Opinión

Una regla muy cara

No hay valentía política suficiente para cambiar lo que verdaderamente hay que cambiar en el ámbito de la igualdad

Ser mujer en España sale caro pero no importa, naces mujer y, según datos estadísticos, en tu larga vida vas a pagar casi unos 5.000 euros más que un hombre, así por la cara, para poder utilizar compresa, tampones, copas o bragas menstruales. Y lo damos por hecho sin más, pagamos y punto, sin cuestionarnos que si tenemos hijos ese gasto no lo vamos a tener, que en este país usar compresas sale más caro que utilizar la viagra. Son más los años de regla que los de viagra, unos penados con un 10% de IVA y la otra con el 4%.

Ya que hemos abierto el melón de la regla. Sorprende que esto del coste no se haya tenido en cuenta, es más el ministerio de hacienda ya ha dicho que no es posible. La igualdad entre personas pasa también por ahí, para que no haya diferencias entre unos y otros en materia de consumo teniendo en cuenta que nadie elige nacer hombre o mujer. Nacemos, vivimos con la regla. No somos niños a los que se les retira el pañal, que tiene también un elevado coste, y que se necesita por igual independientemente de lo que tengas en la entrepierna.

Pero a bombo y platillo queremos vender que avanzamos, aunque creo que sólo estamos avanzando en hablar de ello, pese a que ya no sea tabú. Y hablar es clave para normalizar, claro está, para tener en cuenta a todas aquellas, que por suerte son pocas, que cada mes tienen un dolor que las incapacita. Por fin estas pocas mujeres van a poder cobrar desde el primer día de tenerse que quedar en casa porque si cobran a partir del tercer día, como se prevé en las contingencias comunes no resolvemos nada, no les sirve de nada.

Una cosa es tener la regla y otra bien distinta sufrir una patología incapacitante derivada de la menstruación

Ahora bien, no hemos alcanzado la luna, por mucho que la ministra Irene Montero lo necesite vender así. Ojalá. Desde el mismo gobierno del que es ministra se niega la reducción del IVA de los productos básicos que necesita cualquier mujer cuando tiene la regla. Esto sí que sería un paso hacia la igualdad. Por ello, una cosa es hablar de la menstruación, de cómo mejoramos la vida de todas también en lo que afecta al bolsillo y otra de cómo se hace para que un porcentaje muy bajo de la población –por suerte- de esas mujeres que cada mes no pueden hacer vida normal sean compensadas desde el primer día que se tienen que quedar en casa.

Eso no es igualdad, eso es tener en cuenta las necesidades de un enfermo, como aquel que tiene migraña o cervicalia o se rompe una pierna. Una cosa es tener la regla y otra bien distinta sufrir una patología incapacitante derivada de la menstruación. La igualdad es otra cosa, pero nos quedamos en lo superficial, lo que vende, o lo poco que logramos y queremos vender cómo gran hazaña. La igualdad sería acabar con una tendencia que señala que han disminuido en un 2% los cargos de mujeres directivas el año pasado porque no pueden conciliar la vida laboral y familiar (informe de ICSA grupo y EADA bussiness).

Avanzar tampoco es que se pueda abortar a los 16 años, avanzar es que nadie con 16 se vea en la necesidad de abortar

La igualdad se trabaja no solo desde el Ministerio de Igualdad, también desde el de Hacienda, el de Trabajo, el de Educación. Igualdad no es repartir compresas y tapones en los institutos para aquellas niñas que no lo puedan pagar, igualdad es que no lo tengan que pagar. A veces la política crea falsas expectativas que solo los datos vienen a desmontar. Una mujer que se sienta mal tendrá la baja por parte de su médico. Una mujer autónoma que se sienta mal no irá a buscar ninguna baja, no se lo puede permitir. No hay valentía política suficiente para cambiar lo que verdaderamente hay que cambiar, porque al final es verdad que, si los hombres tuvieran la regla o se quedaran embarazados, la ciencia también hubiese avanzado de otra manera.

Cambiemos los cimientos de la educación, de la cultura, de cómo educamos para tener sociedades más igualitarias y que no nos parezca normal que ser mujer salga más caro que ser hombre. Avanzar tampoco es que se pueda abortar a los 16 años, avanzar es que nadie con 16 se vea en la necesidad de abortar, que por supuesto si lo hace tenga total garantía sanitaria, total, pero que –desde que es adolescente- tenga la educación sexual suficiente para decidir si quiere tener o no tener hijos y que tome las medidas necesarias para ser responsable con lo que desea. No podemos seguir poniendo el foco en apagar el fuego, hay que prevenir el incendio y para eso hace falta mucho más trabajo que un simple titular. Hay que educar más para legislar menos. Cuídense.  

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