Opinión

Viene el fascismo: los 10 mandamientos

Tenemos un problema. Bueno, tenemos muchos, ciertamente, pero solo uno que socialistas y comunistas no se cansen de recordarnos constantemente y que, además, estén en lo cierto: el fascismo está despertando.

Por si hay algún despi

Tenemos un problema. Bueno, tenemos muchos, ciertamente, pero solo uno que socialistas y comunistas no se cansen de recordarnos constantemente y que, además, estén en lo cierto: el fascismo está despertando.

Por si hay algún despistado leyéndome, permítanme que me tome la licencia de recordarles a grandes rasgos lo que es ser fascista en España. Perdón, en este país, que ya empiezo mal. Un facha de pura cepa es aquél que cumple al menos uno, sino todos, de los siguientes diez puntos:

  1. Llama a nuestro país por su nombre. Osa el bellaco a decir “España”, en lugar de hablar de nuestro Estado o, mejor aún, nuestro Estado plurinacional.
  2. Le tiene cariño a la bandera española e incluso es capaz de portarla, ya sea en una manifestación o a modo de pulsera en el día a día. Como los fascistas se han apoderado de la bandera, a los antifascistas no les queda más remedio que quemarla en cuanto tienen ocasión o sustituirla por una de su comunidad autónoma, (que ya no es plurinacional, sino nacional a tope), o una de colorinchis, que eso representa a todos, al menos, a todos los que representa.
  3. Cree en Dios y/o respeta a la Iglesia católica y a sus representantes. Incluso se atreve a rezar en manifestaciones contra el amado líder de nuestro Estado plurinacional. No confundir con los que se ponen a rezarle a la Meca en cualquier lado, que esos le rezan a otro dios y lo tienen que hacer cinco veces al día si quieren disponer de un montón de vírgenes el día que Yahvé los fulmine de un infarto por amenazar con la furia de Alá. Yahvé 1 – Alá 0 y el otro aguardando para la final. A Buda no se le espera.

Perdónenme, es que yo entre tantos dioses me lío. Pero un antifascista que se precie ha de ser respetuoso con las costumbres y religiones ajenas, excepto si es la católica, no vaya a ser que le metan un machetazo y mejor meterse con los que le rezan a un tipo que decía de poner la otra mejilla.

  1. Respeta al Rey y la Constitución. Le dijeron que todos somos iguales ante la ley y el muy fascista se lo ha creído.
  2. Cree que tiene derechos porque también tiene obligaciones que debe cumplir. Es tan iluso que piensa que es su obligación trabajar para pagar por una casa donde poder vivir, en lugar de comprender que todos, por el simple hecho de respirar, tenemos derecho a una vivienda digna y, además, regalada. Papá Estado plurinacional nos tiene que regalar a todos una casa, incluso a los que vienen de fuera y no hablan siquiera nuestro idioma. Trabajar para tener cosas que no sean un iPhone es de fascistas.
  3. Es capaz de estar de acuerdo con algo de lo que dice Abascal, aunque sea una sola vez. Si crees que la gente de nuestro Estado plurinacional se va a cansar en algún momento de las mentiras de nuestro amado líder y deseará colgarle por los pies, eres un fascista. Si crees que llegará un momento en el que pueblo español quiera colgarle por los huevos, eres heredero de Franco, directamente.
  4. No siente la necesidad de disculparse, pedir perdón ni arrodillarse continuamente ante la gente de izquierda que le recuerda, a diario, lo fascista que es y le insulta merecidamente, por facha.
  5. No es capaz de ser verdugo y víctima al mismo tiempo. Lo de tirar la piedra y victimizarse, porque le cayó una chinita cuando reventó contra la cabeza de quien tenía delante, es un don natural que solo los antifascistas dominan.
  6. Dice que cree en la igualdad entre los sexos, pero se niega a usar la palabra género si no es como una categoría taxonómica de los seres vivos o de obras literarias. Le fastidia que se creen leyes específicas para beneficiar a mujeres o a aquellas personas que les venga en gana decir que son mujeres, así que es machista. Negar los privilegios que únicamente se le otorgan a alguien porque tiene pechos o porque no es heterosexual es ser machista, homófobo, tránsfobo, misógino y todo lo que se pueda tachar como discurso de odio. Si un fascista odia algo, eso es delito de odio. El socialista y comunista tiene pase VIP para odiar e insultar a su antojo. Porque una histriónica feminista, que llegó a tener un Ministerio para poner en la calle a violadores, puede gritar en el mismísimo Congreso mientras amenaza con el dedo: “¡acabaremos con todos vosotros porque sois unos fascistas!”, y eso no es discurso de odio. Ni violencia política. Eso es una tisana ecoigualitaria ofrecida desde la transversalidad homogénea del más sereno y profundo lenguaje geopolítico constructivo y corresponsable que esta señorita conoce.
  7. En definitiva, fascista es todo aquél que no esté de acuerdo con lo que dicta, propone, afirma o concede la izquierda o si no eres capaz de aplaudir al amado líder mientras este afila la guillotina que baila sobre tu cabeza.

Una vez aclarados los diez mandamientos del fascismo, vamos con el problema anunciado. Nos lleva avisando la izquierda desde hace décadas que viene el fascismo. Señores, muy a pesar mío, tengo que decirles que creo que tiene razón.

Ha tardado bastante, que llevamos esperándolo desde el PSOE de González, pero parece ser que por fin se cumple la profecía con la que nos llevan atemorizando décadas.

En el momento en el que la mitad de los estudiantes que asisten a una charla en una Universidad para asesorarles sobre los distintos caminos a escoger en sus estudios, se levantan y salen del aula, cuando el supuesto profesor comienza a hablarles en lenguaje inclusivo y sobre ideas políticas de la izquierda, algo está cambiando. Son todos fascistas. El fascismo ha llegado a la Universidad. Ha tardado bastante, que llevamos esperándolo desde el PSOE de González, pero parece ser que por fin se cumple la profecía con la que nos llevan atemorizando décadas.

Por si fuera poco que el fascismo está despertando en nuestro Estado plurinacional y antifascista y que viene Franco ya, resulta que nuestro amado líder tiene la bondad de hacer con nuestros hermanos europeos lo mismo que con nosotros, es decir, a modo de Nostradamus, les muestra la predicción enviada por el sagrado oráculo socialista, que no solo augura que viene el fascismo, sino que viene el mismísimo Hitler, (el nacional socialista no, el otro, el que la izquierda usa como si fuera de derechas), se lo anuncia sin pudor a un eurodiputado alemán y lo que obtiene a cambio es el abucheo de la cámara europea. ¿Por qué? Porque Europa es fascista. No hay otra explicación.

Así que no sé ustedes, pero, ante esta incuestionable realidad, a mí no me ha quedado otra que poner un retrato de Franco en la mesilla junto a la virgen de Guadalupe y aún estoy tratando de averiguar cómo poner el torito y la gitana encima del televisor, porque con estas televisiones planas se dificulta la tarea. Pero si viene el fascismo que no me pille de sorpresa.

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