Opinión

Villarejo y Filemón, agencia de información

¿Cómo es posible que toda España, empresarios, periodistas de izquierda y derecha (ojo, de izquierda y derecha), magistrados, ministras, secretarias generales, haya recurrido a este hombre?

Los audios y las agendas de José Villarejo –alias PPK en las anotaciones de las investigaciones- son todo un compendio de los chanchullos que desde hace más de tres décadas se han manejado en las ergástulas del poder, eso que Pablo Iglesias ha dado en denominar ahora ‘las cloacas’, pobladas por protagonistas hoy estigmatizados por el líder de Podemos y con los que compartía ayer Pablo mesa y mantel sin ningún pudor.

Quien esto escribe lleva años escuchando los audios, leyendo los apuntes del comisario en sus agendas, viendo los informes de Asuntos Internos sobre las andanzas de Villarejo… Y la conclusión que se saca es: cómo es posible que toda España, empresarios, periodistas de izquierda y derecha (ojo, de izquierda y derecha), magistrados, ministras, secretarias generales, haya recurrido a este hombre de habla cazallera, aficionado a los tacos, que solo bebe te verde o cerveza sin alcohol y que grababa todo, absolutamente todo, lo que hacía en su vida –hay conversaciones grabadas cuando su mejor amigo le llamaba a la playa y el comisario jugaba con su hija pequeña- . Y, por si acaso, lo apuntaba también en sus libretas.

Por sus cuadernos, con su propio nombre o bajo supuestas claves –y digo supuestas porque Balta es Garzón; Big es su compañero El Gordo; el Troll es su enemigo íntimo Félix Sanz Roldán, exdirector del CNI- desfilan periodistas que le piden “cosillas” para sacar en las tertulias, le prometen “dar caña al CNI” o frenan informaciones a cambio de denuncias e informes.

Villarejo, Ferreras e Iglesias

Insisto, no solo Inda o Ferreras, ahora en la picota y antes –este último- compartiendo mesa y mental con Iglesias, Errejón y Roures hasta que éste vendió la última participación en La Sexta y pasó a ser enemigo jurado del periodista y, con él, se llevó también como odiador oficial a Pablo Iglesias, el mismo que engordó su proyecto político gracias a la cadena. Por las anotaciones de Villarejo desfilan periodistas de Público, de tres en tres; de la Ser y El País –“muy predispuesto a colaborar”; estrellas de la tv matinal y de la radio que hablan con el comisario para repetir al día siguiente sus consignas…

Pero si el retrato del periodismo patrio que sale de los audios y las libretas de Villarejo es un esperpento con tintes de drama, no mucho mejor quedan otros estamentos. Como la Policía, con una caterva de comisarios que dejan Barajas como un coladero a cambio de coches de lujo o de entradas al palco del Bernabéu o pasan por el Cuerpo pensando en los ascensos y la paga pensionada sin sospechar que su ‘amigo’ les lleva grabando toda la vida.

O la magistratura. Los primeros audios de la mariscada, con su "tronco" ‘Balta’ y Dolores Delgado llamando ‘mariconazo’ a Marlaska y denunciando los viajes a Cartagena de Indias donde sus compañeros iban con menores mientras ella, la luego ministra y fiscal general, no denunció nada. O las conversaciones de horas con el juez de la Audiencia Nacional, Fernando Andréu. En ellas, éste se vanagloria de abrir causas para perseguir a periodistas o le promete a Villarejo ayuda para poder imputar al molesto fiscal Grinda un delito de pederastia… Que Andréu siga siendo juez muestra hasta qué punto fallan todos los controles en este país.

Lo mismo sucede entre los empresarios. Desde el 'compiyogui' López Madrid, que recurrió a Villarejo para librarse de una mujer, en una truculenta sucesión de anónimos, apuñalamientos y falsos informes policiales declaraciones, a la todopoderosa Iberdrola, que contrató al comisario, pasando por una familia de navieros que soltaron una millonada al comisario por informes que éste obtenía de Internet.

Los políticos recurrieron todos al comisario. Desde el 11-M a Bono, desde el CNI al caso Corinna, desde Dolores de Cospedal  a su marido López del Hierro, que en las agendas de su amigo VIllarejo aparece como ‘El Pollas’… Pero también desfila Bono y el Yak-42 o el caso Faisán. Treinta años haciendo el trabajo sucio a los políticos, utilizando a la prensa y a los jueces sin que nadie supiera de su existencia hasta que estallara el caso del Pequeño Nicolás y un pique entre comisarios desvelara sus maniobras.

Porque la suerte de Villarejo cambió cuando un comisario rival encontró un altavoz en la prensa, y el CNI –máximo enemigo del comisario- comenzó también a usar sus mismas armas de filtraciones y a utilizar a periodistas que hoy van de justicieros

Porque la suerte de Villarejo cambió cuando un comisario rival encontró un altavoz en la prensa, y el CNI –máximo enemigo del comisario- comenzó también a usar sus mismas armas de filtraciones y a utilizar a periodistas –que hoy van de justicieros y esgrimen listas como en una nueva caza de brujas-.

Quedan muchos audios de Villarejo

Quedan muchos audios por aparecer. Villarejo lo grababa todo y lo mandó encriptar a un experto en informática que fue quien vendió los primeros porque se quedó con una copia de todos. Ahora siguen saliendo y en el mercado los compran empresarios afectados por las grabaciones del comisario que deciden comprar sus propios medios digitales para difundir los audios a su conveniencia.

Lo peor es que ya casi nada sorprende: ha habido tal contaminación de audios que corremos el riesgo de estar curados de espanto. O pensar que cualquier información que se desvele tiene un interés espurio detrás. El daño ya está hecho. Esperemos que no sea de manera irreparable.

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