Opinión

Volverá la deflación

Se tiende a explicar la deflación por la alta productividad de los factores de producción. Y sí, en parte es debido a eso, pero no debe olvidarse otro factor: la aparición de nuevos actores que están rompiendo el actual ‘statu quo’ de competencia

En una economía que se enfría y cuyo índice de precios crece a una tasa próxima al 1%, la consecuencia más probable es que la deflación vuelva a manifestarse. Cuando esto ocurra aparecerán también sus negacionistas, así ha ocurrido repetidamente en el caso japonés y, por solo citar a los más ruidosos, desde los que dirán que el INE miente a quienes tienen garantizados ingresos reales que se indexan por la inflación y no quieren que su valor nominal baje, a los que viven directa o indirectamente de lo público y no quieren que se corrijan los efectos deflacionarios del expolio fiscal, o los que creen que la inflación es un mero producto monetario y, poniéndolo peor, quieren que siga la expansión cuantitativa del BCE, todos intentarán hacer sus trampas aterrados por las expectativas de los agentes económicos.

A los que hacemos economía sobre este tema desde los años noventa estas maniobras no nos extrañan y sabemos muy bien que, al ser un fenómeno sistémico, no conseguirán pararlo con sus trampas, sino que por el contrario lo pondrán peor, los inversores en bolsa y los deudores sufrirán más, los bancos tendrán más problemas de negocio (lo vimos), la insuficiencia fiscal empeorará y la pobreza de los españoles irá a más.

Así las cosas y previendo la marea de confusión interesada por distintos colectivos privilegiados, he creído conveniente que repasáramos el tema, empezando por la evolución de largo plazo de la inflación y sus efectos culturales para luego explorar los casos más conocidos, terminando con la buena y la mala deflación, a ver si así (me temo que no) cuando vuelva la afrontamos bien.

El camino español

Que es parecido pero peculiar si lo comparamos con la economía motriz de nuestro tiempo: la estadounidense. La evolución de la tasa de crecimiento de los precios al consumo en España, el llamado IPC, en tasa anual por mes desde 1964 hasta enero de 2019, la pueden ver en la siguiente gráfica, en la que también aparecen cuatro divisiones que corresponden a las cuatro fases del ciclo largo estadounidense.

1- Inflation in Spain.1962-2018

La gráfica daría para escribir un libro, ya que en ella se resumen los distintos equilibrios de oferta y demanda agregadas a lo largo del proceso de encaje español en la economía mundial, un encaje que no hubiera sido posible sin la ayuda estadounidense; todo lo cual tiene su aquello, ya que el sentimiento antiamericano está bastante extendido entre la casta, pero el tema de estos aprovechados no es el de hoy.

La primera fase del ciclo largo fue bastante turbulenta ya que, hasta la ayuda americana, que se oficializó con la visita de Eisenhower en 1959 (menudo tema), la inflación era bastante baja y el autarquismo fue preparando la oferta laboral y el orden económico para un despegue espectacular que, en unos 10 años, consiguió lo que en otros exigió casi veinte (1949-1967). Es la fase que se conoce como "primavera económica", con altos crecimientos de los ingresos reales y que permitió a sujetos de la generación de Pepe Bono (generación sociópata), conocer el automóvil y el papel sanitario, para luego, en su edad adulta, medrar dedicándose a desbrozar el país con sus fantasías y su mesianismo político y que hoy nos quieren colocar a sus cachorros para seguir viviendo del cuento socialdemócrata.

Economía e imaginario colectivo

Esta primera fase del ciclo largo es la que más ha afectado el imaginario colectivo actual sobre la magia de la Economía y el Progreso, sobre el bienestar súbito y lo que va a ocurrir aplicando "planes" públicos de supuestos tecnócratas; sueños y mentiras de casoplón. En ella, una vez se ajustó la oferta agregada a la demanda agregada la inflación bajó, aunque por poco tiempo, pues llegaron los problemas globales de oferta con las materias primas industriales, sobre todo las energéticas, esas que podemos adquirir fácilmente gracias a la Pax Americana, un orden, que ya se ve, no entendemos muy bien.

Lo destacable de la segunda fase del ciclo largo es que, por la inflación, el PIB nominal crece mucho pero el real poco (lo vimos); en ella se fija en el imaginario colectivo la creencia y temores sobre lo que es la inflación y, tal vez por eso, pero también por intereses egoístas, se dice, erróneamente o mintiendo, que no hay deflación porque no ocurre lo contrario que con la inflación, como si tuviera que haber tasas negativas del 27%. Absurdo.

En la siguiente fase el crecimiento real es alto y la inflación se modera crecientemente, algo que no se entiende y se abusa del crédito, como si una supuesta inflación fuera a pagarlo, produciéndose las burbujas de activos bursátiles e inmobiliarios que, al romper, han traído enormes políticas de estímulo, hoy ya casi sin munición. En nuestro caso destaca la implantación del euro, que hace realidad el mercado único y produce un ciclo adicional (equivalente a los de nuevas infraestructuras útiles), que al no entenderse y manipularse por los listillos al uso, se aprovechó mal y hoy ya ofrece poco crecimiento adicional, con lo que iremos "a pelo" en esta última fase del ciclo largo, la deflacionaria; aunque mejor con euro que sin él, claro.

Un problema sistémico

Se tiende a explicar la deflación por la alta productividad de los factores de producción y sí, en parte es debida a ella, pero lo que no se debe olvidar es la enorme capacidad instalada de capital y recursos humanos capaz de aplicar dicha alta productividad a la oferta, que es la que ha permitido que aparezcan de forma rápida grandes competidores que rompen el statu quo de competencia; ese es el caso de Tesla, que ya vale más que BMW, o las VTC, empresas de fracking, etc.

El desconocimiento de la deflación tenía cierta lógica ya que solo ocurre casi cada 50-70 años y, entre que se trata de esconder, que no se estudian los ciclos y que no se hace investigación económica, se va al pairo de falsarios; lo que ya no tiene perdón es que después de lo de Japón, quienes deberían conocerlo, lo ignoren por completo, es más, cuando ya no sea un problema, esos mismos farsantes que la niegan aparecerán en los medios de manipulación masiva como expertos en el tema, intentando mantener su caldo de cultivo para más momio.

Lo interesante del tema es que cuando se estudia bien el fenómeno, que aparece después de que gripa (crash bursátil) el motor del ciclo largo, es su intermitencia, algo que aprovechan los negacionistas cuando se registran "IPCs" positivos poniendo las cosas peor, como es nuestro caso actual. Los períodos pasados de deflación para Estados Unidos los tienen en la siguiente gráfica, donde pueden comprobar la intermitencia que les comento; también pueden ver el caso de Japón; el actual de España lo tienen en la primera gráfica.

2- Long Cycle and Deflation phases

Como pueden ver, la estadística no es la contraria de la de la inflación y cada caso es distinto; de ellos, después del japonés, los más estudiados han sido el de "La Larga Depresión", calificativo y episodio que pocos economistas españoles conocen, y el de "La Gran Depresión". Todos tienen sus enseñanzas de interés que no podemos ver hoy, y solo daré unas pinceladas sobre la última. Imagínense cómo sería la sobre oferta tras el crash del 29 que tuvo que haber una guerra mundial, la destrucción de buena parte de Europa, la adición de millones de muertos (destrucción de oferta laboral) al genocidio comunista y otro ciclo largo, el actual, para salir del desequilibrio sistémico de entonces.

Así de potente puede ser una deflación y, una vez visto su marco general y hechas las aclaraciones pertinentes, ya podemos entrar en los casos recientes de mala y buena deflación, a ver qué podemos aprender de ellos para enderezar la nuestra, pero eso será la próxima semana.

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