La vida se va en segundos, como se les fue a los pasajeros del Alvia 730, en Galicia, en el peor accidente ferroviario de la historia de España en el que perdieron la vida 80 personas, dejando también a 145 heridos. Ocurrió en verano, el 24 de julio de 2013. Nueve años después se ha iniciado el juicio con la previsión de que no finalice hasta el próximo verano. Serán entonces muchos segundos, minutos, horas y días para los familiares de las víctimas de revivir lo sucedido sin que ni Renfe ni Adif les haya pedido perdón.
“Estamos en este juicio por cuatro segundos”, declaraba quien aquel día terrible ejercía como jefe de seguridad de Adif, Andrés Cortabitarte, quien le atribuyó toda la responsabilidad del accidente al maquinista que hacía 100 segundos que hablaba por teléfono y que abordó la curva mortal a 190 km/h. Cortabitarte apuntaba que si el maquinista hubiese frenado cuatro segundos antes se podía haber evitado el accidente. La Justicia sentenciará sobre la responsabilidad de estos hechos que, parece lógico pensar, no puede recaer únicamente en el maquinista. No sólo para intentar reparar el daño causado sino también para que nunca más unos hechos así vuelvan a suceder.
Sí, los segundos o los minutos son importantes, que se lo pregunten a los médicos cuando intentan recuperar a un paciente de un paro cardíaco o para no distraerse ni un segundo al volante y evitar así sufrir o provocar un accidente. O a los 700.000 pacientes que están en lista de espera para ser intervenidos de alguna afección posiblemente grave. Hay que poner las cosas en el lugar de prioridad que corresponde. Resulta desmesurado que, por apenas un minuto, se haya liado una polémica tan intensa por el retraso de Sánchez al hacer esperar un minuto al Rey este 12 de octubre. Me parece no tener en cuenta la lamentable situación en la que estamos inmersos la mayoría de la población o la mitad, digamos que hay otra mitad que vive sin sufrir demasiado el golpe que supone llenar la cesta de la compra. Se ha elevado a categoría, a noticia, a portada de diarios una anécdota que no tenemos por qué dudar que se debe a un fallo protocolario.
No nos va la vida, de verdad, aunque a muchos periodistas o medios parezca que sí. No nos va la vida en que Pedro Sánchez haya hecho esperar al Rey
Me es indiferente al partido al que pertenezca el presidente del Gobierno, son solo 60 segundos de espera sobre los que la Casa Real no se ha manifestado incomodada (Zarzuela no se pronuncia en cuestiones de este tipo), y respecto a los que el presidente del Gobierno subrayado ya de quién fue el error. "Del protocolo". No nos va la vida, de verdad, aunque a muchos periodistas o medios parezca que sí. No nos va la vida en que Pedro Sánchez haya hecho esperar al Rey. A ambos les atribuyo altura de miras como para no hacer de un “mal gesto” un serio problema, aunque sólo sea por cómo tenemos al país, por cómo está Europa, el mundo con la amenaza nuclear, alimentaria y de gas a la que nos tiene sometidos Vladimir Putin.
Las cosas, en su nivel de importancia. España ha sabido dar ejemplo en bastantes ocasiones que también estamos para colgarnos alguna medalla, como con la cumbre de la OTAN, por ejemplo, demostrando la capacidad de organización, seguridad, protocolo y relaciones públicas que tenemos. No empañemos una festividad con un pequeño error que deberíamos haber considerado menor o anecdótico.
En un minuto, sin darnos cuenta se nos va la vida. Habrá que centrarse entonces en lo verdaderamente importante. Por ejemplo, el crecimiento progresivo e inquietante del número de pobres en este país. El año pasado acabó con el 21,7% de la población, es decir más de diez millones de personas en riesgo de pobreza, según un informe independiente de oenegés que trabajan en la UE (EAPN). No estamos para muchas tonterías o contemplaciones, quien más quien menos ya piensa en qué podrá poner en la mesa para Navidad. Ni huevos con patatas se va a poder comer a buen precio. De hecho, los huevos son uno de los alimentos que más han aumentado de precio en los últimos 28 años, más de un 23%. 28 años. Ahí es nada. Cuídense.
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