Opinión

El vacío cultural del Partido Popular

La formación azul no tiene más proyecto intelectual que rendirse al progresismo

  • José María Lasalle, tertuliano y exsecretario de Estado de Cultura

Hoy quiero escribir sobre ese intenso vacío cultural conocido como Partido Popular, solamente superado por el difunto Ciudadanos. La última intervención en la cadena SER de José María Lasalle, exsecretario de Estado de Cultura de Rajoy, le sirvió para explicar que “las nuevas generaciones se ven víctimas del avance de la extrema derecha porque se alejan de una cultura basada en el libro y (viven en otra) muy afirmada sobre las pantallas”. Por lo visto, la solución pasa por leer a Martin Heidegger, que defendía “pensar con las manos y los objetos” para evitar las trampas del mito y "de lo irracional”. ¿En serio? ¿A Heidegger? ¿No podía citar Lasalle a alguien con discurso similar que no fuera miembro del partido nazi entre 1933 y 1945? No sé, Simone Weil, Miguel Delibes, Richard Sennett...

Seguramente el Partido Popular es la formación política más alérgica a la cultura de la democracia europea. Por eso siempre les ha molestado ese ministerio, que suelen fundir a la primera de cambio con Educación y Deportes, reduciéndolo a Secretaría de Estado. Además, una vez instalados en el poder, deciden no subir el presupuesto y pasar lo más desapercibidos posible, no les vaya a regañar algún pope progresista, trance que daría un disgusto a ese perfil mansurrón que va desde Alberto Ruiz-Gallardón hasta Borja Sémper, pasando por Andrea Levy.

Ya es tradición española esta derecha light y genuflexa ante los dogmas culturales de la izquierda. Lo extraño es la manera en que Lasalle presume de ello en los micros de la SER. Además el personaje tiene algo llamativo: es el político español de derecha que mejor ha copiado el tonito pedagógico de los progresistas, en plan ‘ahora te explico despacio una cosita y ya te borras de Vox’. Es la versión liberal de la cadencia de cuentacuentos de Yolanda Díaz.

Derechas y lecturas

Es una pena que Lasalle no diera instrucciones más concretas. ¿La extrema derecha se combate solamente leyendo a Heidegger o valen también Jünger, Chesterton y Céline? ¿Puede uno vacunarse contra nuestra derecha radical tirando de autores españoles como Donoso Cortés, Adriano Erriguel y Juan Manuel de Prada? ¿La conclusión que expuso en la SER es obra de un pensamiento individual o la coció a fuego lento con su círculo cercano, que incluye a Íñigo Errejón, Pedro Vallín y Meritxell Batet? Tampoco podemos dejar de comentar la advertencia de Lasalle de que China está comenzando a diseñar videojuegos que fomentan el nacionalismo, como si hablásemos de un estado que careciese de él, desde el periodo imperial hasta el maoísmo pasando por la hazaña histórica de avanzar en pocos años desde el estatus de país en vías de desarrollo a segunda potencia mundial.

Ojalá pronto Lasalle encuentre un discurso cultural con sustancia porque en España nadie sobra: hay mucho trabajo por hacer

Un dato relevante que sí que conocemos: a Feijóo hubo que convencerle para que renunciase a eliminar el ministerio de Cultura (caso de triunfar en las últimas elecciones). Si leer puede frenar a la extrema derecha, ¿por qué no dobla el PP el número de bibliotecas en España? ¿Por qué no exige que se emitan en los medios públicos programas culturales durante 30 horas semanales? ¿Por qué no decreta que sean gratuitos todos los libros de texto? ¿Por qué no existe una ley ni una estructura de defensa de nuestros usuarios, creadores y empresas del sector cultural frente a los oligopolios de Broadway, Hollywood y Silicon Valley?

En su excelente libro de memorias, A propósito de nada (2020), Woody Allen explica que el mayor malentendido sobre su carrera radica en que el público piensa que es un intelectual por el simple hecho de llevar gafas. Lasalle parece víctima de un espejismo similar: hablar con tono pausado y reflexivo no convierte de manera automática lo que dices en viga maestra de la cultura occidental. Ojalá encuentre algún día su camino porque en España, en este campo, hay mucho trabajo por hacer. Nadie sobra.

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