Sánchez sale a ocupar el espacio. No hay otro fin. Como en el confinamiento de los cien días. El gurú de la Moncloa decide el momento. Iván Redondo, asesor electoral, pero en realidad número dos del Gobierno, predica la utilización de las emociones para ganar. Ya le colocó el producto al PP trazando una diagonal desde Mérida hasta Badalona. Hay que saber cuándo llega el instante para crear un estado de ánimo o lo que finamente llaman “los listos”, que diría hablando de vacunas el socialista Fernández Vara, el marco mental. De ficción también se vive. Y para esa tarea nadie como el druida de Moncloa-Aravaca.
Aquella pegatina del Gobierno de España, con su caja y todo, generó una expectativa de fin de crisis antes las Navidades. Como la gestión ha estado en manos de las comunidades autónomas no hay rubor a la hora de anunciar una fecha de julio o de agosto como umbral de salida. Vacunas para todos. Tras anunciar la “derrota del virus” el verano pasado, el presidente del Gobierno pasó a ser espectador y comentarista, por boca del señor Simón, de las decisiones de los gobiernos regionales, salvo en el caso de Madrid. Por unas cosas o por otras se ha hecho una excepción con quien se ha atrevido. Si Ayuso consigue la mayoría absoluta sin Vox, el PP volverá a ser alternativa. Sánchez se juega en Madrid un terreno inestable para las generales. Con la gestión de la pandemia en manos de las autonomías y con la Unión Europea quemándose solita en la compra de las vacunas. Al presidente del Gobierno solo le interesa salir en la foto del reparto de las dosis. Lo que haya pasado antes se tapa con una sabana raída y amarillenta, como los muebles viejos en un desván.
La encuesta con más medios a su alcance ha metido en juego el marco mental del empate para despertar a los votantes de las tres izquierdas, aunque a los demás también. La bolita se ha escurrido del cubilete
La encuesta del CIS deja en empate lo que en realidad es una victoria de una coalición de las izquierdas. Con los datos del estudio, las tres izquierdas de Madrid sumarían la mayoría absoluta, según las empresas privadas que se han tomado la molestia profesional de hacer el reparto de escaños con los porcentajes ofrecidos por el CIS, pero asignando los 136 sin mirar a quién beneficia o perjudica. Como ha explicado en Vozpópuli Gabriel Sanz, nada es casualidad y el titular de una mayoría absoluta de los tres partidos de la izquierda terminaba de despejar las dudas de aquellos indecisos que no o saben o no contestan a la hora de reunificar el voto en el PP. La encuesta con más medios a su alcance ha metido en juego el marco mental del empate para despertar a los votantes de las tres izquierdas, aunque a los demás también. La bolita se ha escurrido del cubilete. En las elecciones de Madrid no hay que descartar nada. En la Moncloa, no dan un paso sin mirar al druida y sus potajes, pero desde lo de Murcia hay una sensación en el ambiente nada favorable a quien siempre acierta hasta que se equivoca y recolecta lo que Salvador de Madariaga llamaba con elegancia un “ramillete de errores”.
¿A qué se dedica Iván Redondo?
Sánchez salió a repartir vacunas con el mismo entusiasmo que en junio proclamó el fin de la pandemia. Lo volvió a decir mientras anunciaba 85 millones de dosis que ya no son tales. Ni antes acertó ni ahora sale la cuenta y menos después del espectáculo de la Unión Europea, los gobiernos nacionales y autonómicos sembrando el pánico con sus interpretaciones de los informes de la Agencia Europea del Medicamente. Los políticos tantean el terreno con sigilo y mucho miedo. Esto sí que es buscar el empate y no el que anuncia Tezanos. Sin distinción de colores políticos juegan a la portería a cero y al ya veremos si cae el acierto. No hay audacia para asumir la verdad de unas vacunas hechas en tiempo récord gracias al dineral invertido. El bien proporcionado abruma al riesgo contraído con los efectos secundarios inapreciables en la estadística.
Cuando salgamos de esta habrá que recordar las dudas y las indecisiones. Las vacunas no son papeletas de voto, pero hay mañanas en las que se parecen como dos gotas de agua. En vez de una caja de cartón con pegatina hubiera sido mejor presentar una urna electoral, repleta de viales con el sello del Gobierno. El druida no es perfecto. Se les escapó el detalle y eso que entonces dicen que estaba en racha. Atención preguntas a pie de página: ¿Por qué no informa el señor Redondo de sus actividades en la campaña del PSOE en Cataluña siendo alto cargo de la Presidencia del Gobierno? ¿Han pagado también los contribuyentes sus desplazamientos para conseguir que Illa sea jefe de la oposición?