Opinión

Valls, Rivera y el 'mal de altura'

Ciudadanos, no nació para ser más liberal o más socialdemócrata, ni para salvar a Pedro Sánchez, pero tampoco para que Albert Rivera llegue a La Moncloa al precio que sea

Siendo cierto que a Albert Rivera le están cayendo las bofetadas que debería recibir a Pedro Sánchez por no haber hecho todavía un mínimo ademán para ganarse la confianza de formar gobierno -y han pasado ya 52 días desde las elecciones generales del 28-A-, el líder de Ciudadanos no debe desechar el principio de que en estos tiempos de fast food político y televisivo, del que él se ha beneficiado tanto, el relato lo es todo.

¿Y qué dice ese relato instalado con éxito por La Moncloa, que hasta PP y Vox no han dudado en sumarse?: pues que Rivera va por la vida levitando y que al pobre Sánchez no le queda más remedio que gobernar en precario sin mayoría absoluta con sus 123 diputados, los 42 de Unidas Podemos y alguno más; solo porque la novia mas deseada, esa con la que blindar un proyecto de legislatura a cuatro años vista con 180 diputados, Ciudadanos, se niega en redondo.

Y se niega por "sectarismo", añadía Manuel Valls este miércoles desde Barcelona para que no falte 'de ná'Su voz, la voz de quien apostó naranja para abanderar el frente antinacionalista en la Ciudad Condal y solo un año después huye despavorido, no es cualquiera. Ni su adiós una anécdota. Es todo un síntoma.

El líder de Cs no debe desechar el principio de que en estos tiempos de 'fast food' político y televisivo, del que él se ha beneficiado tanto, el relato lo es todo

Ese relato contra Rivera es una verdad a medias. De hecho, nadie ha obligado a los socialistas a aupar a Geroa Bai a la Presidencia del Parlamento de Navarra. Bien podría Sánchez -lo hizo al inicio- haberlo vetado y hecho así un guiño al constitucionalismo de Navarra Suma.  

Pero no hará bien Rivera en usarlo como razón de más coartada para huir de su responsabilidad. Porque, cuando el exprimer ministro francés le acusa de haberse abonado al "cuanto peor, mejor", la auténtica peste española, tan de país con escasa autoestima, no como Francia, está poniendo el dedo en la llaga del segundo problema -el primero es Cataluña- desde 2015: la inestabilidad.

La nueva política y sus dirigentes llegaron por contraposición a lo viejo y sus vicios, la corrupción por delante. Durante más de 30 años PSOE y PP se turnaron en el poder, usaron y abusaron de él, sí... pero también trajeron el mayor período de prosperidad y estabilidad que este país haya conocido a lo largo de una historia jalonada de guerras civiles y miseria.  

Rivera tiene la oportunidad de dar un giro a los acontecimientos poniendo a Sánchez duras condiciones para formar un gobierno que no dependa del independentismo catalán

Aunque solo sea porque a los políticos se les paga para resolver problemas y no convertirse en otro más, Ciudadanos se debe a sí mismo, y al país, un intento de reconducir la situación, no de salvar a Pedro Sánchez. Que no, que no es eso.

Se trata de evitar que los números de la investidura echen al inquilino de La Moncloa en brazos de Pablo Iglesias; que el PSOE vuelva desde el socialismo "plurinacional" de Adriana Lastra, tan del agrado de Gabriel Rufian, al autonomismo descentralizador que regó de escuelas y hospitales esa España que nunca los tuvo. 

Para eso, creo, nació Ciudadanos, no para ser más liberal o más socialdemócrata; no para salvar a Pedro Sánchez, por supuesto, pero tampoco para que Albert Rivera llegue a La Moncloa al precio que sea. Claro que, viendo la estrategia de los últimos meses, a lo peor me estoy confundiendo. 

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