Puigdemont, los fugados y los encarcelados se han quejado. Sus emolumentos como diputados al Parlament –60.000 euros al año– no les basta. Exigen cobrar dietas por desplazamientos. Manda carallo.
La vida del separatista está por las nubes
Digan a cualquiera que no le salen las cuentas con esos sueldazos y corran, porque no está el horno para bollos y pueden llevarse un garrotazo. Sin embargo, para los líderes del proceso todo es poco, como se han cuidado muy mucho de demostrar lo del grupo de Junts per Catalunya. Exigen –porque a estos lo de exigir se les da de miedo– que se pague a todos los fugados y encarcelados el suplemento por dietas de desplazamiento. ¡Desplazamiento! Hace falta valor. Hablamos de cifras que oscilan entre los 1.500 y los 2.200 euros al mes.
Resulta que existe un artículo en el reglamento del Parlament, el doce, si no nos falla la memoria, que especifica claramente que esos complementos, que se suponían en un principio para aquellas personas que vivían fuera de Barcelona, se deben pagar a todos los miembros (y miembras) de la cámara. El concepto: ejercer sus funciones.
Vayamos por partes, que diría Jack El Destripador. En primer lugar, ya es bastante vergonzoso con la que ha caído y la que todavía está cayendo pagar tamaños sueldazos a personas que, en el mejor de los casos, van a calentar el escaño con sus insignes posaderas y, en el peor, a liarla parda con el rollo macabeo de si ahora somos república, ahora no, ahora era broma, ahora queremos dialogar. Haciendo un inciso, me permito decir que si esta harka cobrase solo el salario mínimo interprofesional no iba a quedar ni Dios en los hemiciclos.
Por si no fuera poco, les damos viáticos de dos mil euros de media al mes para hacer aquello por lo que les pagamos sesenta mil al año, es decir, ejercer sus funciones. Acuda usted a su jefe y dígale que, aparte del sueldo que le paga, debe añadir otro tanto por ir usted a trabajar cada día. Aunque trabaje mal. ¿Verdad que suena a jeta de hormigón armado? Pues eso.
Los separatistas parecen haber nacido en Cangas del Morrazo, por el morro que tienen. Saben saltarse las cartas magnas cuando y como les acomoda, pero en cuestión de pelas y reglamentos de letra pequeña y retribución luenga, no pasan ni una. Carles Puigdemont, Toni Comín y toda la ristra de separatistas golpistas exigen, ojito, que, amén de su sueldo, se le pague el complemento. Por favor. Y lo más grave es que se lo van a dar porque, entre otras cosas, es legal que lo perciban. Digo legal, que no justo, porque en España la legislación en materia de prebendas, aforamientos, gabelas y demás es de vergüenza ajena.
Puigdemont, en cambio, que no es nada profesionalmente, que solo ha vivido de la subvención pujolista antes y del erario público ahora, quiere más. No le llega para vivir, pobrecito"
No soy partidario de Rajoy, y lo he criticado mucho desde estas páginas porque entiendo que es, en buena parte, responsable del desastre que vivimos en Cataluña por su tancredismo y su falta de coraje, pero este señor ha dimitido de todos sus cargos, ha rechazado entrar a formar parte de esa reunión de viejas del visillo que es el Consejo de Estado y, para más inri, ha renunciado a todo lo que le corresponde como expresidente del Gobierno de España, que no es moco de pavo: pensión, secretaria, coche oficial, etc. Se ha limitado a pedir el reingreso como registrador de la propiedad, plaza que ganó en su día, y punto pelota.
Puigdemont, en cambio, que no es nada profesionalmente, que solo ha vivido de la subvención pujolista antes y del erario público ahora, quiere más. No le llega para vivir, pobrecito. Ustedes perdonen, pero tengo que decirlo: pico y pala.
Se va de Berlín porque le dicen cosas por la calle
Entiendo que al del flequillo la mesada se le quede corta. Con el casoplón de Waterloo, solo en limpiacristales, ya se le debe ir la mitad del sueldo. Ahora tenía pisito en Berlín, que es plaza cara donde las haya. Pero el ínclito fugado ha manifestado que se muda a Hamburgo porque hay gente que le dice cosas por las calles de Berlín. Cosas desagradables, claro, y como Berlín no es Berga y los alemanes no son habitantes de Tractoria, entre algunos turistas españoles y los alemanes de allí lo tienen frito. De ahí que, según sus propias palabras Se mude a una ciudad donde sea más fácil pasar desapercibido.
Hombre, Flequillín, creo que no conoces Hamburgo. Paséate por la Rapeerbahn, el corazón del popular barrio de Sankt Pauli, y verás cómo hay más gente en la calle y los bares que en una manifestación de las que organizabas tu con nuestro dinero. O date un garbeo por la Hansaplatz, que igual te encuentras a muchos estudiantes españoles de erasmus. Ya te advierto que está todo reconstruido por culpa de los bombardeos criminales de los aliados – sí, he dicho criminales y lo mantengo, que no solo los alemanes lo fueron en aquella maldita guerra – y no podrás encontrar aquel cabaré llamado El huracán, loado por Sven Hassel en sus novelas, en el que la vieja Dora tomaba Pernod con Hermanito, Porta y el Legionario Alfred Kalb.
Es igual, la cosa es que allí hay mucha, mucha gente, según y como más que en Berlín y tú no vas a pasar desapercibido en ningún sitio en el que te escondas, querido. Vas a arrastrar la ignominia de tu cobardía a donde vayas, Puigdemont. Cobardía y poca vergüenza, porque hace falta caer muy bajo para cobrar de esa España de la que abominas y, encima, pedir el complemento por desplazamientos. Eso es tan ruin, tan miserable, que es preciso haber experimentado una total convulsión de valores morales para pedirlo y quedarse tan ancho.
Tampoco es extraño tratándose de personajes de tu calaña. Se puede ser independentista y mantener una cierta dignidad. Vienen a mi mente personas como Alfons López Tena o Santiago Espot. Nunca han pedido nada. Al contrario. Pero a esos no los invita TV3, claro, no sea que le cantasen la caña a los paniaguados (y paniaguadas) que viven del lametazo y el suculento estipendio por cumplir su función ensalivada.
Tu cobras de nuestros impuestos un pastizal por tocarte los pelendengues, montar bronca y, encima, hacerte el ofendido"
¿Sabes cuánto cobra alguien si percibe el salario mínimo interprofesional? Unos 858,55 euros mensuales. Bastante menos de las dietas que tu pides, infinitamente menos que tu sueldo. Y quienes lo cobran lo reciben a cambio de trabajo, de mucho trabajo, de contratos temporales, de explotación. Tú cobras de nuestros impuestos un pastizal por tocarte los pelendengues, montar bronca y, encima, hacerte el ofendido.
Te digo más: ¿sabes cuanto cobra un jubilado, tras toda una vida de cotización, sudor y esfuerzo? La pensión mínima mensual para alguien de sesenta y cinco años que tenga un cónyuge a su cargo es de 786,90 euros, que quedan reducidos a 605,10 si no tiene a nadie a su cargo y 637,70 si se trata de una pensión unipersonal.
¿Cómo te atreves, como os atrevéis, señores de Junts per lo que sea, a pedir dietas por desplazamiento? Será todo lo legal que queráis, pero es de una inmoralidad tan grande que demuestra lo que realmente sois, lo que es este proceso separatista: el intento de perpetuar que los ricos, vosotros, vivan mucho mejor que nadie.
He dicho pico y pala, pero me he quedado corto.
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