No deberían perder de vista Begoña Gómez y Pedro Sánchez el daño que les está causando ese aroma inconfundible a ¡Usted no sabe con quien está hablando! y ¡Hasta aquí podríamos llegar! que desprenden todas y cada una de las puestas en escena y silencios ante el juez de Instrucción 41 de Madrid, Juan Carlos Peinado; como si lo que estuviera en juego no fuera el futuro penal de ella sino la carrera política de él.
Y no me refiriero a los sucesivos dispositivos policiales para evitar altercados con manifestantes en los Juzgados de Plaza Castilla, lógicos. Me refiero a ese celo enfermizo a reconocer que enviar cartas de recomendación a empresarios amigos está mal -Aitor Esteban dixit-, a esa obsesión por impedir cualquier imagen de Gómez las dos veces que le ha tocado acudir; y, sobre todo, a ese lenguaje verbal y no verbal desplegado por el matrimonio antes, durante y después de cada acto procesal, que rezuma nula disposición a colaborar con la Justicia.
Aceptemos como cierta -lo cual ya es mucho aceptar sin una mínima investigación- la tesis puesta en circulación por La Moncloa y el PSOE: esta instrucción por supuesto tráfico de influencias y corrupción en los negocios no tiene recorrido alguno y es lawfare de libro construido a base de “bulos” por Manos Limpias, Vox, Hazte Oír y el PP de Alberto Núñez Feijóo, para echar de La Moncloa a sus actuales inquilinos.
Cargarse de razones
Bueno… razón más para haber abierto brecha entre el juez y esa “máquina del fango” colaborando desde un principio con Peinado, atrayéndole a la tesis del primer abogado, Antonio Camacho, y del segundo abogado, la Fiscalía -lo del Ministerio Público daría para otro artículo y no elogioso-, a fin de archivar cuanto antes la causa, que es lo que interesa políticamente a Sánchez y al PSOE.
Nada perdía Begoña Gómez incluso en términos procesales: si Peinado se niega a archivar motu propio tras sus explicaciones, su actitud dispuesta a colaborar estaría cargando de razones a la instancia superior, la Audiencia Provincial de Madrid, oara rechazando a posteriori los argumentos de Peinado en la apertura de juicio oral.
Si la causa es un trampantojo creado por los enemigos de Sánchez, a los cuales va a ganar sí o sí…¿Qué daño hubiera hecho a Begoña Gómez responder a las preguntas del juez, de Camacho y del fiscal, negándose, asimismo, a responder a Manos Limpias, Vox y Hazte Oìr, “porque no buscan justicia sino que están en una operación de acoso y derribo contra mi marido, señoría”?
Sorprendentemente, en lugar de elegir ese cortafuegos en cascada, digámoslo así, la esposa del presidente optó el pasado viernes por una estrategia procesal que es moneda común la justicia penal: acogerse al derecho a no declarar para no incriminarse, a la espera de ver qué declara el resto de investigados, el empresario supuestamente beneficiado por contratos públicos, Juan Carlos Barrabés, y el rector de la Universidad Complutense, Joaquín Goyache.
Una estrategia muy válida para mí y para usted, estimado lector, anónimos ciudadanos cuyas peripecias en sala judicial poco importan al resto de los mortales, pero que, ante caso tan mediático y con tantas repercusiones políticas como éste de presunto tráfico de influencias nada menos que en la sede de la Presidencia del Gobierno, resulta, cuanto menos, cuestionable.
Porque, sí la causa es un trampantojo creado artificialmente por los adversarios de Sánchez, a los cuales finalmente va a ganar en los tribunales sí o sí…¿Qué daño procesal habría causado a Begoña Gómez mostrar disposición a colaborar con la justicia, respondiendo a las preguntas del juez, de Camacho y del fiscal, negándose a responder a los abogados de Manos Limpias, Vox y Hazte Oìr, “porque no buscan justicia, señoría, sino que están en una operación de acoso y derribo contra mi marido”?
‘Pleitos tengas y los ganes’, señala de forma un tanto cínica el refranero. Tengo la convicción de que Gómez se ha equivocado metiendo al juez en la “máquina del fango” con las acusaciones particulares con su negativa a responderle; mal que le pese ahora que Peinado ha subido el listón varios centímetros, hasta el testigo de los supuestos tejemanejes con Barrabés, Pedro Sánchez.
Pleitos tengas y los ganes, señala de forma un tanto cínica el refranero. Tengo la convicción de que ella y su abogado se equivocaron mucho el viernes metiendo al juez en la misma “máquina del fango” que las acusaciones particulares al negarse a responderle; eso es lo que hicieron, mal que les pese ahora, y acto seguido Peinado subió el listón de la instrucción varios centímetros, hasta el presidente testigo -veremos si imputado- de los supuestos tejemanejes con Barrabés.
España es un Estado de Derecho, no hagan caso a lo que oigan por ahí y lean en Twitter. Lento pero seguro. La presunción de inocencia no se rompe así como así mientras no haya sentencia condenatoria, pero la predisposición del imputado y los testigos, de alguna manera contribuye a reforzar su inocencia.
Daño a la UCM
¿Se imaginan ahora -alguna fuente socialista así lo asegura- que Pedro Sánchez también se niega a declarar el martes 30 a las 11 de la mañana en La Moncloa ante el juez Peinado, como su esposa el viernes pasado en los Juzgados de Plaza Castilla? ¿Alguien cree que lo siguiente que hará el juez instructor será archivar los hechos denunciados, así, sin más?
¿Quién brindaría, entonces, tutela judicial efectiva -principio básico de la Justicia con mayúsculas- frente a esos indicios de apropiación indebida por parte de Begoña Gómez, de los que habla la Universidad Complutense (UCM) en su informe al juez? Si se confirma ese daño patrimonial por valor superior a los 150.000 euros ¿quien resarcirá económicamente a la UCM?
No hace falta ser la ‘bruja Lola’ para imaginarse a Peinado imbuido, en el caso más importante que le ha tocado instruir, de esa “potestad jurisdiccional” que confiere la Constitución a los jueces. Por la actitud de Begoña Gómez & cia durante la primera parte de la instrucción, sin nada que perder ya profesionalmente, le intuyo hipermotivado a tirar para adelante
Juan Carlos Peinado, 70 años y ya al final de sus días profesionales, resulta un juez “atípico”, me hacía notar un abogado éste lunes tras conocer su citación a Pedro Sánchez. No sacó la plaza por oposición antes de los 30 años, como la mayoría de la carrera, llegó a la magistratura con 40 años y después de haberse desempeñado como secretario de varios ayuntamientos.
No hace falta ser la bruja Lola para imaginárselo ante este caso, el más importante que le haya tocado lidiar en las últimas tres décadas, imbuido de esa “potestad jurisdiccional” soberana que confiere la Constitución Española a los jueces. Y menos tras la actitud de Gómez&cia durante la primera parte de la instrucción; se le intuyo hipermotivado a tirar para adelante sin necesidad del aliento de una supuesta ideología “ultraderechista”, que le atribuye un socialismo cada vez más preocupado por la evolución de los acontecimientos en los Juzgados de Plaza Castilla.
Si Peinado decide no archivar y decretar apertura de juicio oral… ¿alguien en La Moncloa y en el PSOE se ha parado a pensar qué harán la Audiencia Provincial de Madrid y/o el Supremo, en el caso extremo de que llegue a investigarse al presidente del Gobierno? ¿Archivar, sin más, ante la nula colaboración judicial de la pareja presidencial o seguir investigando?… Me temo que eso que están pensando.
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