La reciente propuesta enunciada por Úrsula von der Leyen tendente a establecer un tributo que recaiga sobre determinadas empresas energéticas ha sido escandalosamente manipulada por el presidente del Gobierno, sus ministros y sus mariachis para proclamar que Pedro Sánchez es el auténtico líder europeo que, como un Moisés redivivo, está conduciendo a Europa en la senda de la salvación. Argumentan para ello que la mandataria de la Unión ha hecho suyo el proyecto previo de Sánchez. Falso, la realidad es que ambas propuestas se parecen tanto como un huevo a una castaña. Por ello, no resulta baladí exponer las principales diferencias entre una y otra.
Empezando por su motivación. Von der Leyen ha explicado con claridad que la actual coyuntura del mercado energético ha provocado que el sistema de precios del sector devenga en anti funcional, pues está provocando simultáneamente la obtención de un sobre beneficio para algunas empresas y un significativo encarecimiento del consumo para los consumidores de los productos energéticos. En ese escenario, plantea el tributo que propone como una corrección de ambos efectos. Por su parte, el relato de Sánchez nos habla de unos individuos poderosos y perversos, que cenan y fuman puros, que tienen a partidos políticos a su servicio y a los que no les importa que la mayoría social pase hambre y frío si con ello aumenta su poder y su riqueza. Tras dibujar este escenario, nos asegura que él se lo va a impedir. Robin Hood no lo habría explicado mejor.
Como todas las empresas energéticas son intrínsecamente malas y todas están dirigidas por poderosos y perversos que fuman y cenan puros, vamos a gravar a todas con mi nuevo impuesto
Basándose en el relato que ha construido, Sánchez ha elaborado un proyecto de ley para que a todas las empresas del sector, a todas, se les aplique un impuesto que grave la totalidad de sus ventas, la totalidad, al 1,2%. La propuesta es coherente con los motivos que iluminan el iluminado relato de Sánchez. Como todas las empresas energéticas son intrínsecamente malas y todas están dirigidas por poderosos y perversos que fuman y cenan puros, vamos a gravar a todas con mi nuevo impuesto. Bienvenidos al bosque de Sherwood.
Frente a semejante maniqueísmo, la propuesta de Von del Leyen es radicalmente diferente. Propone identificar qué empresas han podido obtener un sobre beneficio debido al shock energético, considerando que serían aquellas cuyo beneficio hubiera aumentado más de un 20% sobre el obtenido previamente al reseñado shock. Solo éstas serían objeto del tributo que propone, que gravaría exclusivamente el beneficio que excediera del citado 20% de aumento. Como puede observarse, su propuesta es coherente con su motivación.
Las consecuencias entre la castaña propuesta por Sánchez y el huevo que propone la líder de la Unión Europea son notables. Según aquél, pagarían el impuesto empresas cuyo beneficio no haya crecido un 20% e incluso las que no tengan beneficio alguno. Es decir, con lo propuesto por Sánchez pagarían su impuesto empresas que, sin embargo, no tendrían que pagar el tributo que propone Von der Leyen.
Este carácter finalista de la recaudación obtenida es una de las notas que en la legislación española -y en la generalidad de los países- diferencian a las tasas de los impuestos
No acaban aquí las diferencias. El proyectado tributo europeo iría asociado a la creación ad hoc de un Fondo específico que, nutrido con la recaudación proporcionada por aquél, iría exclusiva e íntegramente destinado a subvencionar a las familias y a las pequeñas y medianas empresas afectadas por el encarecimiento de los productos energéticos. Este carácter finalista de la recaudación obtenida es una de las notas que en la legislación española -y en la generalidad de los países- diferencian a las tasas de los impuestos. Frente a la idea expuesta, en la propuesta ideada por Sánchez, los importes recaudados por su impuesto engrosarían la caja del Estado sin ninguna finalidad obligada, pudiendo ser destinados a financiar cualquier actividad, cualquiera, que imaginarse pueda. Y ya sabemos que la imaginación de nuestro Gobierno para gastar los fondos públicos es ilimitada.
Pues bien, expuestas las notables diferencias entre el huevo y la castaña, queda evidenciado que estamos asistiendo a un nuevo juego de prestidigitación, en el que los prestidigitadores pretenden convencernos de que el que propuso una castaña está liderando a los que, tras rechazarla, han optado por un huevo. Pero eso sí, la falacia del pretendido liderazgo europeo ejercido por Sánchez la están repitiendo y la repetirán hasta la saciedad. Ya dijo Goebbels que una mentira repetida muchas veces puede convertirse en verdad. Y más si se cuenta con un ejército mediático al servicio de la manipulación: “Bueno, muy bien ¿no?”
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