En los últimos días se ha vuelto a generar un nuevo debate público circunscrito a los datos de la actividad económica, en este caso referido a la incidencia que la realización de contratos de trabajo fijo discontinuo pueda tener en las estadísticas de empleo.
El caso es que cuando nuestra flamante vicepresidenta presentó las cifras del Paro Registrado correspondiente al mes de mayo las calificó ¡cómo no iba a ser así! de históricas. Es curioso el abuso que del término hacen los miembros del gabinete de Sánchez, para ellos casi todo es histórico. Les va a pasar como a Rocío Jurado: se les va a morir el adjetivo … de tanto usarlo. La cuestión es que Núñez Feijóo terció para manifestar que, en la medida en la que no se consideran desempleados a los trabajadores que, pese a disponer de un contrato fijo-discontinuo, en realidad están sin empleo, los datos estadísticos no son reales o, me da igual que me da lo mismo, están afectados por maquillaje.
Esta manifestación, incontestable por objetiva, sirvió para que Súper Yolanda saliera como un miura a intentar descalificar al líder de la oposición argumentando que considerar como empleados a los trabajadores fijos-discontinuos es una técnica de cómputo utilizada desde tiempo atrás. Es cierto y sin ningún género de duda, constituye un defecto de las estadísticas del paro que resulta así infravalorado. Sucede que la dimensión del defecto y, en consecuencia, la infravaloración del desempleo se ha disparado a partir de la contra reforma laboral impulsada por la ministra y vicepresidenta. Así se comprueba comparando el número de los contratos fijos discontinuos suscritos entre enero y mayo del año actual con los que se suscribieron en el mismo periodo de 2.019, último año prepandemia. Si los firmados entonces fueron 98.000, los que se han firmado en los cinco primeros meses de 2022 han sido 683.000.
Expresado en modo sencillo, que ahora son muchos más los desempleados que figuran como empleados en la estadística del Paro Registrado. Eso sí que es histórico
Siendo verdad que aquellos 98.000 se computaban como empleados sin que la mayoría estuviera trabajando en el momento de elaborar el dato, también lo es que la dimensión de este defecto se ha multiplicado por siete a partir de la súper reforma, por supuesto histórica, de Doña Yolanda. Expresado en modo sencillo, que ahora son muchos más los desempleados que figuran como empleados en la estadística del Paro Registrado. Eso sí que es histórico.
Expuesto lo anterior, conviene recordar que uno de los objetivos básicos de la reforma de la futura candidata a presidenta del Gobierno consistía en acabar con la precariedad laboral y mejorar la calidad del empleo ¿Considera de verdad Yolanda Díaz que un joven con contrato fijo-discontinuo no tiene unas condiciones laborales precarias? ¿Cree con sinceridad que trabajar dos/tres/cuatro meses de doce en un trabajo ocasional y estar sin trabajo el resto del año supone tener un empleo de calidad? Pues escuchándola debe deducirse que sí, que así lo cree. En eso difiero de ella pues en mi opinión los contratos fijos-discontinuo ni suponen acabar con la precariedad ni constituyen un empleo de calidad. Debe ser que, según los criterios de la rutilante estrella de la ultraizquierda, a mí me debe suceder como a Feijóo, que tampoco estoy preparado.
Contra el Gobernador del Banco de España
Ha sido otra boutade. Acusar de ausencia de preparación a quien ha gobernado una Comunidad Autónoma durante trece o catorce años y, además, lo ha hecho con notables resultados, es un claro exceso dialéctico de nuestra espectacular vicepresidenta. Pero ya hemos visto que, para ella, también el Gobernador del Banco de España y los que le asesoran carecen de preparación. En fin, que para mega Yolanda no está preparado nadie que se atreva a cuestionar sus logros, por supuesto históricos.
Y esta ristra de históricos triunfos y de acusaciones de falta de preparación a los demás tiene como actora a una vicepresidenta del Gobierno del Reino de España que, de momento, mantiene la incógnita de su asistencia a la próxima cumbre de la OTAN que se celebrará en nuestro país en el 40º aniversario de nuestro ingreso en la Organización. Lamentablemente, señora vicepresidenta, esa incógnita sí que es de verdad histórica. Y si finalmente se produce su ausencia, ésta será también histérica.
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