“No acabo de ver tan claro que el PP caiga tanto”. La frase del director del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), José Félix Tezanos, en una entrevista en la Cadena Ser, no es una rectificación aunque lo parezca. En realidad es una corrección llena de matices e intenciones. Desde luego, no es habitual, pero desde hace diez meses el profesor Tezanos ha pasado de ser un reputado sociólogo, con mucho lustre, a activista de una causa. No debe tomarse esta conclusión como un menosprecio a su valía y conocimiento. Sólo él sabe por qué aceptó la propuesta del Gobierno, aunque salta a la vista el para qué. Tezanos salió corriendo a la sala del VAR para revisar sus propios números que, por todos lados, han sido cuestionados, no solo por el método, sino también por el producto electoral, repleto de mensajes subliminales, que una institución del Estado, como es el CIS, ha servido en una bandeja pudiente, 300.000 vale la broma, al conjunto de los españoles para su uso y disfrute.
Las casi 17.000 entrevistas realizadas entre el 1 y el 15 de marzo arrojan un resultado que demuestra que ahora mismo hay que ganar las elecciones desde la emoción y no desde la razón. Por desgracia, casi siempre es así, pero ahora con tal intensidad que se lleva por delante hasta los currículos más laureados por la ciencia. El CIS de abril mete en la turbina de las redes sociales y deja sobre la mesa de la opinión publicada dos ideas básicas demasiado evidentes. Se da por hecho que solo hay un posible ganador y que esa victoria la puede conseguir Sánchez sin los independentistas catalanes y sin el legatario de la siniestra huella de ETA. Al igual que en los estudios privados, el CIS mete presión a Rivera para que levante el veto a Sánchez. En todos los sondeos la mayoría absoluta más robusta la componen socialistas y Ciudadanos. En este caso, el CIS coincide con los demás, pero en la otra combinación es mucho más rotundo al liberar completamente a Sánchez de la atadura tanto de la guarida de Waterloo como de la prisión de Lledoners. La mejor manera de evitar el contagio del conflicto catalán, como ocurrió en Andalucía, es dejar ese camino expedito y a la vez esquivar las respuestas más incómodas.
El CIS le ha dicho al votante de la derecha que vuelque sus emociones en la urna sin pensar en las razones, porque da igual, no hay nada que hacer
Sánchez es el único ganador posible y según el CIS -aquí va la segunda idea bien cocinada- no hay alternativa, ni siquiera una que nazca del voto útil, porque da lo mismo votar al PP, Ciudadanos o Vox. Ni suman entre los tres, ni ninguno de ellos tiene posibilidades. Se le dice al votante de la derecha que vuelque sus emociones en la urna sin pensar en las razones, porque es inútil. Al igualar a los tres, las distancia entre PP y Ciudadanos es similar a la de Ciudadanos con Vox, pone al partido de Abascal al mismo nivel dando carta de naturaleza a la tan irrepetible como equivocada fotografía de la Plaza de Colón. El CIS certificó el miércoles que la ultraderecha está a las puertas del Congreso y para frenarla hay que concentrar el voto en el partido útil para ello, es decir el PSOE. En la revisión de la jugada en su VAR, Tezanos, aumenta el miedo diciendo que “tengo la impresión de que Vox puede sacar más de lo que dice la encuesta”.
Dentro de quince días casi nadie se acordará de nada de lo hecho y dicho por el más polémico y conocido director del CIS que ha tenido la institución. El precedente de Andalucía ha quedado olvidado, pero si se repasan los datos es un calco. Ni el PSOE fue tanto, ni el PP tan poco, mientras que Vox fue mucho más. Ciudadanos quedó a la par. Algo ha debido de ocurrir para que el propio profesor Tezanos haya salido a dar su versión sobre un trabajo avalado por él mismo veinticuatro horas después de su presentación. En la radio, como en el VAR, que se lo pregunten a Diego Costa, queda todo grabado. Lo que no sabemos es si a Tezanos le caerá una sanción o será premiado por quien le nombró con otros cuatro años de alta cocina.