Esta pasada semana, el servicio de estudios económicos del BBVA (BBVA Research) echaba una nueva jarra de agua fría sobre los datos de crecimiento de la economía española. En esta ocasión, entre otras cifras, presentaba la institución la revisión de su previsión de crecimiento del PIB para lo que resta de año. En concreto, el servicio de estudios recortaba el crecimiento de la economía española del 6,5 % al 5,2 % para 2021, mientras que hacía lo propio para 2022. Obviamente, tales ajustes no se corresponden con lo que entenderíamos como buenas noticias y, aunque esas tasas de crecimiento siguen siendo elevadas, no son las que hubiéramos deseado.
Estas revisiones encajan con el ruido surgido en estas últimas semanas desde los despachos de análisis de coyuntura. Desde finales de verano mucho se ha hablado y comentado sobre un cambio en las percepciones que captamos sobre el devenir de las economías desarrolladas, no solo España. Sin embargo, no es menos cierto que los españoles estamos más necesitados de un impulso más decidido e intenso en la recuperación de nuestra economía. La pandemia, muy a nuestro pesar, no se ha ido, y por otras cuestiones conocidas y tratadas en esta misma columna nos llevan a reconocer la aparición de fuerzas que, como vientos de cara, ralentizarán más de lo esperado nuestro crecimiento.
La piedra de toque que nos permitirá comprender definitivamente dónde estamos será este viernes, con la publicación del avance del crecimiento del PIB de tercer trimestre por el INE. Hasta la fecha sabemos que las cosas no pintan tan bien como a principios de verano, aunque de nuevo, y como es habitual desde el inicio de la pandemia, las tendencias van por barrios. En algunas partidas podríamos llevarnos algún pequeño (o gran, quién sabe) disgusto, como es la industria o el consumo, cuyos indicadores no pintan muy bien. No obstante, en otras parcelas de la demanda y oferta, como son los servicios o el sector exterior, podríamos encontrar un importante desahogo que insufle puntos de crecimiento a la economía. Al final, todo dependerá del equilibrio de poderes entre las diferentes rúbricas. Sin embargo, y teniendo en cuenta la dificultad de realizar previsiones con bajo margen de error por un entorno que cambia por días, cualquier análisis sin este dato adelantado será en vano. Sólo el INE nos aclarará, a finales de semana, dónde estamos y cómo acabaremos el año. El lunes que viene tendrán columna con análisis de lo que se publique.
La rápida recuperación de la demanda global, no solo la española, está poniendo en aprieto a una oferta que se muestra muy inelástica, con importantes restricciones
¿Por qué menos optimismo?. El dato que presentará el INE no será del todo malo (Airef da +2,0%), aunque intuyo, por lo que digo en el artículo, que no será todo lo que se esperaba. Pero quizás la gente va a pensar que va a ser malo, y tampoco es eso (al menos de momento). Podemos decir que en estos días están pasando muchas cosas a la vez y buena parte de ellas no son buenas. Por un lado, tenemos lo que ya sabemos. La rápida recuperación de la demanda global, no solo la española, está poniendo en aprieto a una oferta que se muestra muy inelástica, con importantes restricciones, dadas las dificultades que encuentra para reactivarse al mismo ritmo. El modelo globalizado de demanda just-in-time, y que tan eficiente se muestra en tiempos normales, está generando enormes dificultades en estos meses, lo que se está traduciendo, podríamos decirlo de este modo, en fricciones en el “motor” de nuestro coche, elevando la temperatura y obligándonos a ir más lentos. Es decir, la economía se recalienta (inflación) y esto nos obliga a ir más lentos.
Por otro lado, hay países que siguen viviendo e, incluso, reintroduciendo restricciones, especialmente aquellos que no han logrado reproducir el éxito español en la vacunación. Esta semana hemos conocido casos como los de Estonia o Rumanía, entre otros. En Estados Unidos, precisamente, ya hay análisis que muestran que la demanda podría contraerse en los próximos meses por factores “psicológicos”. China no parece encontrar su camino y. mientras tanto, en Europa, países como Reino Unido no logran controlar los contagios.
Si las fricciones y las dificultades en la salida de la pandemia se alargan, estas terminen incentivando la toma de posturas más agresivas por parte de algunas potencias
En tercer lugar, no podemos olvidarnos de los factores geoestratégicos, sobre los que cedo su análisis a gente más cualificada que quien les escribe, pero que sin duda no están ayudando. Lo que muchos tememos es que, si las fricciones y las dificultades en la salida de la pandemia se alargan, estas terminen incentivando la toma de posturas más agresivas por parte de algunas potencias.
Y, por último, y sin ánimo de ser exhaustivo más allá de los límites razonables de lo que es una lectura de prensa, en lectura local, es de notar que la gestión y ejecución de fondos europeos, que por sí solo acabaría aportando varios puntos de crecimiento al PIB según previsiones de finales del año pasado, no se va a acercar ni de lejos a lo inicialmente presupuestado. Esto, que no nos debería sorprender, es un toque de realidad severa a quienes lo fiaban casi todo a los mismos. Si algo tienen los fondos, como ya he comentado en más de una ocasión, es que es una apuesta a largo plazo, y que debemos olvidar que su uso debe estar enfocado en las dificultades coyunturales a corto plazo. Los fondos Next-Generation no son un Plan E, es un plan de reformas, y su gestión es compleja y difícil. Tomará velocidad de crucero, muy posiblemente, a mediados de 2022, pero hoy su capacidad para generar un crecimiento diferencial es muy limitada, como estamos comprobando.
Ojalá el viernes el INE nos dé una buena noticia. Lo que veo de algunos indicadores no me gusta, mientras que de otros sí. No obstante, no deseo nada más que, por una vez, pueda pecar de pesimista. Todo lo que sea un crecimiento superior al 2,5 % intertrimestral será muy bienvenido, y si es por encima del 3 % muy grato y sorprendente. Ojalá.
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