Hubiera estado simpático que el 'caso Mediador' se llamase Faraón. En honor al bar, restaurante, terraza y lo que surja que es Ramses, donde se cocinó este tórrido asunto. Un sex-cándalo en toda regla, que diría Montero. También en honor al presidente del Gobierno, Pedro I el silente. O también caso Pirámide en honor al mausoleo en el que el sanchismo será enterrado bajo una gigantesca losa de corrupción, prostitución y drogas. Un castillo de naipes que se desmorona.
«¿Qué más da?», dice Patxi López, portavoz del PSOE en el Congreso, cuando un periodista le pregunta por el asunto. Todo el Gobierno calla y se pone de perfil. Y luego, le traslada el muerto a la Benemérita. «Qué más da, ahora no hay quien me detenga, aunque no pare la lengua de la alta sociedad», podría haber zanjado a lo Raphael con la americana al hombro y la manita arriba enroscando la bombilla. Como telón de fondo, «Sex-cán-da-lo, es un sexcándalo..».
El terremoto del Tito Berni ha pasado al territorio de la ficción, del metaverso. «¿Qué más da?» si este personaje no existe. Como los fantasmas del Windsor, que deambulaban por los despachos del edificio llamas en aquella noche madrileña de 12 de febrero de 2005. Ni los de HBO, que son americanos, han podido resolver el misterio de los ignotos semovientes. Patxi, que seguro da la mano con flojera, podría haberse autorespondido: «Me importa un nada o un pito». Tampoco habría estado fuera de lugar que, con este temazo tan caliente, citase una de las máximas en todos los sentidos, de la tan jaleada (o jadeada) por sus socios de Gobierno, Ángela Rodríguez, Pam, sobre cómo las mujeres deben practicar aquello que se conoce como «sexo». Darse la vuelta e irse.
El ministro Marlaska-al que la diputada del PP llama 'soplón con galones'- guarda silencio y se aferra al cargo más que a su dignidad
El club de los 24 que integran el Ejecutivo más populoso de Europa ha optado por dar carpetazo al asunto y callarse como… mudas. Han puesto el foco en la Guardia Civil. El responsable de Interior, Grande Marlaska es un especialista en mirar para otro lado o camuflar indicios delatores, como los muertos en la valla de Melilla del pasado junio. «¿Qué más da?». El ministro -al que la diputada del PP llama 'soplón con galones'- guarda silencio y se aferra al cargo más que a su dignidad. Para su jefe resulta más rentable sostenerle como ministro que defender el honor de los guardia.
¡Todo por la patria! y por la mejora de esa vergüenza de chozas, que algunos se atreven a llamar viviendas, para los agentes y sus familias. Qué más da. Se están frotando las manos de que han pescado a altos oficiales del Cuerpo salpicados en el affaire. Ya no se habla de Mediador. Se habla de Ramón Tamames, el aspirante, rey de los líos, sumo hacedor del enredo mediático del momento. Vox, inopinadamente, le sirve en bandeja al PSOE el gran argumento para ocultar el escándalo del sí de las niñas y los efectos de Berni. ¿Quién no ha querido a sus 90 años plantarse en el Hemiciclo y gozar de cinco minutos de fama? ¿Quién, llegado a esa edad, desaprovecharía salir como estrella al escenario? ¿Quién nunca ha soñado con ser chica de portada?
Mientras llega la performance de don Ramón del martes, en Ferraz seguirán con la matraca del «defiende lo que piensas», que es su lema de campaña, y mantendrán un silencio sepulcral con las andanzas de aquel diputado canario que nunca existió mientras algunos espíritus indómitos corean lo del pertinaz 'sex-cán-da-lo'.
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