto añade que fue víctima de abusos sexuales cometidos por un pedófilo alemán llamado Christian Brueckner, el principal sospechoso en la investigación sobre la desaparición de Madeleine y actualmente en prisión por el robo y violación de una mujer en el mismo lugar del Algarve portugués en el que se perdió la pista de la pequeña.

Unos padres sobre quienes se cernió también la sombra de la sospecha, a los que ahora se dirige Julia en sus redes y que, según publica en su biografía de Instagram, habrían aceptado finalmente someterse a una prueba de ADN

Con estos mimbres y a la espera -por supuesto- de cualquier confirmación o dato contrastado, la aparición de esta chica me provoca, cuanto menos, cierta sensación de espesura, como quien mueve los dedos en el aire y se encuentra con una neblina densa que ralentiza y obstaculiza el baile de su mano. No puedo ni imaginar lo que habrán sentido esos padres que llevan demasiado tiempo lidiando con la ausencia de su hija en unas circunstancias que ni las investigaciones llegaron a esclarecer, con fallos, teorías de todo tipo… Unos padres, Kate y Gerry, sobre quienes se cernió también la sombra de la sospecha, a los que ahora se dirige Julia en sus redes y que, según publica en su biografía de Instagram, habrían aceptado finalmente someterse a una prueba de ADN. Sólo eso, una prueba, puede cerrar esta nueva hipótesis o abrirla para siempre.

Tras sondear internet, vuelvo a la televisión y cuando llega el tema escucho en la tertulia frases como: “No se parece en nada a la pequeña británica” o “la edad no encaja”. Pero, la duda está ahí y también la noticia. Al llegar al trabajo me sorprende que el asunto sea, en el comedor, el tema de una sobremesa en la que hay comensales que a duras penas alcanzarían los ocho años cuando desapareció la pequeña inglesa. También en maquillaje surge la conversación: “Qué fuerte lo de la chica polaca”. En realidad, son todo conjeturas, suposiciones, un testimonio y una mancha en un ojo. Sólo eso o, tal vez, todo eso en un caso que sigue atormentando al mundo y al que, de alguna forma, todos queremos darle un final.

Porque todavía hoy, dieciséis años después, no está claro cómo aquella niña, en cuestión de minutos, se esfumó de aquel apartamento de alquiler en Praia da Luz sin dejar rastro y con sus padres cenando a sólo unos metros de distancia. Durante todo este tiempo, el caso ha dado para series documentales, para más testimonios de chicas que han jugado a ser la propia Madeleine, para toda clase de cábalas. Incluso para la predicción de videntes como la que en 2019 aseguró que la niña estaba viva y que sería encontrada entre 2023 y 2024. Famosa por sus colaboraciones con la policía, las palabras de Fia Johansson -que así se llama esta médium- cobran ahora más fuerza que nunca. La propia Fia ha mantenido una entrevista con Julia que la joven ha publicado en sus redes. Treinta minutos en inglés que escucho absorta en los que la psíquica pide respeto para la chica: “No estás sola (…) El test de ADN probará todo. Hasta entonces, quiero que los seguidores de Madeleine respeten tu privacidad. Tú nunca has dicho que eres Madeleine, has dicho que crees ser ella. Si la prueba dice que no lo eres, te prometo que te ayudaré a encontrar a tus padre reales.” “Lo siento fuerte en mi corazón”, añade la joven polaca.

¿Será Julia, Madeleine? La respuesta me tiene completamente intrigada.

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